La casa de los D'Amore, se encontraba hecha un caos, servidumbre corriendo de un lado a otro, las niñeras cuidando de los niños tratando de que no escucharán los fuertes gritos de la Duquesa Aemma D'Amore.
Se encontraba de labor de parto, se suponía que aún faltaba un mes para la llegada del tercer primogénito del gran Duque D'Amore. Se temía por la salud de Aemma ya que al tener un embarazo difícil no es bueno para ninguna mujer y menos para una joven como ella.
Había dado a luz a sus dos primeros hijos a muy temprana edad por lo que al haber tenido embarazos complicados antes se temía por la vida de la duquesa tanto como la del feto que venía en camino ya que se adelantó un mes de lo previsto el parto.
Los gritos seguían, el duque al lado de su esposa sostenía su mano con fuerza mientras le decía que hablaba tratando de tranquilizarla dejando pequeños besos en su frente, temía por la vida de su esposa al igual que la del bebé, pero el no podía perder a la mujer que ayudó a escapar de su familia y a la cual se robó su corazón, ganando su amor eterno.
─ Ahi viene su excelencia, resista un poco más ─ dijo el doctor ─ Puje una vez más, puje!
Aemma con todas sus fuerzas nuevamente empujó mientras gritaba de dolor, en eso la Sala quedo en silencio y a los segundos un llanto se escuchó por toda la habitación.
─ Es una 𝐧𝐢𝐧̃𝐚, mis excelencias, felicidades ─ dijo el doctor mientras se acercaba a la pareja y así dejar en los brazos de la mujer a su niña.
─ Valentina... ─ dijo en susurro ─ se llamará Valentina.
Ella declaró para después de mirar a su esposo, quien asintió mientras veía la escena delante de él, ahora mismo estaba contemplando a su nueva reliquia la cual a partir de ahí la cuidaria de todo mal.
