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Rivers

Era la última noche que lo esperaba despierta. Siempre decía lo mismo. Siempre decía que no lo iba a esperar más, que no iba a ignorar sus llegadas tarde, que le iba a reclamar, pero como siempre nunca cumplía.

Era su esposo y lo amaba.

Escucho el sonido del auto, la puerta del garaje al cerrarse y sus pasos en las escaleras. Cerró sus ojos y se hizo la dormida. Felix entro en la habitación, miro la cama donde su esposa dormía y siguió al baño.

Se acostó a su lado dándole la espalda y se durmió.

Ella giro y miro a través de la oscuridad a su esposo dormido.

Otra noche más que no la tocaba, hacía meses que no lo hacía, aunque, ¿porque iba a tocarla si llegaba satisfecho de estar con su amante? Le dio la espalda y con lágrimas en los ojos se durmió.

Todas las mañanas eran lo mismo; se levantaba temprano, preparaba el desayuno para el, lo acompañaba a comer y luego se iba sin ni siquiera un beso, un nos vemos en la noche era todo, no un gracias, ni un te amo, ninguna palabra cariñosa.

Estaba sentada en el sofá viendo por la ventana hacia el exterior, en la calle se veían niños corriendo y jugando, era verano y todos los niños estaban de vacaciones.

Llevaba toda la mañana ahí, sentada, pensando que hacer para que su esposo la mirara como antes, para que la tocara como antes, para que dejara a su amante y volviera con ella.

Pensó que tal vez unas vacaciones le harían bien, tal vez alejarse unos días renovaría el amor y la pasión. Luego llego a la conclusión de que el no dejaría su trabajo así.

Se le ocurrió comprar de esa ropa interior picante y hacerle un striptease, pero ella no era muy buena bailarina y tal vez lo arruinaba, estaba pensando en esperarlo desnuda en la cama, cuando el teléfono sonó a su lado, asustándola.

Esperanzada, creyendo que tal vez fuese su esposo, contestó con entusiasmo al teléfono:

—Hola

—Sam, hola — sus esperanzas murieron, al escuchar la voz de Keyla al otro lado de la línea. La sonrisa en su rostro murió.

—Hola key, ¿cómo estás? — aunque quiso imprimirle alegría al tono, temió fracasar, no sentía nada de alegría en ese instante. —Perdona por no llamarte antes pero.... — su disculpa murió con el habitual entusiasmo de key.

—No te preocupes. Oye, estaba pensando... ¿Qué tal si salimos por ahí a tomar algo esta tarde? Y no me digas que no porque tu esposo puede llegar temprano, si hace meses que llega tarde. — Samantha hizo una mueca de dolor al escuchar las palabras de su amiga.

Eran amigas desde la secundaria y Key siempre había sido tan directa con todo.

Acepto encantada y quedaron de reunirse a las cinco en un café del centro.

Eran las cinco con trece cuando Keyla llego.

Estaban riéndose de una señora con un pelo naranja y un conjunto tan naranja como su pelo cuando el rostro de Samantha se congelo.

Disculpándose por su tardanza, Key la hizo cambiarse a la ventana, porque allí, podrían ver a la gente pasar y criticarlos por su ropa, como hacían cuando eran adolescentes.

Al otro lado de la acera caminaba su esposo con una muchacha castaña de vestido rojo, iban riéndose y el la llevaba por la cintura.

Todavía estupefacta, Key la tomo de la mano, dejo unos cuantos billetes en la mesa y se dispusieron a seguir a Felix.

Su estómago dio un brinco y creyó que se iba a desmayar.

—Vamos a seguirlo. — la sugerencia de su amiga la tomó por sorpresa.

Iban unos metros atrás, viéndolos sonreírse y hablar muy cerca, cuando el se giró.

Asustada, creyendo que el la había visto, Samantha se disponía a dar media vuelta y correr, cuando su amiga, la tomo de la mano e hizo que girara chocando contra su rostro y besando sus labios.

En estado de shock y con los ojos muy abiertos, Samantha se separó de ella y no dijo una palabra.

Key se veía tranquila y totalmente relajada.

Dio un vistazo por encima de la cabeza de Samantha y la tomo de la mano para que la siguiera.

—Siento mucho lo del beso, así fue como ayude a Leo, cuando seguíamos a uno de los criminales que el busca. No me di cuenta, ni siquiera pensé que era una chica solo lo hice. Discúlpame. — Samantha miro a su amiga.

Leonel era investigador privado y Key solía ayudarlo en sus casos, no le extrañaría que en una ocasión hubiese tenido que hacer eso para salvar el pellejo de su amigo. Además, Samantha sabía que Leo llevaba enamorado de Key muchos años, no sería extraño que fuese una excusa de el para besarla.

Girando en la esquina, ella se detuvo abruptamente al ver el sitio a donde su esposo había entrado con aquella mujer.

Era un hotel.

Literalmente arrastrándola, Key entro con Samantha al hotel y ambas se congelaron al instante: Felix caminaba con la castaña, sonrientes y tomados de la mano, al ascensor. Las puertas se abrieron y ambos entraron. La última imagen que ella obtuvo de su esposo, fue que este apretaba a la castaña contra su pecho y la besaba apasionadamente.

Negando con la cabeza y diciéndole que no tenía ninguna importancia, siguieron por donde Felix se había ido.

Conteniendo las lágrimas, salió del lugar corriendo. Ella sabía que el le era infiel. Pero una cosa era saberlo y otra muy distinta, verlo con sus propios ojos.

Un par de cuadras más adelante Key la alcanzo y la tomo en sus brazos. Consolándola la guió hacia un pub cercano.

Llevaban más de media botella de vodka, ella no bebía pero sentía que no había otra forma de ahogar sus penas.

Su esposo, el hombre que amaba, le era infiel.

En ese momento estaría en ese hotel revolcándose con la otra. Su pena era tan amarga que se toma un vaso de vodka entero. Le escoció la garganta pero eso era mejor que el dolor de su corazón rompiéndose y sollozando.

—Debes vengarte. — la voz de su amiga sonaba extraña, pensó que quizá era por la cantidad de alcohol que habían consumido. Ninguna acostumbraba beber. —Debes vengarte, Samantha. — le pareció absurda la sugerencia.

¿Cómo iba a vengarse, si a Felix no le importaba?

Tenía una amante.

—Debes vengarte y yo sé lo que vamos a hacer. — la sonrisa en el rostro de Key era espeluznante y la asustaba, pero ella estaba tan dolida que no le importo.

Y ella lo disfrutaría.

Quería vengarse, verlo sufrir, como Felix la estaba haciendo sufrir a ella, que llorara y le doliera tanto o más de lo que le dolía a ella. Y lo haría, lo haría llorar, sufrir y retorcerse de dolor.














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hellouuuu

tenemos nueva historiaaaaaaaaa, la vdd está va a ser muy corta, entonces disfrútenla.

están en todo su derecho de odiar al zángano asqueroso de Felix :)

después lo corrijo.

qe tengan un lindo día

Infiel  ──  𝐑iverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora