III

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Felix

Era la quinta noche seguida que su esposa llegaba tarde.

Se había vuelto una costumbre que luego de que el llegara del trabajo Samantha se vistiera de esa forma provocadora y sexy, se vestía delante de el, como si quisiera mostrarle lo bien formada que estaba o lo increíblemente caliente que lo podía poner, solo viéndola ponerse unas medias de seda.

Desde que había cancelado su encuentro con abi hace cinco días, no la había visto más, y es que no se le antojaba estar con otra que no fuera su esposa.

Cada vez que cerraba los ojos podía imaginarla desnuda, debajo de su cuerpo, jadeando por aire y rogándole que le diera más, más fuerte, más profundo, la imagen hacia que su entrepierna doliera, poniéndose tan duro como nunca antes.

No podía sacársela de la cabeza.

Había procurado llegar temprano a la casa con alguna vaga excusa, pero siempre era lo mismo, ahora Samantha ni siquiera le prepara la cena, solo le repetía las mismas palabras antes de irse: "Pide algo para cenar". No tenía ni idea de cuantas veces le había dicho ella misma esas palabras a Samantha, pero se dio cuenta de que después de tres veces comenzaban a sonar diferentes y se sentían diferentes.

Se quitó el saco y la corbata de camino a la habitación, pensaba invitarla a cenar y que así pudieran pasar tiempo juntos. Todas las palabras que iba a decirle murieron en su boca.

Samantha estaba de espaldas a el, ya estaba completamente arreglada pero eso no le evito la erección que se formaba en sus pantalones cuando la veía vestirse delante de el, al contrario. Ella estaba increíble mente caliente con esa ropa, no pudo evitar que sus ojos la recorrieran completa. Desde los pies hasta las rodillas envueltas en unas botas de cuero blanco con tacón aguja, hasta las hermosas piernas solo medio cubiertas por una diminuta falda blanca, hasta la espalda totalmente descubierta por esa seductora blusa rosa y terminando en su pelo totalmente liso y libre entre sus pechos.

Samantha giro dejándole ver que el escote de su espalda no era el único, había un espacio en blanco que dejaba ver la piel de Samantha entre sus pechos y además, por lo que pudo ver, no llevaba sostén.

Estaba hablándole, tal vez le decía la misma excusa de cada noche, que pidiera comida y no la esperará temprano.

Frustrado e irritado porque su mujer había salido de nuevo y el se había quedado como pelele, mirándola sin decir nada, tomo su teléfono celular y marco a abi.

Si su Samantha podía salir y llegar a la hora que le diera la gana, el también podía.

Una hora después, tocaba la puerta del apartamento de abi.

Nunca había ido allí, ya que le parecía demasiado íntimo y lo que compartía con ella era solo sexo, nada importante y sin compromisos.

Abi abrió la puerta con un conjunto de chaqueta y falda formales rojo, era profesional pero de alguna forma se encargaba de mostrarse sexy y cautivadora.

—Pasa, la comida estará lista dentro de poco. — Felix dio un paso dentro del departamento y en cuanto fijo su atención en el vestíbulo, supo que era un error haber ido. Había fotos familiares por toda la pared, llegaron a la sala y lo recibió un ambiente cálido y acogedor.

Eso no era lo que quería, el no buscaba eso en abi, quería pasión y sexo, de modo que apenas se dio la vuelta y la vio tan cerca, la tomo en sus brazos y la beso. El beso era brusco y demandante, pero ella jamás se le resistió, por el contrario, le devolvió todo lo que Felix le daba.

La empujo al sofá y se acostó apoyando todo su cuerpo sobre ella. Abi no perdió el tiempo y comenzó a deslizarle el saco beige, que se había colocado a cambio del de traje, de los brazos. Cuando el saco termino en el piso, Felix la hizo sentarse, para quitarle el de ella, que cayó con la blusa y el sujetador al piso, se detuvo un instante a admirarla y toda la excitación que recorría su cuerpo murió inmediatamente. Sus pechos eran grandes y generosos, había pasado horas, jugando divertido con ellos, lamiendo y chupando, hasta que ella le rogaba por mas placer, pero ahora que los veía, le parecían simples, solo un par de pechos, en una mujer cualquiera, que no era su esposa.

Y cuando la imagen de Samantha paso por su mente, se dio cuenta de que ya no quería estar con Abi, que ya no le interesaba.

—¿Te pasa algo malo, Felix? — ella levanto su cabeza y vio a abi a los ojos, eran verde esmeralda preciosos, no los marrones con que observo por los últimos ocho años. La extraña punzada que sintió en el pecho, la hizo saltar del sofá.

—No, lo siento. Me olvide que tenía que hacer algo. Tengo que irme. —  mientras recogía su saco del suelo, se dio cuenta de que todo lo que había dicho, había sonado a excusa y mentira barata, pero la verdad, no quería estar más allí.

Salió por la puerta, dejando a la castaña mirándolo desconcertada, seguro que pensaba que se había vuelto loco, lo que era probable, ya que había dejado a una mujer hermosa, medio desnuda y totalmente dispuesta, sola.

Comenzó a conducir sin rumbo.

La extraña forma, en que su cuerpo se había apagado con abi y el hecho de que su esposa, no estuviera en casa, lo llevaron a un bar a las afueras de la cuidad.

El no bebía y ciertamente no le gustaba, pero muchas veces escucho a sus compañeros de trabajo decir que ayudaba a olvidar las penas y en eso momento, lo que más quería, era olvidar, porque no entendía nada, y el sentimiento no era nada agradable.















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hellouuuu

cambie a un personaje pq no me convenció, disfruten la lecturaaaa

según yo ya lo corregí, pero igual ahorita lo checo

qe tengan un lindo diaaaaa

Infiel  ──  𝐑iverduccionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora