ciento uno | fin.

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Dejé el celular a un lado y me fui a prepararme un café. Todo este estrés me tenía los pelos de punta y no estaba preparada para soportarlo más.

El corazón se me había partido y derretido al mismo tiempo con cada uno de los mensajes que me había enviado pero no era justo que me dijera eso ahora.

¿Qué pasaría después? No quería lidiar con todo lo que responderle acarrearía. Era necesario un receso aunque el corazón se me estuviera arrugando un poco mas cada día.

El café estuvo listo en un momento y me senté junto a la ventana a ver el oscuro paisaje de mi vecindario.

Desee salir a caminar en ese mismo instante, así que fui a ponerme algo un poco mas abrigado y baje las escaleras, deseando sentir la brisa tan característica de este mes en particular.

Un fuerte estruendo de algo cayendo en agua me sobresalto y me hizo regresar unos pasos hasta la encimera de la cocina.

Tomé mi telefono y le escribí a Graham, preguntandole si estaba en mi casa, tras unos minutos sin responderme, me arme de coraje y camine hasta la piscina a ver que quién había sido autor del ruido.

Cuando llegue al patio, un chico alto se encontraba sentado a un lado de mi piscina; empapado tratando de secar su ropa con las manos.

- ¿Graham? - pregunté.

Él levanto el rostro y mostró una sonrisa chueca. Sus ojos estaban algo perdidos y su rostro debajo de la luz amarilla nocturna se veía apagado.

- Preciosa, yo lo lamento muchísimo. Tropecé y caí en tu piscina. - dijo apenado poniéndose de pie.

-Qué te pasa, mierda, estas jodido de la cabeza. - le espeté sin pensar realmente en lo que decía. ¿Qué se supone que hacia en mi casa a esas horas?

- Yo no quería molestarte, pero no hablamos ya y bueno, me siento como una mierda ¡Pero es que todo es tú culpa, tú me tienes bien jodido! - respondió igualando el tono de voz con el que le había hablado anteriormente. Respiró profundo y pasó una mano por su humedo cabello, parecia ser algo que hacía cuando estaba nervioso- No estoy muy seguro de todo esto, Mackenzid. No estoy seguro que eramos o que somos, y no estoy seguro de adonde vayamos, pero creo fielmente que me enamore de ti.

Me quede mirándolo por más de un minuto algo pasmada por lo que acababa de declarar.

No era justo que después de dos semanas viniera a decirme esa clase de cosas, a confundirme ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Tenerle alguna especie de compasión sólo porque está ebrio como un demonio?

- Di algo, mierda. Me estoy muriendo del frío porque borracho caí en una piscina, acabo de declararme y la mujer de mi vida no me responde, es mi cumpleaños y ah, mi teléfono se estropeo. Di que me vaya tan siquiera. Siento que todo sea así. Algunos cuando están ebrios pelean, otros lloran; yo siento esta necesidad de decir todo lo que siento.

Me tape el rostro tratando de ocultar lo roja que debía de estar.

-¡No puedes hacerme esto, Graham! - gruñi enfadada rodeando la piscina, acercandome hacia el. - ¡¿Por qué jamas me hablaste?!

- No era capaz, Mackenzie. Yo solo no quería incomodarte. ¿Por qué jamas lo hiciste tu?

-¿Acaso fui yo la que se burló de ti con mis amigos y mientras te seguía hablando, ilusionado, diciendo todo tipo de cosas solo por sentirme mas persona? -Le escupí, metafóricamente.

Graham me miró a los ojos y se paso una mano por el rostro.

- Fui muy estúpido, lo entiendo. Pero yo de verdad te quiero, Mackenzie. No empecé a quererte ayer que estaba sobrio o hoy ebrio. Fue hace mucho, fue antes de decirte por primera vez que te quería. No se cuando empecé a pensarte tanto y a extrañarte como lo hago. Extraño que me odies día de por medio y extraño esos días en los que me hablabas primero. No sé, desde cuando ni porqué pero yo solo te extraño como la mierda y no se siente muy bien que digamos.

Número DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora