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Kimi

Como el Noya convenció a nuestra mami, ahora estábamos todos en los jueguitos de la plaza hablando de la vida.

Bueno, ellos, yo llevaba como media hora columpiandome con la Yachi.

—Oye Kimi —el Hinata me llamó y todos se dieron vuelta, me dió wiwi—. ¿Por qué no fuiste al Karasuno desde primero como el Noya?

—Ah, es que con el Noya vivimos en Santiago hasta la pandemia, después de eso mi mami quiso salir de ahí y venirse a un lugar más piolita —con la Yachi nos acercamos para no tener que gritar, y senté al lado de la Kiyoko—. Al principio se vino ella con el Noya y yo me quedé con mi tía y mi abuela en Santiago.

—¿Por qué te quedaste allá? —el Hinata habló antes de que yo siguiera.

—Pero déjala hablar po weon —el Tobio le pegó un wate.

—Ya, yo me quedé allá porque mis notas hicieron que pudiera postular a varias becas en liceos buenos, entonces mi mami me hizo elegir y preferí quedarme allá, estudiando en el Fukurodani —terminé de contar.

—Y ahora volvió porque nos extrañó mucho, ¿verdad, Kimirimi? —el Noya puso cara de weon.

—No.

—Pero ahora te vas a quedar aquí, ¿verdad? —me preguntó el Yams, tenía una carita como de que si le decía que no iba a llorar, igual que la Yachi.

—Sip, no tengo planes de volver al Fukurodani si no es por algún partido del Bokuto y el Akaashi —ví que el Kei soltó un suspiro, rarito.

Estuvimos como una hora más en la plaza y después se fue cada uno a su casita. Me di cuenta que vivíamos bien cerquita del Yams y el Kageyama, que bacán siono.

(...)

Ya había pasado un mes desde que llegué al Karasuno. Me hice muy amiga de todo el equipo y también me llevaba bien con mi curso, seguía hablando todos los días con mis tilines y empecé a sentirme nerviosa con la presencia de cierto rubio.

No sé cuando empezó, pero cada vez que nos quedábamos solos me empezaban a sudar las manos y mi corazón se aceleraba mucho, sentía que me moría cada vez que estaba con él.

Le conté de eso a la Yachi y a la Kiyoko y me dijeron que era porque me gustaba, pero yo no creo eso. Ha pasado muy poco tiempo desde que nos conocimos, y yo siempre he pensado que debo conocer muy bien a una persona para enamorarme de ella, pero con el Kei fue todo muy raro.

Me hizo sentir cosas que nadie más ha hecho en solo un mes, cosas que ni mi ex ha podido hacer (maldito enfermo idiota maldito), el Kei ha sido super lindo conmigo siempre, teniendo en cuenta su cara y actitud de weon natural.

Y ahora estoy en orientación, hablando con mi rusio y el Yams, mientras que todos están gritándole a la Fran, la presidenta de curso, para elegir el baile del 18.

Además sobre las actividades de las alianzas, que son en agosto, no podían hacer más juntas las weas.

—¿Y ustedes qué quieren bailar? —preguntó el Yams mientras se comía una serranita.

—Me da lo mismo, mientras el traje sea lindo y el baile no tan humillante —respondí mientras jugaba con un lápiz.

—Yo bailo por la nota noma —respondió el Kei mientras terminaba un trabajo de historia.

Con el Yamaguchi nos quedamos hablando de cualquier cosa mientras todo el curso seguía gritando por el baile y el Kei escribía en su cuaderno, que lindo.

—Ya cabros, cállense un rato porfa —la Fran gritó y todos le hicieron caso, owau—. Gracias. Bueno, como nadie aquí quiere bailar cueca, las opciones que quedan son caporal y pascuense, piénselo callados y en cinco minutos hacemos votaciones.

—Puta la wea.

El Yams me miró con su miradita comprensiva y el Kei estaba confundido.

Pasa que hace unos días el Kei faltó y estuve todo el día con mi amigo verdoso, ahí me contó varias cosas de él y yo a él le dije cosas mías, entre ellas mis inseguridades.

Si me toca pascuense hago huelga de hambre weon.

(...)

Al final si nos tocó pascuense, me voy a matar xikillo.

El Kei estaba decidido a quedarse con tres 2.0 al libro, pero el Yams lo convenció de bailar, madito. Me niego a permitir que otras mujeres vean lo que yo aún no he visto.

Cuando terminó el día mis dos amigos se fueron al gimnasio y yo caminé a los baños para cawinear con la tía del aseo mientras mi hermano entrenaba, la tía Lucy era la mejor.

—Entonces la señora que estaba en la fila me dijo "la niña maleducada con sus mayores" solo por no darle mi puesto —hablé mientras me comía una tritón—. ¡Ya llevaba como media hora ahí!

—Vieja ridícula.

—Es que no le habían dado —la tía de pelito claro se rió mientras barria el patio principal—. ¿Quiere más galletitas, tía?

—No, mi niñita, gracias —me sonrió, es tan linda weon.

Agarré otra escoba y empecé a barrer por el lado que le faltaba a la tía Lucy, hasta que llegó el Tanaka corriendo.

—¡Oye, enana! —llegó al lado mío sudando hasta por el oyo— ¿Tení alcohol y gasa pa desinfectar una heria?

—Si, ¿qué pasó? —dije mientras sacaba las cosas de mi mochila.

—Los weones de basket nos ganaron el gimnasio y estamos en la cancha de cemento. Estábamos entrenando y el weon de tu hermano se tiró encima del Tsukishima y se sacaron la chucha —lo miré apenas escuché el nombre del rubio—. Tienen las rodillas hechas mierda.

—Que son weones —agarré mi mochila y fui donde la tía Lucy—. Chao, tía, que esté bien.

—Usted igual, mi niña.

Empecé a caminar rápido a la cancha trasera con el pelao atrás, y ahí estaban los dos en el suelo.

El Tsukishima con el Yamaguchi al lado preguntándole si le dolía mucho, y mi hermano acostado en el piso diciendo que se iba a morir.

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⏰ Última actualización: Sep 28 ⏰

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