Capítulo tres: Beso Ideal

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We're so young, but we're on the road to ruin

Taylor Swift





Labios suaves. La sangre cubriendo toda mi mejilla. Un beso perfecto bajo la lluvia o la luna. No, mejor ambientado en una noche lluviosa. Luego de una fuerte discusión, frente a mi escuela. No hay nadie, es de noche y llueve.

***

Pasaron doce días desde que le escribí a Alma y me encontraba arreglándome con mis amigas para ir a nuestra primera matinée. Fue una sorpresa que Mica fuera, no es una chica a la que le guste salir de su casa. Brunela y Juana fueron asignadas como las maquilladoras. Aunque la que puso más el alma en eso fue Brunela, Juana se distrajo pintando con Alan.
El viaje fue tranquilo, lo que no se correspondía con mi cuerpo. Quería gritar, esa noche había llegado.
Entramos al salón y gran parte de la alegría murió al ver a las personas que menos quería: Alicia con sus estúpidos secuaces.
Mi peor enemiga llevaba su pelo atado en trenzas africanas y vestía un jean y un top de color rosa fucsia. Tenía puesto algo de maquillaje, pero no tanto como mis amigas y yo. En resumen, estaba menos fea que lo habitual.
—¿Qué me miras, Anne? —me preguntó Alicia— ¿Te gusto o qué?
Casi vomité con tan solo pensarlo.
—¡Qué asco! —exclamé.
Las dos entramos en una discusión infantil, como de costumbre. Nuestros amigos, hartos de nosotras, se alejaron entre risas.
—Bueno, me voy a bailar, ya me aburriste —me cortó Alicia, unos minutos después, en mi monólogo, lo que me enfureció.
¿Acababa de insinuar que yo le aburría? ¿Qué se creía esa tarada?
Me fui con mis amigas. Brunela nos abandono para irse a bailar con un chico alto y bonito.
Después de unas cuantas canciones, bailes y miradas hacia mi mejor amiga besando al pibe, como si su vida dependiera de eso, a Juana se le ocurrió la brillante idea de juntarse con Alicia y sus amigos. No la culpo, al no ir a mi escuela no entendía lo fuerte que era nuestra rivalidad.
Brunela fue con nosotros porque se había aburrido del chico y nos dirigimos hacia el patio.
—¿Jugamos a verdad o reto? —preguntó la chica que nos incentivó para unirnos.
—¡Sí! —contestaron Brunela, Alicia, Mateo y Juliana.
—¡No! —nos opusimos Alejo, Mica y yo.
Luego de varias imploraciones de los chicos y mis amigas, aceptamos el juego. Sabía desde el principio que eso iba a terminar peor que mal. Pero, la vida es solo una. Al menos es lo que digo antes de cometer una grande. Fueron dos rondas comunes con las clásicas preguntas de "¿Te gusta alguien?" o los retos de decirle a un desconocido que te gusta. Pero, cuando fue el turno de Brunela de retar a Alicia, mi paz interior quedó descontrolada para siempre.
—¡Te reto a besar a Valen!
Me atraganté con mi vaso de Coca Cola.
¿Qué mierda? Para qué tener enemigas si tengo a Brunela.
—Seguro no se anima a besar a alguien tan linda —dije, para aparentar que el reto no me había afectado como lo hacía.
Eso fue la gasolina que alimentó el incendio. Alicia se fue acercando lentamente hacia mí. Comencé a sentir cosquillas en el estómago y tuve que contener una risa nerviosa. Me agarró de los hombros y... apoyó sus labios con los míos.
Desde que tenía memoria, había imaginado más de mil escenarios en los que daba mi primer beso. Siempre eran mágicos, con la persona indicada en un lugar romántico. Nada parecido a eso.
Se suponía que Alma sería mi primera vez en todo.
Sentía calor por todo el cuerpo, vergüenza y la sensación de cosquillas solo aumentaba. No, ese no podía ser mi primer beso.
Me aparté de ella y lloré de bronca. De decepción.
Vi cómo la expresión engreída de mi enemiga evolucionaba a una de preocupación.
—Lo siento...
No quise escucharla. Corrí hacia el baño, sin importarme el show que estaba dando.
Una vez en el baño, me lavé la cara. Mi fantasía fue arruinada. Alma no me dio mi primer beso. Alicia sí.
Brunela me tocó el hombro, y giré para mirar a la traidora.
—Perdón, fui una forra.
—¿Por qué lo hiciste?
—Tengo un sexto sentido de mejor amiga, percibo cosas...
—No te entiendo —la interrumpí.
Era cierto, pero también lo era que no la quería entender. Tenía miedo a lo que podía pasar si lo hacía. Mi mejor amiga me leyó la mente o algo así (creo que es una especie de bruja) y me abrazó por un minuto, aliviando todos mis nervios.
—Gracias —le dije, con la voz entrecortada.
—No hay de qué.
Salimos del baño sonriendo; mis otras dos amigas nos esperaban. Ellas no entendían los motivos por los que me había largado a llorar, pero igualmente me consolaron. Fuimos a bailar, lo más lejos posible del grupo rival y del chico con el que me había estando hablando hacia menos de una hora. Más tarde, Alicia vino hacia mí para pedirme disculpas. Ella tampoco comprendía la razón de mi reacción pero se sentía mal.

***

Al mediodía, me levanté con bronca y el terrible recuerdo de cómo Alicia me había arruinado lo que había debido ser uno de los momentos más importantes de mi vida. Sí, mi cabeza vivía en Disney y ,a veces, en la actualidad, se esconde ahí para olvidarse de mis nuevas responsabilidades. Esa vez, fue la ira la musa de mi poema y no el amor como en los anteriores. Ahora, querido lector, te lo muestro:

Beso ideal

Yo que soñé con princesa
Despierto ante la decepción.

Noche estrellada, brisa suave
Día nublado, viento arrasador.

Palacio de cristal, unido al cielo
Choza de madera, la puerta al infierno.

Dulce primavera me abraza
El invierno eterno me atrapó.

Fue así mi beso ideal
Fue así el que recibí.

***

Volví a dormir y me desperté a las 15:30. Me gané el apodo de "Fea durmiente" por parte de mis hermanos. No toqué el celular y estuve toda la tarde estudiando y adelantando tareas para ganarle en todo a Alicia. Esa sería mi venganza.

***

—¿Y si hacemos que se besen por error? —le pregunté a Alma— Así estarán confundidas porque les gustó pero todavía se desprecian.
Ella lo pensó por unos segundos y asintió.
Como el mío no tuvo un aura romántica, el de ellas sí la tendría.
Llovía y estaban en medio de una pelea, reclamándose errores del pasado. Se acercan demasiado, sus vestimentas están pegadas a sus cuerpos. August no pudo evitarlo. Le dio un beso profundo, sin pensar. Betty lo continuó, olvidándose del mundo.
—¡Nos está quedando genial! —dije.
—Si, me recuerda a mi ex. Solo nos peleábamos y besábamos intensamente.
Por milésima vez, fue la responsable de mi sonrojo. Me imaginé siendo su ex novia y besándola como si nada importara. Nuestra toxicidad podría causar una explosión pero preferíamos morir antes que separarnos. Mi imaginación merece un Oscar.
Seguimos trabajando. Yo le pregunté sobre lo que pensaba hacer para su cumpleaños. Me respondió que haría un picnic al mediodía con sus amigos y que estaba muy contenta porque para eso faltarían a clases.

***

Alicia y yo volvimos a la normalidad. Ninguna de las dos nombró el terrible acontecimiento. Preferíamos mantenerlo en el olvido.
El viernes, me enteré por una historia de Instagram de que ella, mi peor enemiga, había iniciado una relación romántica con una de sus compañeras de gimnasia. A lo que estaba totalmente enojada. Yo debía haber conseguido pareja antes.
—No van a durar nada —me consoló Brunela.
—Escuchala, tiene ojos de gato —aconsejó William—, pero, ¿por qué te importa tanto?
—Porque es fea y tonta. No puede tener novia antes que yo.
—Fea no es —dijo William, a lo que le di una mirada de advertencia.
—No hables —lo retó Brunela—, bastante la cagué yo el otro día.
Decidimos pasar a otro tema, como que Brunela le habló al chico del gimnasio que le gustaba y resultó ser gay, por lo que puso los ojos en su amigo. Al parecer, a veces los poderes le fallan a mi amiga.

***

Mi mamá y yo hicimos galletas caseras de chocolate para que yo llevara al taller. Nunca nos salieron tan ricas. Era el cumpleaños número diecisiete de Alma, y en la tarde vi las historias de Instagram que había subido. Le tocó un buen clima para hacer el picnic.
Al llegar al taller, felicité a mi amiga y le mostré a mis compañeros las galletas. Las atacaron como una manada de lobos a su presa. La única que no comió fue Mica, lo que no me sorprendió: no le gusta comer fuera de hora. Recibí muchos elogios por ellas, especialmente de parte de Juana y la cumpleañera.
Apenas tocamos el lápiz.
La emoción corría por todo mi cuerpo. Había escuchado el famoso dicho de que, para conquistar el corazón de alguien, primero había que conquistar su estómago.

***

Los pocos días que quedaban de agosto fueron tranquilos y monótonos. Y así me preparaba para el tormentoso septiembre.

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