La Propuesta Parte 1, cap 5

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En el silencio de la habitación, ese susurro sensual e inesperado, trajo consigo un mensaje de intimidad, casi suplicante.

Mads ya no podía controlar su anhelo de revivir esa cercanía. Estaba decidido a despertar en Hugh el deseo de estar con él nuevamente.

El impredecible danés estaba seguro que los sentimientos entre ambos, seguían existiendo; sólo estaban adormecidos. Y aunque no sabía cómo el británico reaccionaría ante esa propuesta sin palabras, de lo que sí estaba seguro es que no moriría con la duda.

Hugh siempre fue cauto en la demostración de sus afectos ligados a Mads Mikkelsen. Los había encadenado en un paraje profundo, uno que diseñó hace muchos años, para contenerlos, como si fueran el agua de una represa, amenazando siempre con desbordarse y, al mismo tiempo, condenados a no poder medrar.

No sería tarea fácil lograr que Hugh desee retomar su relación, clandestina, pero relación, al fin y al cabo.

A Mads no le incomodaba esa labor en lo absoluto. El se había acostumbrado siempre a ser quien dé el primer paso. A Hugh había que seducirlo, no era un hombre común, mucho menos básico, siempre fue sensible y con principios. Y eso hacía que Mads se mantuviera siempre interesado. Le intrigaba su silencio cuando estaban separados y lo reconfortaba su calidez cuando volvían a encontrarse. Y aunque había pensado que ya no estaba en edad para eso, en los primeros segundos de aquel encuentro, Mads supo que los juegos de seducción nunca caducarían, solo había que cambiar la estrategia, y hasta ese momento, su estrategia estaba funcionado divinamente. La llamada sorpresiva, la propuesta de un encuentro inesperado, el recuerdo de una melodía especial, fueron acciones bien pensadas para traer de vuelta a su inglés hermoso.

La potente conexión despertó sobresaltada, en el momento que Hugh sintió la respiración de Mads acariciándolo. Liberando nostalgia a través de sus sentidos, y en ese recorrido, su sapidez se convirtió en un sabor más fresco, más dulce. El sabor de la Ilusión.

Hugh Dancy se ancló en su asiento, con los ojos cerrados, atesorando ese momento. Mads lo miraba cautivado, no imaginó una reacción así, en la que Hugh se permitiera ser observado, sin restricciones.

Mads se mantuvo inclinado sobre la butaca, apoyándose en el espaldar. Se deleitaba apreciando ese hermoso cuello, su piel aterciopelada, a pesar que el paso del tiempo restó firmeza, seguía siendo apetecible, una invitación a ser besada, acariciada con su lengua.

El apasionado danés prefirió frenarse, y disfrutar la delicia de la seducción, sería tonto correr el riesgo de arruinarlo todo, por no poder contenerse.

—¿Recordaste la canción? Preguntó con el tono más bajo, tan cerca del lóbulo de la oreja, que sus labios lo rozaron. Hugh dejó escapar un suspiro desvergonzado y Mads no tuvo piedad. Besó con su lengua, lo que ella encontraba en su camino.

Los suspiros de Hugh se convirtieron en gemidos, seguidos de un ligero balanceo de su cabeza, para que el danés pueda pudiera saborear su cuello con mayor facilidad. La creciente intensidad de los besos lo obligó a detenerse (detenerlo). Tenían mucho qué hablar y debían hacerlo antes de que la situación avanzara aún más.

Hugh giró ligeramente hacia el apuesto danés; sus miradas se encontraron, cargadas de anhelo. Sus labios flotaron uno sobre el otro. El aroma de Mads profundizó el sabor de la nostalgia: Tabaco y Chanel, como dice la canción (*).

—¿Por qué ahora, Mads? "

El rubio platinado, se enderezó imponente, se posó frente a Hugh, tomó sus manos y lo levantó de su asiento.

—Porque te quiero, respondió—Hugh clavó sus faros azules en las pupilas de Mads —Nunca he dejado de quererte, Hugh. Dos años sin verte y unos tantos más sin tenerte...solo no lo soporté más.

20 AÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora