Cap. 11

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Mientras el agua recorría su cuerpo, Kyoko nadaba de aquí para allá, usando el traje de baño que le había regalado Aome. Seshomaru se mantenía sentado en la orilla del río, callado como siempre. Kyoko se acercó a la zona de la orilla donde él descansaba y se apoyó en el pasto, mirándolo. La frente de ella se hayaba descubierta, todo su cabello estaba hacia atrás, como la vez que se encontraron en la lluvia. Seshomaru extendió su mano, para tocar el cabello húmedo de Kyoko.

— Seshomaru, ¿cómo te llevabas con tu papá?

— ¿Por qué preguntas eso?

— Pues, yo nunca conocí al mío. Me da curiosidad.

Él pensó un poco. — Más o menos. No se podría decir que me demostrara mucho cariño. Incluso mi madre era más atenta. Siempre me decía que aún tenía mucho que aprender, sin embargo nunca intentaba enseñarme. Quizás quería que aprendiera por mi mismo.

— ¿Tus padres se llevaban bien?

— ... Probablemente se llevaron bien en algún momento. Mi padre hizo sufrir mucho a mi madre. Ella sí lo amaba. La princesa humana no fue su única amante. Tuvo múltiples aventuras a lo largo de su vida. Quizás yo no me enteré de todas.

Ella bajó la mirada un momento. — Puede que no te lleves muy bien con ella, pero pobre de tu madre. Se ha de haber sentido horrible... ¿Por qué hay tantos hombres así? — la expresión de Kyoko se hayaba entre desanimada y molesta. Apoyaba su rostro en sus manos y los codos en el césped. Seshomaru no respondió a su pregunta retórica, obviamente no sabía la respuesta y no necesitaba decirlo. Pero ahora él quería saber algunas cosas sobre ella.

— Kyoko, ¿cómo era tu vida en tu tiempo?

— ¿Mi vida? — se colocó de espaldas, apoyando sus codos en el borde y mirando al cielo. — Pues... Iba a la escuela... Me enseñaban cosas. Historia, Literatura, Matemáticas. Las cosas que les enseñan a las personas ricas aquí. En mi época son cosas que aprendemos todos. A mí me gustaban las matemáticas, pero nunca salía bien en los exámenes. No tenía buenos amigos, aunque sí me juntaba con algunos compañeros de clase. No eran la mejor influencia. — Kyoko se mostró pensativa otra vez. — Yo quería ser maestra... Quería mejorar... Sin embargo, mi tiempo para mejorar se acabó antes de darme cuenta de que lo tenía... Cuando llegué aquí, a esta época, supe que no podría.

Él tomó su mano, y ella continúo hablando. — Ahora ese hubiera no existe... Pero no todo es malo. Ahora puedo cumplir mi fantasía de vivir en un ambiente más natural, sin tanto humo... Claro que... Puedo morir con más facilidad en cualquier momento... Pero la vista es bonita.

— ... Yo no voy a dejar que mueras. Lo prometo.

— No lo prometas. Que seas un demonio fuerte no quiere decir que lo sepas todo. Puede que no estés ahí en el momento, Pero eso no será tu culpa. Así que no prometas algo así.

— Sí puedo saber cuando te pasa algo, y puedo prevenir que cualquiera intente atacarte... Pero no aún.

La confusión alcanzó el rostro de Kyoko, pero no indagó más en lo que dijo Seshomaru. Se desplazó desde la orilla hasta el centro del río y comenzó a nadar bajo el agua de nuevo.

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— Te ves muy contenta Rin — el hanyou incluso se detuvo un momento a oler la alegría de la niña.

— Es que son tan lindos señor Inuyasha.

— ¿Qué cosa?

— El señor Seshomaru está enamorado de la señorita Kyoko.

— ... ¡Ja! Claro que no. Seshomaru nunca se enamoraría de un ser humano.

— Eso lo dice porque usted no los ha visto.

— Incluso si pudiera, ¿Kyoko? Creo que solo hablaron dos veces, o algo así La gente no se enamora tan fácilmente. Entiendo que quieras verlos juntos, pero no te ilusiones demasiado.

La anciana Kaede llegó, notando como Rin hablaba con Inuyasha, escuchando el nombre de Kyoko, que no se hayaba presente, cosa que le dio curiosidad. Se acercó a ellos con la canasta de papas en los brazos, dejándola en el suelo de la choza. — ¿De qué hablan?

— Rin cree que Seshomaru está enamorado de Kyoko.

—¿De Kyoko?

— ¿Verdad? Le dije que eso es imposible.

Kaede recordaba aquella vez que Seshomaru almorzó con ellos. En ese momento parecíá interactuar con ella de forma diferente a como lo hacía con los demás, sin embargo no sabía la razón de ello. No tenía que ser amor necesariamente, pero quizás Rin sabía algo que ellos no. — Rin, ¿por qué dices eso?

— El señor Seshomaru viene a ver a Kyoko casi todos los días, desde hace varias semanas. Yo los he visto.

— ¿Los has estado espiando?

— No... bueno, solo un poco.

— Eso no está bien, Rin.

— Lo sé. Pero digo la verdad. Ayer fueron al río. ¿No han notado que Kyoko está afuera casi todo el tiempo?

— Realmente no — respondió Inuyasha — Por lo que me ha contado la anciana Kaede, desde que llegó, Kyoko pasa la mayoría del tiempo fuera de casa, solo estando adentro para encargarse del hogar y para dormir.

— Kyoko va a caminar muchísimo desde que está aquí. No he notado la diferencia.

Eso hizo a Rin darse cuenta de que quizás no estaba entre los planes de Kyoko y el señor Seshomaru dar a conocer lo que se estaba formando entre ellos.

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— Entonces, intentaste matar a tu hermano por una espada y al final quien pudo sacarla de su lugar fue Aome... — ella se rió un poco — Y ni siquiera podías sostener la espada. Dios, ahora entiendo por que seguías molesto con tu papá. — Seshomaru no dijo nada, pero aún si no lo expresaba, estaba de acuerdo en que aquella situación fue algo tonta, incluso graciosa mirándola ahora. Pero recuerda bien la frustración que sintió en ese momento en su búsqueda del poder de Colmillo de Acero. — Oye — La voz de Kyoko lo devolvió a la realidad — ¿Podemos recostarnos aquí? — Se refería al césped. Estaban rodeados de árboles, la luz de la luna era lo único que los observaba y el espacio a su alrededor se veía acogedor.

Él se sentó primero, para dejarse caer en el suelo con cuidado, mirando a las estrellas que eran cubiertas por las copas de los árboles. Ella se agachó y poco a poco se fue recostando en su pecho, donde se escapaban algunos de sus cabellos plateados. Sintió que todo su peso se derramaba en él. Estaba feliz de poder hacer esto con alguien. Siempre había querido hacerlo. Por muy pequeño que pareciera ese inocente acto, nunca había tenido a alguien sobre quien deshacerse.

Su piel se sentía contenta de estar reposando sobre esas telas, ese cuerpo. Olía tan bien. su cabello largo era tan suave. No quería salir de entre sus brazos. Quería quedarse ahí, dormirse ahí, si fuera capaz de morir ahí mismo para nunca olvidar la sensación, lo haría. La forma en la que acariciaba su cabeza, su cuello, su espalda, la hacía sentirse adorada. No era necesario decir nada, contar nada, preguntar nada. El silencio los abrazaba a los dos. Estaba bien estar así, sentirse así.

Sálveme Señor _ Seshomaru x lectora (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora