Cap. 6: Almuerzo

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Bajo la lluvia Kyoko regresó. Al entrar a la cabaña, vio a la anciana Kaede y a la pequeña Rin. "Ya veo, por eso estaba él aquí". La sacerdotiza la miró curiosa, estaba empapada.

- ¿Dónde estuviste?, vas a enfermar. - Kyoko se limitó a pedir disculpas sin hablar sobre el lugar en el que estuvo y con quien. Por otro lado, recibió muy contenta a Rin.

[•••]

Un nuevo día comenzaba, un día hermoso. El sol ni siquiera salía todavía, pero ya Kyoko estaba de pie. Salió de la cabaña sintiendo el sereno de la madrugada. No sabía la hora, pero podía suponer que eran alrededor de las cinco de la mañana.

Estaba comenzando a aclarar el cielo. Un sentimiento extraño llegó a ella mientras miraba a su alrededor, sentía que la observaban, pero solo podía asegurar que era su imaginación. Se dirigió al interior para agarrar una toalla y fue camino al río.

El sonido de la corriente le gustaba, dejó la toalla en el suelo y justo cuando estuvo a punto de desvestirse escuchó un ruido proveniente de los arbustos. Se acercó lentamente y vio salir a Rin de entre las hojas y ramas.

- ¿Rin? Es muy temprano, ¿qué haces despierta?

- Yo ... lo siento señorita Kyoko, es que la vi salir y pensé que quizás ... se reuniría con alguien.

- ¿Reunirme con alguien? - Kyoko soltó una risita - No, esas cosas no me pasan. Me iba a dar un baño.

- ¿Yo también puedo? - preguntó la niña con ojos brillantes.

- No, el agua está muy fría a esta hora, te puedes enfermar.

La niña agachó la cabeza pero volvió a preguntar - ¿Pero la puedo acompañar?

- Claro.

Así Kyoko se metió al frío río mientras se desplazaba de aquí para allá tratando de acostumbrarse a la temperatura. Rin solo chapoteaba con los pies en la orilla.

- Señorita, ¿por qué tiene tantos pendientes? Me daba pena preguntarle antes.

- Oh, eso. Son sólo adornos, de dónde vengo hay varias personas que se los ponen, es una moda, aunque no muy aceptada, pero a mi me gusta.

- Oh ... señorita, usted escribe y lee, ¿verdad?

- Si.

- Yo ... no sé leer ni escribir ... me preguntaba si ...usted podría ...

- Por supuesto.

- ¿Eh?

- Te voy a enseñar.

La niña amplió su sonrisa y con los ojos brillando de emoción no paró de decir gracias.

[•••]

Así pasó otra semana, donde si bien no podía leer muy bien, ya la pequeña era capaz de escribir unas cuantas palabras y oraciones simples.

El séptimo día llegó su amo Seshomsru para llevársela. Aterrizó galante frente a la cabaña, esperando a que Rin saliera. En lugar de eso, la niña sólo se asomó por la entrada y lo jaló de la mano para que pasara.

- Señor Seshomaru no se lo va a creer. - Decía la niña. Jaken llegaba por detrás, esperando a que su amo entrara para seguirlo. Ya dentro, vio que solo estaban la niña y la joven humana de nombre Kyoko. - ¡La señorita Kyoko me está enseñando a escribir y leer! ¡Ya puedo escribir palabras!

El hombre miró a la mujer, dándose cuenta de que esta ya lo miraba anteriormente, directo a los ojos. Rin le pidió que se sentara junto a ellas para enseñarle lo que había escrito. La complació.

- Mire, es mi nombre, y aquí está el nombre de la señorita Kyoko. Ah, y también aquí su nombre y el del señor Jaken. Así es como se escribe el nombre de A-Un. - pasó la página del extraño cuaderno - Y mire, son nombres de animales. La señorita Kyoko es increíble, me prestó sus materiales y me explicó muy bien, es muy buena.

Seshomaru revisaba las letras chuecas pero sin errores ortográficos de su protegida. Hojeó el cuaderno esperando encontrar más cosas escritas por ella, pero se topó con una letra mucho más limpia y organizada. Kyoko al notar esto agarró el cuaderno casi que por reflejo.

- Y-Yo ... lo siento, pero esa es una redacción que no debería ver.

- Humana insolente, ¿cómo te atreves a arrebatarle algo al amo Seshomaru? - reprochaba sin apoyo la criatura verde.

El hombre mentiría si dijera que no le dio curiosidad.

- ¿Por qué? - preguntó al fin exponiendo su voz gruesa.

- Pues ... eso es ... - Kyoko tenía en esas páginas párrafos y párrafos donde se desahogaba sobre su situación y expresaba cuanta blasfemia se le pudiera ocurrir. Le daba vergüenza que alguien con un porte como el del señor Seshomaru viera que se expresaba de esa manera en el papel. - Son escritos privados. - El hombre no indagó más.

Kyoko sintió que venía siendo hora de ponerse en sus labores domésticas. - Rin, ¿se van a quedar a almorzar? - La niña miró a su amo con ojos de súplica, como diciéndole con la vista que no se quería ir aún. Algo a lo que el peli plateado accedió mediante un movimiento de su cabeza.

Kyoko levantó una trampilla que estaba en una esquina del lugar y comenzó a sacar algunas cosas: arroz, hortalizas, condimentos. También sacó dos cacerolas prácticamente del mismo tamaño. Dejó todo en una esquina y agarró dos baldes, anunciando que iría a buscar agua. Rin salió a jugar afuera, vigilada por Jaken, mientras esperaba, el almuerzo se tardaba un poco.

Kyoko no demoró en regresar con ambos baldes llenos de agua, cargando uno en cada mano. Seshomaru permanecía sentado dentro de la cabaña, sin decir nada, solo la vería trabajar.

La chica colocó arroz suficiente para 4 personas en una de las ollas y con un cucharón lo humedeció sin excederse. Luego colocó comino y pimienta como sustituto de la sal y tapó la olla con una tapa de madera. Usó su encendedor para prender la fogata de manera más sencilla y colocó la cazuela en el soporte.

Seshomaru la veía desde el otro extremo, como esos brazos que parecían tan débiles, cargaban baldes y cacerolas grandes para ejercer una labor.

La joven se remangó el kimono y sujetó también la parte inferior. Se dirigió la trampilla y sacó una frazada. Apartó el balde de agua que usaría para cocinar y agarró el otro. Le desesperaba un poco no poder preparar el arroz y el caldo al mismo tiempo, pero eso era lo que sucedía cuando solo tenías un soporte con leña y no podías calentar más de una cosa a la vez. Así que se pondría a limpiar un poco mientras tanto.

Apartó varios objetos hacia las esquinas y sumergió la frazada en el balde para luego exprimirla y pasarla por el suelo con sus propias manos. Como extrañaba la escoba y el haragán.

El hombre la observaba tranquilamente. Parecía ser ignorado por completo. Viéndola pasar de aquí hacia allá para dejar la zona lo más pulcra posible. Moviendo objetos y sudando, mojando y exprimiendo. Una vez terminó, echó el agua sucia afuera, en la hierba que crecía alrededor de la cabaña. Con el cucharón y agarró un poco de agua limpia del otro balde y se lavó las manos.

Sin dudas era buena en lo que hacía. La escena se percibía como si fuera otra esposa promedio, a excepción de que no lo era. A los ojos del demonio, más allá de su "condición humana" era una mujer frustrada, que buscaba ocuparse en todo momento para no explotar. Una mujer que no era una esposa ni ama de casa, pero tampoco era una niña fantasiosa. Era una mujer que se despreciaba a ella misma, que se llamaba tonta, que se llamaba inmadura, pero no lo era.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la misma Kyoko le pidió que se levantara de su lugar y se desplazara hacia un lado para limpiar esa zona. Él obedeció sin reparar mucho en ello, pero justo ahí comenzó a pensar otra vez. ¿Cómo sería él ante los ojos de ella?

Sálveme Señor _ Seshomaru x lectora (CANCELADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora