Monte-Carlo, Mónaco
Mié, 01 de Agosto.
Charles y Daisy caminaban juntos por las calles empedradas del centro, rumbo a la cafetería. El sol de la tarde caía suavemente, iluminando su camino y creando un ambiente cálido y acogedor.
Charles, nervioso pero emocionado, miraba a Daisy de reojo. Llevaba un vestido azul que resaltaba sus ojos y su sonrisa iluminaba todo a su alrededor. Tomó aire, buscando las palabras adecuadas para romper el hielo y expresar lo que sentía.
-Daisy, te ves increíble hoy- dijo finalmente, con una sonrisa sincera. -Ese vestido te queda perfecto, resalta tus ojos de una manera hermosa.-
Daisy sonrió tímidamente, sus mejillas enrojecieron ligeramente.
-Gracias, Charles- respondió ella, mirándolo con dulzura. -Tú también te ves muy bien. Me gusta esa chaqueta, te da un aire elegante.-
Ambos rieron suavemente, sintiendo cómo la tensión inicial se disipaba. Mientras caminaban, hablaban de sus intereses y planes, descubriendo más sobre el otro. Al llegar a la cafetería, Charles abrió la puerta y dejó que Daisy pasara primero.
La cafetería era un lugar acogedor, con mesas de madera y una atmósfera cálida. Encontraron una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver el muelle y el mar brillando a lo lejos. Se sentaron y pidieron sus bebidas, disfrutando del momento.
-Me alegra que hayamos podido vernos hoy- dijo Charles, mirándola a los ojos. -Tenía muchas ganas de verte.-
-Yo también, Charles- respondió Daisy, sonriendo. -Me gusta que hayas elegido este lugar. Es perfecto.-
La conversación fluyó con naturalidad, y el tiempo pasó volando. Después de disfrutar de sus bebidas y risas compartidas, se levantaron para continuar con su plan.
-¿Te gustaría caminar por el muelle?- sugirió Charles, extendiendo una mano.
Daisy asintió, tomando su mano con confianza. Juntos, salieron de la cafetería y se dirigieron hacia el muelle, listos para continuar su aventura y crear más recuerdos juntos.
Mientras caminaban por el muelle, el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, pintando el cielo con tonos anaranjados y rosados. La brisa marina era fresca y revitalizante, creando una atmósfera perfecta para continuar la tarde.
Charles y Daisy charlaban animadamente, pero Charles no podía evitar fijarse en cómo la luz del atardecer acentuaba la belleza de Daisy. Cada vez que sus miradas se cruzaban, sentía un impulso de acercarse más.
-Sabes, Daisy- dijo Charles, con un tono ligeramente juguetón, -me he dado cuenta de que estás haciendo que este día sea aún mejor de lo que esperaba.-
Daisy rió suavemente, sintiendo un cosquilleo en el estómago por el cumplido.
-¿Ah, sí? ¿Y qué es lo que te ha impresionado tanto?-
Charles se inclinó un poco más cerca, susurrando con una sonrisa traviesa.
-Creo que eres la única persona que podría hacerme olvidar lo nervioso que estaba antes de nuestra cita. Es más, me pregunto qué tal sería terminar el día con un beso bajo este atardecer perfecto.-
Daisy se quedó un poco sorprendida, su corazón latiendo más rápido. La tensión en el aire se hizo palpable. Charles, viendo el efecto que sus palabras habían tenido, se inclinó aún más, sus labios casi rozando los de ella. Pero justo en el último momento, se detuvo y le dio un beso en la mejilla, con una mirada que prometía más.
-Lo siento, pero me parece que debo dejar algo para la próxima vez- dijo Charles con una sonrisa pícara. -No quiero que todo se acabe tan rápido.-
Daisy, con los labios ligeramente entreabiertos y una sonrisa intrigada, lo miró, sintiendo un juego de emociones.
-Vaya, parece que no solo el atardecer está lleno de sorpresas- respondió ella, tratando de ocultar la ligera decepción con una risa. -Pero no me quejo. Me ha encantado.-
Ambos continuaron caminando por el muelle, el ambiente lleno de una mezcla de anticipación y complicidad. Charles, con su mirada coqueta y su actitud desenfadada, y Daisy, disfrutando del coqueteo y la promesa de lo que podría venir. La tarde continuó, llena de risas y miradas cómplices, dejando claro que esta cita era solo el comienzo de algo especial.
Mientras el sol seguía cayendo lentamente y el cielo se tornaba más oscuro, Charles y Daisy seguían caminando por el muelle. La luz de los faroles empezaba a encenderse, añadiendo un toque romántico a la escena. El sonido de las olas rompía suavemente contra el muelle, creando un fondo perfecto para el momento.
Charles se detuvo y se volvió hacia Daisy, su mirada intensa y sus ojos brillando con una mezcla de deseo y picardía.
-Daisy, ¿alguna vez te has dado cuenta de cuánto puede significar un simple gesto?- preguntó Charles, acercándose un poco más, su aliento casi acariciando el rostro de ella. -A veces, un beso puede decir más que mil palabras.-
Daisy, sintiendo la cercanía y el calor de su aliento, mordió su labio inferior, tratando de mantener su compostura.
-No estoy segura de qué estás sugiriendo, Charles- respondió, con un tono juguetón pero ligeramente desafiante. -¿Quizás estás buscando una razón para darme un beso?-
Charles sonrió, claramente disfrutando del juego. Se inclinó aún más cerca, su rostro a unos pocos centímetros del de Daisy, y susurró con una voz cargada de intención.
-Tal vez. O tal vez solo estoy tratando de ver hasta dónde estás dispuesta a llegar para conseguir uno. ¿Te gustaría que te hiciera rogar un poco?-
Daisy levantó una ceja, tratando de parecer desafiada pero con una sonrisa que traicionaba su diversión.
-Hmm, eso suena interesante. Pero no estoy segura de que puedas resistirte a lo que quiero.-
Charles dejó escapar una risa suave y tentadora, sus labios rozando casi los de ella.
-Oh, creo que puedo. Pero si quieres, podemos ver qué tan bien puedes convencerme.-
Daisy lo miró con una mezcla de admiración y frustración juguetona, sintiendo el calor de su proximidad.
-No es justo- dijo Daisy, su voz apenas un susurro. -Estás jugando con ventaja.-
Charles la miró con un brillo travieso en los ojos, sus labios a solo un suspiro de los de ella.
-No se trata de jugar con ventaja, Daisy. Se trata de disfrutar el momento. Pero si quieres que me esfuerce un poco más, solo tienes que decirlo.-
Con una sonrisa, Daisy se inclinó ligeramente hacia él, sus ojos llenos de desafío y complicidad.
-Quizás, solo quizás, podría hacerte cambiar de opinión si me lo pides bien- dijo ella, tratando de mantener la calma mientras su corazón latía con fuerza.
Charles la miró con admiración, dándose cuenta de que ella estaba dispuesta a seguir el juego, pero también sintiendo que el momento era demasiado especial para alargarlo más.
-Creo que ya he esperado lo suficiente- dijo Charles, con un tono más suave y sincero. -No quiero perder ni un segundo más sin sentir tus labios.-
Con esa declaración, se acercó y, finalmente, sus labios encontraron los de Daisy en un beso suave pero lleno de promesas. El mundo alrededor de ellos pareció desvanecerse, dejando solo la intensidad del momento compartido bajo las estrellas.
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HeartBeat - Charles Leclerc
FanfictionUna pequeña novela en la que dos personas de género opuesto se enfrentan a sus diferencias tanto en el ámbito laboral como en su vida personal. A medida que navegan por los desafíos y conflictos del día a día, sus interacciones se vuelven cada vez m...