El Cuarzo Citrino Favorito Del Diamante Amarillo

Mundo natal Asuntos pendientes parte 4

Palacio Amarillo

El viaje de vuelta a la superficie, a bordo de una nave hecha con el propósito de atravesar los profundos abismos que eran los jardines de infancia bajo la superficie de Mundo natal, fue tranquilo y ninguna de las partes se dirigió la palabra; Una vez que la nave, que tenía la forma de una gema cónica de corte baguette con algunas dimensiones extra que le permitían servir como nave voladora, aterrizó y todos embarcaron frente a la entrada trasera del Palacio Amarillo, Ópalo de Fuego permaneció en posición de firmes con las manos cruzadas a la espalda mientras miraba fijamente a Citrino con la nariz vuelta hacia arriba en señal de disgusto hacia la comandante, que a su vez le devolvía la mirada con los brazos cruzados mientras las dos gemas esperaban a que la otra hablara.

"No crea que Diamante Amarillo aceptará tan fácilmente a esos adefesios en sus filas, comandante" -siseó la última palabra como si la ofendiera al salir de su boca-, "yo también me encargaré de que esos habitantes del fondo nunca vean la luz del día. Pertenecen a ese mundo y, por la gracia de los diamantes, deberían adorarlos por permitirles existir allí", dijo con desprecio hacia los colores apagados.

Citrino, mirando con desconcierto al Ópalo de Fuego, frunció los labios antes de hablar en tono llano: "Eso no lo decides tú, Ópalo, ni yo tampoco, sino Diamante Amarillo". "Y te guste o no, no permitiré que se desperdicien los recursos de gemas no utilizados. Si van a permanecer tal y como están, es mejor que las utilice en mi armada y no que se queden ahí abajo esperando lo inevitable".

Ópalo de Fuego retrocedió un poco mientras apartaba el dedo ofensivo de Citrino y señalaba al comandante con una mirada de odio: "¡Tú lo dices! Tú eres lo que está mal con los muchos cambios que ha sufrido nuestro Diamante a lo largo de miles de años", espetó.

Citrino entrecerró los ojos ante el Ópalo y se abstuvo de burlarse de la otra gema: "Y mira a dónde llevó a la Autoridad del Diamante hace mil años. Una guerra de mil años en un solo planeta, y todo se desperdició con un Diamante destrozado, incontables recursos de gemas perdidos, y las secuelas de la guerra aún se sienten hoy, Ópalo". El Comandante soltó un mordisco enérgico. "¡No eres la primera gema con la que he tenido esta charla, y dudo que seas la última!".

Ópalo de Fuego trató de encontrar otra razón para discutir con el comandante, y cuando lo hizo, deseó pensárselo dos veces antes de hablar. "¡Bueno, quizá Diamante rosa se lo tenía merecido en ese planeta maldito que engendró a tantos traidores y descoloridos!", gritó, antes de abrir mucho los ojos y cerrar la boca con miedo.

Los espectadores que eran los Jaspers del equipo de Ópalo de Fuego, todos jadeaban con caras de asombro, mientras que detrás de Citrino, Lapis boqueaba la palabra "wow" incrédula de la audacia que tenía la gema, Spinel por otro lado estaba-.

"Spinel, quédate-" Citrino estaba a punto de dar la vuelta y ordenar a la gema bufón de la corte que se quedara donde estaba y mantuviera la calma, ya que tenía la sensación de que la gema Spinel muy probablemente iba a actuar de forma irracional ante las palabras despectivas que el Ópalo dijo sobre Diamante rosa, sólo para que Spinel ya estuviera en medio de la embestida hacia la Gema Ópalo.

¿"LA FRACTURA QUE DICES"? Spinel gritó con ira beligerante, mientras que la gema de Ópalo rosa que una vez estuvo en su poder cayó de su agarre para estrellarse contra el suelo.

Sorprendida y arrepentida por no haber elegido bien sus palabras y haber dejado correr su boca, Ópalo de Fuego empezó a dar tumbos hacia atrás mientras Spinel se lanzaba por el aire hacia ella con la intención de mutilarla.

"Spin-" En pleno vuelo, cuando la trayectoria de la embestida de dicha gema la llevó junto a la comandante Citrino, la propia comandante puso cara de fastidio y extendió rápidamente la mano para agarrar a Spinel por el brazo derecho y detenerla.