1. The Swan's House

96 15 0
                                    

-No solo es difícil para ti, corazón -dijo mamá mientras se sentaba a mi lado-. Pero debemos intentar adaptarnos a nuestro nuevo hogar.

-No sería difícil si no hubieras decidido por las dos -respondí sin mirarla-. Aún puedes cancelar todo este circo.

Mamá soltó un suspiro antes de ponerse el cinturón. Aunque no tenía muchas ganas de hacer nada, también me abroché el cinturón.

El vuelo hacia Washington se me hizo eterno, pero lo pude sobrellevar gracias a la melodiosa música de Manuel Medrano. Mamá había querido conversar, pero yo todavía estaba enojada por su repentino cambio de vida, que, por ser menor de edad, repercutió en mi vida también.

-¿Este será nuestro carro? -pregunté al ver un viejo coche negro, que ya parecía ser gris, que un señor acercó a donde nos encontrábamos, entregándole las llaves a mamá.

-Es solo un coche rentado, cariño, aún no he comprado nada para nuestra vida en Forks.

-Espera, ¿dónde viviremos? -pregunté mirándola.

-En casa de tu tío -respondió mamá con una sonrisa, mientras abría la cajuela y dejaba sus maletas dentro.

Me acerqué a ella, guardando mis pertenencias, para luego ir a la puerta del copiloto y subir al auto. Mamá subió unos minutos después, encendiendo la radio en una estación de rock clásico.

-Será un viaje largo a Forks, que Elvis lo haga un poco más agradable -dijo mamá con una sonrisa.

Rodé los ojos y me puse mis audífonos.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero ahora mamá estaba moviendo mi brazo para despertarme.

-Vamos, corazón, hemos llegado -dijo mamá en voz baja.

Supuse que ahora que mamá comenzaba a hablar en inglés, debía de comenzar a hacerlo yo también. No era que no supiera, pero no era que lo practicara muy seguido. Me levanté un tanto malhumorada, aún con la sensación del extraño sueño reciente. Cuando bajé del auto, pude ver a un señor un par de años mayor que mamá, con un gran bigote sonriendo y acercándose a abrazarla.

-¡Por Dios, Nickie, estás irreconocible! -dijo quien parecía ser su hermano.

Realmente nunca lo había visto en mi vida, era la primera vez que pisaba tierra norteamericana. Mamá había vivido toda su vida aquí, pero desde que se fue de intercambio a México cuando estudiaba la universidad, nunca más había regresado a Washington, por lo que yo tampoco, así que no conocía cómo se veía mi "familia" materna, salvo por una foto descuidada que mamá guardaba en un viejo libro.

-Tú te ves idéntico, salvo por el bigote -se burló mamá.

Me alejé unos pasos de ambos para poder ver lo que pretendía ser nuestro nuevo hogar. La casa era amplia, lo suficientemente espaciosa para un solo hombre, pero ahora también viviríamos dos personas más. Sin embargo, la casa parecía descuidada a simple vista y, siendo sincera, era un poco más fea que nuestro antiguo hogar. Esa era otra cosa que me molestaba; habíamos dejado nuestra acomodada vida para lo que ahora podría ser una vida de clase media o media baja.

-¡Kai! ¡KAI! -gritó mamá llamando mi atención-. Ven, corazón, quiero que conozcas a tu tío Charlie.

-Hola -saludé sin mucho entusiasmo, agitando mi mano frente a él.

-Hola, ¿Ketsalo? -dijo Charlie-. ¿Así se dice?

-Es Ketzaly -corrigió mamá-. Con "Y" al final.

-¿Y qué es eso? ¿Un ave acaso? -preguntó el tío con una expresión confusa.

-No -respondió mamá riendo-. Es una palabra en maya, significa "mujer bonita".

-¡Oh! Bueno, creo que es muy adecuado, realmente eres muy linda, Ketsoli, ketso...

-Solo dígame Kai -interrumpí con una sonrisa falsa.

-¡Ketzaly Swan! -me reprendió mamá, lanzándome una mirada de advertencia.

-No, está bien, a mi hija tampoco le gusta que la llamen por su nombre completo -intervino el tío Charlie-. ¿Kai? -asentí volviéndolo a ver con aburrimiento-. ¿Por qué no mejor les enseño la casa? -Mamá asintió, aun observándome con una mirada que no comprendía.

El tour no duró realmente mucho. La casa era amplia, pero con pocas habitaciones. Al final, agradecí que tendría un cuarto propio. Debía de hacer algunos ajustes decorativos, pero nada que me tomara mucho tiempo. Comenzaba a extrañar nuestra casa en México.

Mientras subía mis maletas, no pude evitar ser chismosa y escuchar la conversación que los hermanos Swan estaban teniendo en la cocina. Escondiéndome tras una pared, pude escuchar un poco de lo que hablaban.

-Si es así, ¿por qué no viniste antes? -preguntó Charlie a mamá.

-No quería que fuéramos una molestia.

-No lo serían. Somos familia, Nickie.

-Es solo que no sé... -se escuchó una gran pausa donde ninguno decía nada-. Tal vez necesita una energía masculina en su vida.

-¿Por qué no solo le preguntas?

-¿Has intentado hablar con una adolescente? -Charlie soltó un sonido extraño antes de que mamá riera-. Exacto. Antes era una niña linda -mamá volvió a soltar una pequeña risa-. Me contaba todo... ahora, apenas y me dirige la mirada.

Me sentí triste. No quería que mamá se sintiera mal, pero apenas y yo misma me entendía. Sin querer seguir escuchando conversaciones ajenas, me subí al que sería mi nuevo cuarto.

Apenas pasaron un par de horas cuando mamá entró a mi cuarto, después de tocar la puerta.

-¿Todo bien, corazón? -preguntó mamá con una sonrisa tensa en su rostro.

Asentí sin ánimos de hablar.

-¿Tienes hambre? -volvió a preguntar mamá.

-Un poco -respondí, dejando un par de libros sobre una repisa.

-Iré por pizza, ¿te gustaría ir conmigo? -mamá se sentó sobre mi cama-. Te serviría para conocer un poco Forks.

-¿Tendré mi propio carro? Como en México -pregunté mirándola.

-Te castigaste tu auto en México, corazón -aclaró mamá con una mueca en el rostro.

-Sí, y después lo vendiste para mudarnos a miles de kilómetros lejos de nuestro hogar -reclamé, volteando para no verla.

-Corazón, sé que no te agradó la idea de mudarnos, pero... ¿podrías intentarlo?

Volteé a ver a mamá. Hace unos meses le hubiera agradecido completamente mudarnos de México, pero justo ahora quería un lugar seguro y no estaba completamente segura de que hubiese sido buena idea alejarme de lo que ya conocía.

-Cariño, no sé por lo que estás pasando, pero estoy aquí, estoy aquí contigo -dijo mamá con un poco de desesperación en su voz-. Quiero que le des una oportunidad a Forks, ¿podrías hacerlo?

Suspiré rendida y, apenas asintiendo, me acerqué a mamá.

-Como sea, ¿vamos por las pizzas?

Mamá sonrió, una sonrisa genuina que iluminaba sus ojos y no había visto desde hace algún tiempo, lo que me hacía sentir peor, pero al mismo tiempo reconfortaba mi corazón. Decidí intentar ser la de antes, la chica que no le daba problemas a su mamá.

La promesa del lobo raro | Embry CallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora