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De Loera.

Podía sentir la claridad empezar a pegarme en la cara así que poco a poco empecé a abrir mis ojos y dejar que estos se acostumbraran a la claridad de dónde fuera que estuviera. Lo primero que note fue lo aporreado que estaba mi cuerpo y un dolor en mi costado hizo que soltara un pequeño quejido entre dientes, lo segundo fue que ya no estaba en aquél bosque si no que en una cama, esposada.

—"Pero que..."—Musité moviendo mi muñeca y por ende la esposa.—"¿Quién tiene un fetiche tan raro?"

—"No es fetiche,"—Me gire rápidamente hacia la dueña de esa voz. Una mujer no más de 30 años me miraba fijamente y fue cuando me di cuenta de que había otras personas con ella en esa habitación. Una rubia, una de pelo corto y dos hombres. Uno de ellos más joven que el otro.—"Es solo una precaución."

—"¿Como fue que llegaste aquí pequeña?"

Mire al hombre un tanto más mayor, traía un bastón pero algo en él me causaba intriga.

—"¿Dónde estoy exactamente?"

—"Nosotros somos los que hacemos las preguntas, tú solo contestas."

Arqueé una ceja ante tal comentario. Mire a la mujer fijamente y puede notar como está se incomodaba un poco.

—"Lo que Regina quiso decir,"—Interrumpió la de pelo muy corto.—"Es que este pueblo es un tanto... Peculiar. Y no todos pueden entrar."

—"Nosotros fuimos quien te encontramos, me llamo David, ella es mi esposa Mary Margaret y nuestra hija, Emma."

Ahora sí estaba sorprendida. Mis ojos cayeron en la rubia quien era de la misma edad que David y Mary Margaret.

¿Hija?—Me pregunté estupefacta. Me tienen que estar jugando una broma.

—"Como dije, este es un pueblo un tanto peculiar."

Asentí ante las palabras de Mary Margaret. Supongo que puedo decirles mi nombre.

—"Me llamo _______ De Loera, tengo 17 años."—Regina asintió dándome a entender que continuará.—"Y la verdad no recuerdo cómo fue que llegue aquí."

—"¿Nos está mintiendo?"—Preguntó Regina al hombre que desconocía su nombre. Él negó.—"Ah, recuerdo que tenías un golpe en la cabeza quizás sea un poco de amnesia temporal pero no solo eso también tenías una herida de flecha en tu costado y una tajada un tanto profunda en tu espalda al igual que varios hematomas y rasguños."

—"Quizás viendo las cosas dentro de tu mochila te ayuden a recordar."

Dudé un poco pero con la mano que tenía libre cuidadosamente tome mi mochila de las manos de el hombre mayor, la abrí y observe lo que tenía adentro; efectivamente los recuerdos me inundaron de lo que me había pasado.

¿Cómo es que no morí?—Me pregunté completamente estupefacta.

Miré a Emma y después a los demás y aclarando mi garganta cerré mi mochila, como pude claro, ya que tenía solo una mano libre y era mi izquierda.

—"Caí de mi pegaso después de recibir una flecha por mi hermano."—Musité un poco bajo. Solo espero y me crean.

"¿Pegaso? ¿El caballo con alas?"

—"Ese mismo, si. Verán,"—Mordisqueé un poco el interior de mi cachete.—"No se si ustedes han escuchado sobre la mitología griega, el como a veces los dioses bajan a bueno, divertirse con los mortales."

Regina asintió.—"Si claro, los semidioses."

—"Exacto, bueno yo soy eso. Soy una semidiosa. Mis amigos junto con mi hermano y yo veníamos apenas de haber salvado a otro semidiós de unos monstruos pero nos estaban persiguiendo y atacando. Alcanzamos a alzar vuelo en los pegasos pero al ver cómo mi hermano iba a ser tumbado por una flecha yo me puse en medio y caí. Recuerdo que mi cuerpo quebró varias ramas y después aquel inmenso dolor cuando por fin se estampó contra el suelo del bosque y ya."

—"Estabas en ese bosque por 2 días, la hipotermia y el desangrado tuvo que haberte matado pero ahora ya entiendo el porque estás viva e hiciste una rápida recuperación."

—"¿Dos días?"—Pregunté. David asintió, algo dentro de mi se encendió con curiosidad.—"¿Nadie más a aparecido buscándome?"

—"No cariño, lo lamento."

Y fue cuando sentí el aura de Mary Margaret. Ella estaba un poco triste por mi.

—"Está bien, no te preocupes. Digo, mi hermano ni siquiera me reconoce como su hermana."—Solté una pequeña risita pero muy en el fondo me dolía, me dolía el hecho de que nadie se tomó la libertad de volver por mi. O por mi cuerpo si hubiera muerto.

—"Bien, ya que sabemos que esta chica, ________ no es ningún peligro quítale las esposas Rumple."

—"¿Acaso tu eres la alcaldesa Emma?"

—"Regina."

—"Emma, ella es una semidiosa es mucho más poderosa que todos los presentes nosotros somos personajes de cuentos de hadas y-..."

Inmediatamente tuve que interrumpir.

—"Disculpa, ¿Como fue que usted dijo? ¿Personajes? ¿Cómo Cenicienta y la Reina Malvada?"

Ahora ellos eran los que parecían estar dudando el sobre decirme el que hacía a este pueblo peculiar.

—"Es una larga historia."

No pude evitar sonreírle a Emma moviendo mi muñeca la cual estaba esposada a la cama.

—"Tengo tiempo."

( . . . )

"Y yo que pensé que mi familia era complicada. Así que, tu eres Blancanieves y tú eres el príncipe encantador."—La pareja asintió.—"Ella es su hija y la salvadora,"—Emma se incómodo un poco pero asintió.—"Tú eres Rumplestilskin, y finalmente usted es la Reina Malvada."

—"La causante de que todos estemos atrapados aquí."

Noté ese pequeño tono pasivo-agresivo de parte de Mary Margaret y supe inmediatamente que se tomaban muy enserio el querer detestar a los villanos de sus historias.

—"Así que aquí hay buenos y malos; heroes y villanos ¿Verdad? Bueno al menos en sus ojos ¿No Mary Margaret?"

—"¿Que quieres decir con eso?"

—"Lo que quiero decir es ¿Qué si me verían diferente al saber quién es mi padre divino?"

Hubo un pequeño silencio y sabía que ahora tenía a todos pensando, no fue hasta que Emma rompió ese silencio.

—"¿Quien es tu padre?"

Nuevamente mordisqueé el interior de mi cachete, pero alcé mi mirada viendo a todos.

—"Hades. Rey del Inframundo, Dios de los muertos y riquezas."




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