Historia Única

12 0 0
                                    

Después de haber nacido en esta isla, poco era desconocido para mí, explorando las más oscuras cuevas y también las más altas montañas.

Contemplar la belleza de las estrellas que cubrían el cielo y superar mis miedos a la profundidad del océano.

La belleza del mundo hacía que valiera la pena conocerlo, pero eso conllevaba enfrentarme a las criaturas que habitaban en este. Hoy era el día en que me enfrentaría a la más fuerte de todas, tanto era su poder, que antiguos magos lucharon para encerrarlo en una figura de obsidiana que pronto tomó la forma de la bestia, escondida en un palacio que se encontraba en el fondo del mar.

Así fue por muchos años, hasta que la codicia del hombre fue más grande. Según un viejo marinero que conocí en mi camino aquí, fue gracias a un capitán y su tripulación que al escuchar que el sitio estaba lleno de tesoros, irrumpió y rompió el sello que lo tenía cautivo. Desde ese día, nadie había vuelto a escuchar de ellos.

Sabía de las advertencias de este lugar, había estudiado a fondo que debía usar para respirar bajo el agua y como alargar el tiempo de efectividad de las pociones, reforcé mi armadura con diferentes encantamientos que me permitieran moverme más rápido y más, estaba confiada en que podría dar una buena batalla submarina.

El día estaba algo nublado y las olas hacían un ruido estruendoso cuándo chocaba con las paredes húmedas del edificio casi abandonado, pues parecía que algo o alguien me observaba en todo momento, ¿O era acaso mi paranoia la que estaba actuando por los relatos del hombre? Al entrar, pude notar lo colosal que era por dentro, me preguntaba como es que el agua no llegó hasta aquí, ¿Algún tipo de hechizo? ¿Será que estuvo en la superficie antes y después subió la marea?

Después de algunos pasos, noté que en el fondo de un largo pasillo se encontraba un trono, repleto de pequeñas piezas de amatista que adornaban su contorno negro, recuerdo que en los relatos que leí, antes existía una raza pacífica, sus habitantes eran guerreros indomables y de un corazón puro, ¿Será que fueron ahuyentados por la presencia del monstruo? ¿O fueron corrompidos por su misma maldad..?

Justo en ese momento mis pensamientos fueron interrumpidos por un sonido que provocó un escalofrío por todo mi cuerpo y mi respiración se cortara. Ahí estaba.

A un ritmo lento me dirigí al lado contrario del asiento, ahora llegando a una sala oscura con una caída larga hacía lo que parecía una piscina; grandes torres de piedra sobresalían de la misma, siendo eso lo único que podía verse a simple vista; pero yo veía más, siendo que mis ojos se adaptaron rápidamente al entorno, pude divisar algo moverse bajo esas aguas, muy intimidante que me triplicaba el tamaño.

Con manos temblorosas saqué mis espadas gemelas y de un salto me sumergí, sabiendo que el chapoteo del agua llamaría su atención; lo que veía enfrente mío no podría olvidarlo, dos ojos inyectados en púrpura se reflejaban en los míos azules y como si fuera nada más que su carnada... Cuatro tentáculos fluorescentes que sobresalían de su cuerpo giraban y se movían a su alrededor. Sólo su nombre resonaba en mi cabeza.

El Leviatán.

De manera grotesca, sus fauces se abrieron en cuatro partes, dejando ver sus hileras filosas de colmillos y un rugido gutural salió desde lo profundo de su pecho, sin dudar, me atreví a dar el primer golpe, impulsándome con mis alas para acercarme con mayor velocidad.

Por un segundo logré aturdirlo, haciendo que se quedara quieto mientras recibía daño, ahí es cuándo aproveché para nadar justo debajo y estocar su pecho, esquivando sus aletas que intentaban aprisionarme contra su cuerpo y rápidamente me impulsé alejándome, tratando de mantener un ritmo girando por las diferentes piedras que obstruían sus ataques cuerpo a cuerpo.

Ahí es cuándo cometí el error de no notar a dónde se habían movido sus extensiones.

Pude sentir un jalón que inmediatamente provocó un dolor agudo en mi pierna, este me dirigió al suelo, azotándome con fuerza haciendo que mis sentidos se nublaran y mi cabeza diera vueltas; al notar que unas luces extrañas que parecían soltar rayos comenzaban a rodearlo, atiné a su tentáculo y lo corté, liberándome para de inmediato ir a la superficie, como pude me alcé para subir por una de las paredes hasta llegar al pasillo por el que entré, arrastrándome por la pequeña cascada que había ahí. Pero no había cantado victoria.

El ruido del agua partiéndose detrás de mi hizo que me detuviera, girando con lo que no podía describir mas que con terror, como aquella bestia había salido bruscamente del agua, lo que hizo temblar las paredes de su prisión, tan pasmada me encontraba que no tuve tiempo de reaccionar a tiempo, atrapándome con sus extremidades y arrastrándome por el sitio hasta sumergirme una vez más hasta las profundidades; perdí la noción del tiempo, tal vez habían sido horas o simples minutos.

De a poco, mi armadura terminó destruida y ya no tenía manera de seguir respirando.

Mi cuerpo dolía y tenía la sensación de como se iban llenando de agua mis pulmones, estando en el fondo, mi cuerpo quedó rígido y al mismo tiempo laxo, ya no tenía la capacidad para seguir luchando, ¿Era ese mi final? Cerré mis ojos, con una única súplica en mente.

"Por favor, que alguien me ayude..."

Cuando creía que iba a desmayarme, sentí calidez rodearme, unos brazos me rodearon y con facilidad me sacaron del agua.

"Aguanta un poco"

Lentamente abrí mis ojos y lo primero que vi fue un techo lleno de frutos luminosos que bajaban majestuosamente por el sitio, cosa que no se encontraba ahí antes, antes de que...

"Quédate aquí"

Giré mi rostro al dueño de la voz, su cabello negro y ojos color café me brindaron una paz que parecía irónica por lo que ocurría a nuestro alrededor, con cuidado me puso sobre uno de los pilares cubriéndome con algunas de esas ramas que al igual que él, me confortaron, casi de inmediato comenzando a sentir como el dolor iba desapareciendo, ¿Era su magia?

Un chillido hizo que saliera de mis pensamiento y tan rápido como empezó todo, acabó, de un movimiento de su mano, él chico había convertido a la bestia nuevamente en una estatua, perpleja comencé a reír de la emoción y alivio.

"¡Gracias! ¡Muchísimas gracias! Pensé que iba a..."

"No hay de que, a la próxima... No vengas sola"

Me sonrió y no pude evitar sentir una empatía y dulzura por él. Era extraño ya que aunque su poder parecía increíble, había una parte humana que decidió ayudarme. Un Guardián que tuvo piedad por una simple dragona en un mundo dónde la fantasía no existe.

"¿Cuál es tu nombre?"

Pareció confundido por la pregunta, pero sin tardar mucho me respondió.

"Rubens"

"Rubens, parecerá exagerado... ¡Pero haré un altar en tu honor y nombre!"

Sorprendido por mis palabras, solo río como si estuviera bromeando, pero él no sabe que yo hablaba muy en serio. Pequeños destellos fueron rodeándonos, eran pequeñas abejas que lentamente zumbaban a un silencioso ritmo.

"Esa es tu decisión... Cuídate, Runa"

En un parpadeo, me encontraba en mi hogar, aún sin poder creer en lo que había ocurrido. Algunas lágrimas se me escaparon al darme cuenta que pudo ser mi último aliento, pero él me dio una oportunidad.

"Gracias..."

Desde ese día, no lo volví a ver, no supe de nuevo de su presencia y solamente el recuerdo de las polinizadoras me llevaban a ese día.

Cumplí mi palabra y no sólo me conformé con un altar. Tal vez para otros era un desconocido, pero para mí, se había vuelto mi héroe y salvador.

En el futuro, espero que otros puedan seguir con el legado de aquel Guardián de ropajes verdes y orejas de oso.


Mi promesa a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora