Así, aquel aparente "todo bien" se desvaneció en un desacuerdo silencioso. Aunque compartían ideas afines y vislumbraban los mismos horizontes, ninguno lograba satisfacer las necesidades del otro. Su amor por él era profundo y sincero, mas nadie podría doblegar sus convicciones, menos aún silenciarla cuando se trataba de defender los intereses de su patria.
Victoria decidió expresar su opinión en medio de un desacuerdo entre los franceses y los argentinos, y quizás esa fue la gota que colmó el vaso. Desde ese instante, todos comenzaron a apoyarla, pero a cambio, Javier Milei enfrentaba constantes ataques inimaginables. Sin embargo, por un efímero momento, ella no sintió ninguna culpa. Era capaz de defender sus ideas incluso con los ojos vendados, pero escuchar la entrevista del mandatario aludiendo al desacuerdo la hizo sentir como una traidora.
Se ganó el desprecio de algunos libertarios; quizás no todos, pero una parte de ellos la tildaba de inmadura. Sin embargo, a ella no le importaba en lo más mínimo. Estaba satisfecha con lo que había expresado y no tenía intención de cambiar su postura. Durante los días siguientes, el mandatario la ignoró, pero esa ausencia no era nueva para ella. No obstante, al recibir el mensaje de Karina pidiéndole que borrara el tuit que había publicado, decidió destacarlo en la plataforma, no solo como un desafío, sino también como una firme declaración de sus convicciones.
Creyó profundamente que había ganado el desprecio de la hermana Milei, y sabía que eso también implicaba el rechazo de Javier. Esa realidad le dolía, pero se mantuvo firme. Victoria continuó desempeñando su papel de vicepresidente como si nada hubiera sucedido; al llegar a Catamarca, la recibieron como a una vieja amiga que no veían desde hacía tiempo. Intentó ahogar sus penas en charlas y elogios que le ofrecían, pero cada recuerdo la golpeaba como una ola en la orilla: incesante. Recolectó los pedazos de su corazón y sonrió, mientras los rayos del sol acariciaban brevemente su rostro.
—Yo la apoyo, Vicepresidenta —confesó una persona frente a ella; no lo conocía, pero le sonrió.
—Gracias —murmuró—. Me encanta este lugar, muy lindo todo.
—Gracias a usted por venir —insistió el hombre, palpando brevemente los brazos de Victoria—, es un honor tenerla por acá.
Su sonrisa brillaba como perlas recién descubiertas, pero su corazón herido palpitaba con un dolor profundo. Sabía que en pocos días volvería a ver al presidente, y conocía bien su propio corazón: dolería una y mil veces tenerlo cerca, pero sentirlo tan distante al mismo tiempo. Se obligó a ignorar el torbellino de emociones que la atormentaba y decidió aprovechar cada rincón de Catamarca, disfrutando de todo lo que el lugar tenía para enseñarle y atesorando esos momentos en su memoria.
Creyó que, después de su visita a Catamarca, nadie mencionaría al presidente en su presencia. Sin embargo, al visitar la rural, no tuvo más remedio que hablar sobre su relación con el mandatario. Dijo lo que el mundo quería escuchar, mientras ignoraba lo que realmente sucedía entre ellos. Quizás fingió tener una excelente relación con él, pero dejó claro que no estaba dispuesta a pedir disculpas como lo había hecho Karina; sus palabras eran irreversibles. Y cuando pensó que todo había terminado, llegó el día que menos esperaba, sintiendo un torbellino de nervios recorrer sus manos, temblando inconscientemente.
Lo vio acercarse con esa calma irremediablemente suya, su cabello alborotado y esa sonrisa que regalaba a todos mientras saludaba. Intentó mantener la compostura, apretando las manos para calmar el temblor que la delataba. Sin embargo, cuando finalmente estuvo a un metro de ella, lo observó de reojo, contemplando lo bien que se veía. Por más distante que fuera con ella, aún lo amaba. Quizás sus ojos la traicionaban, pues reflejaban el brillo que sólo aparecía al verlo. Pero en ese momento, nada más le importaba.
Pensó, por un breve momento, que pasaría de largo y no la saludaría. Sin embargo, cuando esos ojos celestes la miraron, comprendió al instante que él no podría hacer eso. Sabía que debía apoyarlo manteniendo las apariencias. Cuando finalmente lo tuvo cerca, él la saludó fugazmente y apartó la mirada, como si su presencia lo quemara; un gesto que Victoria no pudo ignorar. Lo siguió con la mirada, y su sonrisa, aunque contenida, expresaba una calma que ocultaba su propia ansiedad. No era sólo ella la que se sentía nerviosa ante ese reencuentro.
Con el paso del tiempo, y con dos personas interponiéndose entre ella y la presencia de Javier, sintió que sus nervios se apaciguaban ante el espectáculo que se desplegaba frente a sus ojos. En breves ocasiones, casi disimuladamente, entabló conversación con la mujer a su lado, robando fugaces miradas al rostro de Milei y notando la expresión que lo habitaba. Admitía que él era pésimo guardando sus pensamientos; su rostro hablaba por sí mismo, como un subtítulo que revelaba más de lo que pretendía. Le fascinaba su sinceridad desarmada, esa apertura total que mostraba incluso cuando no tenía la intención de hacerlo.
Apartó la mirada y dirigió toda su atención al frente, sonriendo inconscientemente. Aunque pudiera parecer que su sonrisa estaba dedicada al espectáculo frente a ella, en realidad era su memoria la que evocaba el rostro de Milei, reflejando a través de su expresión inconsciente la tensión que lo habitaba. Le resultaba curioso que ella estuviera sufriendo de nervios y una ansiedad inexplicable, convencida de que Javier estaba completamente bien. Sin embargo, pronto comprendió que él estaba igual o incluso peor que ella.
Se sentía segura, pues aunque la presencia de Karina estaba ahí, a varios metros de distancia, también se mantenía alejada de su hermano; casi como si el destino estuviera de su lado. Con total convicción, comprendió que su desacuerdo no era con Javier, sino con su hermana, esa voz que le susurraba al oído incluso cuando él no quería. Sabía que Javier apoyaría a su hermana sin importar las circunstancias, pero también era evidente que no deseaba ignorar a Villarruel, lo cual alegró a Victoria.
A pesar de haberlo pensado detenidamente, sintiendo por primera vez la mirada del presidente sobre ella, sabía que él no la amaría, incluso si quisiera. No estaba dispuesto a verse atrapado en un dilema que lo obligara a elegir entre su hermana y ella; era evidente que siempre elegiría a Karina, aunque eso le doliera y significara perder a la otra parte. Una vez más, se rió mientras aplaudía al compás de la multitud, demostrando que sus heridas sanarían, aunque dejaran cicatrices.
Ella lo amaba, y en su profundo amor, le dió la oportunidad de elegir a su hermana sin necesidad de perderla a ella o la amistad que pendía de un hilo. Sin embargo, tanto ella como él eran conscientes de que esa amistad nunca volvería a ser la misma, y ahora era el turno de Javier de experimentar lo que Victoria había sentido.
Fin del one-shot
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En sus manos | Milei x Villarruel
Fanfiction(Javier Milei y Victoria Villarruel): Poseía un carácter explosivo, encarnación viva de la feminidad, pero con un corazón tan noble como el de ninguna otra. Inquebrantable en su determinación de ser dueña de su destino, rechazaba cualquier intento d...