miedo y esperanza

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Me siento atrapada en una sala cubierta de humedad, rodeada de gritos y sombras que parecen moverse en la penumbra. La mesita de luz y el banco de hospital son los únicos objetos visibles, y me recuerdan a un quirófano abandonado. Estoy atada de pies y manos, sin poder moverme ni escapar. Me siento como una prisionera en un lugar desconocido, sin saber qué va a pasar conmigo.

-"¿Qué vas a hacer conmigo?"- pregunto con voz temblorosa, tratando de mantener la calma.

-"No te preocupes, todo saldrá bien"- responde el líder del grupo con una sonrisa fría, sin mostrar ninguna emoción.

-"¿Qué significa eso? ¿Qué vas a hacer conmigo?" -insisto, tratando de obtener más información.

-"No te preocupes, ya lo verás"-responde de nuevo, sin dar más detalles.

Me senté en la cama, intentando calmar mi respiración agitada. La habitación estaba en silencio, solo se escuchaba el sonido de mi corazón latiendo con fuerza. Me rodeé con los brazos, intentando encontrar consuelo en mi propio abrazo.

Pero la sensación de alivio duró solo un momento. La pesadilla había sido tan real, tan vívida, que me sentí como si el secuestro hubiera vuelto a suceder. Me sentí atrapada en una noche eterna, sin escapatoria.

Me levanté de la cama y comencé a caminar por la habitación, intentando sacudir la sensación de miedo que me invadía. Pero no podía sacudirla. La pesadilla había despertado algo dentro de mí, algo que no podía ignorar.

Comencé a recordar el secuestro, los días de oscuridad y miedo, la sensación de estar atrapada sin escapatoria. Me sentí como si estuviera reviviendo todo de nuevo, como si el tiempo no hubiera pasado.

Me detuve frente al espejo y me miré. Mis ojos estaban llenos de miedo, mis mejillas pálidas. Me sentí como si estuviera mirando a una extraña, alguien que no conocía.

-"¿Quién soy yo?"-me pregunté.

No sabía la respuesta. La pesadilla había hecho que me cuestionara todo. Me sentí perdida, sin rumbo.

Pero entonces recordé algo. Recordé la sensación de fuerza que había encontrado dentro de mí durante el secuestro. Recordé la determinación de sobrevivir, de escapar.

Me enderecé y me miré de nuevo en el espejo. Esta vez, vi a alguien diferente. Vi a alguien fuerte, alguien que había sobrevivido al infierno y había salido adelante.

-"Voy a superar esto"-me dije. -"Voy a superar mis miedos y mis pesadillas. Voy a encontrar la luz en la oscuridad".

Y con esas palabras, me sentí un poco más fuerte. Me sentí como si pudiera enfrentar cualquier cosa que viniera. Me sentí como si pudiera encontrar la paz.

recordé las veces que Coulson me asustaba diciéndome que las 3 de la noche era el horario preferido de las brujas, solo para que me volviera a dormir. Lo extrañaba, al igual que al tío Nick y al tío Happy. Me sentía agradecida de que hubiera buenas personas en el mundo, pero deseaba que mis padres estuvieran conmigo en ese momento difícil. Me preguntaba cómo reaccionarían si supieran que tengo cáncer, pero no tenía las fuerzas para decírselo.

Solo hablaba con el tío Nick y el tío Happy, y me dolía no poder hablar con mis padres ni tener la confianza para hacerlo. Me sentía como si estuviera viviendo en una burbuja, sin poder salir de ella. Pero en ese momento, algo me hizo reaccionar. Saqué mi teléfono y llamé a Happy.

-¿Happy, estás ocupado? -pregunté, tratando de contener mis emociones.

-Sí, ¿qué pasa? -respondió sin preocupación.

-Hace tiempo, con el tío Nick hemos ideado un plan de contingencia para mí -dije, tratando de explicar-. Era para que, en caso de una emergencia, yo... desapareciera.

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