"Imaginar que ahora eres un delincuente, qué triste", fingió llorar Miku. Len solo la miró irritado mientras entraba en su cuarto, llevando una bandeja con vasos de jugo en sus manos.
"¿Quién será el nuevo vicepresidente? ¿O no lo saben aún?", preguntó el dueño de la habitación. La de ojos azules solo levantó los hombros como respuesta.
Ambos conversaban como si fuera un día de clases normal. Bueno, en realidad, no estaban en clases y uno de ellos estaba suspendido.
"¡Ah, lo olvidé!" gritó Miku. Rápidamente se levantó de su lugar y fue a buscar su bolso. De allí sacó unos papeles. "Son los apuntes de hoy, me esforcé, así que debes estudiarlos mucho".
Kagamine sonrió. "Realmente, ella es muy amable. Siento que mi corazón explotará", pensó él. Sin embargo, su rostro permanecía completamente serio. Sin decir nada, tomó los apuntes.
"Es algo tarde, Lenny. Me iré a mi casa ya", dijo ella. Ambos se despidieron en la puerta.
En los días siguientes, sin falta, Miku iba a la casa del ahora ex-vicepresidente con la intención de dejarle apuntes, contar anécdotas o compartir algunos rumores.
"Todos creen que somos novios ahora. Incluso nuestro profesor encargado me preguntó por ello", fingió llorar Hatsune. Len, por su parte, solo rió; no le molestaba ser confundido si era con ella.
"Deberíamos darle el gusto en ese caso", dijo, acercándose a su rostro, ambos enrojecidos.
"Sí"
"¡PERVERTIDOS!" gritó alguien desde la puerta. Ambos se separaron bruscamente para voltear a ver.
"Rin, por favor, solo no", dijo Len mientras cerraba la puerta, dejando a su hermana fuera de la habitación.
"Lo siento, Lenny, es tarde. Iré a—"
"Te acompañaré", dijo Len, interrumpiendo a Miku. Ambos se sonrojaron y ella sonrió en señal de aprobación.
Ambos salieron de la casa de la familia Kagamine, dirigiéndose a la de los Hatsune. Estaban algo nerviosos aún para poder hablarse correctamente, pero sus manos se entendían entre sí. Después de todo, iban tomados de la mano, entrelazando sus dedos.
Las palabras no lo eran todo; los gestos, las expresiones e incluso el sudor eran otras formas de expresar cómo se sienten. Ellos comprendían esto, y todo lo que sentían se transmitía en aquel instante a través de sus manos unidas.
Quizás era algo forzado decir eso, ambos en realidad querían decirlo, escucharlo y sentirlo. Sin embargo, esperarían si era necesario.
Aunque no querían admitirlo, deseaban besarse. Querían estar incluso en situaciones más explícitas.
Pero no querían forzar las cosas.
392 Palabras