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El humor de Jimin no mejoró aquella noche. Una amonestación en el trabajo por llevar el coche patrulla fuera de la zona indicada y desatender su puesto por motivos personales no era ninguna tontería, pero ni se le habían pasado por la cabeza las consecuencias cuando instó a Seolhyun a esa visita. Ella, que desahogó con él toda su frustración en el camino de vuelta al centro, y con razón. El repartidor, que a esas alturas ya habría extendido el cotilleo por toda la ciudad. No le preocupaba demasiado el tema de su orientación sexual, nunca lo ocultó, aunque era discreto. Esa discreción había terminado y, lo peor de todo, viéndolo con perspectiva, es que iría acompañada de las etiquetas de celoso, violento y dramático, contando con que ese hombre se limitara a decir la verdad y no adornara su historia por mejorarla.

Para colmo de males su compañero de piso había traído a una chica y tuvo que cenar solo en su habitación para dejarles la sala de estar y un poco de intimidad. Solía darle igual, era parte de las normas de convivencia. Y, por lo general, caía dormido en cuanto se metía en la cama. Pero aquella noche, que los gemidos tras la pared interrumpieran su insomnio terminó de agriar un día horrible.

Seguro que en Grindr encuentras a un gilipollas a tu misma altura moral.

Las últimas palabras del pintor retumbaron en su cabeza. Puede que fuera una buena idea. Sexo esporádico para olvidar. Al menos, se distraería creando el perfil. Tirado en la cama, descargó la aplicación y fue rellenando todos los apartados de forma vaga, sin ganas, sin apenas concretar ni pedir cosas específicas. Estaba obligado a poner una foto de perfil, pero como solo iba a curiosear, colocó una de unas viejas vacaciones en la playa, en la que se le veía de espaldas y de lejos. Tras meditarlo por unos minutos, le dio a enviar. Con eso hecho, podría indagar en los perfiles de su zona.

Como suponía, conocía a muchos de los candidatos, de vista o de los bares.

Un par con los que ya había tenido algo y nulo interés en repetir. Alguna sorpresa. Unos cuantos turbios.

Y de repente, su propia foto.

Su propio nombre.

El teléfono arrancó a Seolhyun de un sueño profundo. Ver que era Jimin quien la llamaba no le hizo ninguna gracia, pero era tarde. Que sonara el móvil a esas horas nunca era una buena señal y temió silenciarlo e ignorar que hubiera pasado algo horrible. Al pensar en eso la alarma la despejó del todo y descolgó antes de que los tonos se agotaran. Ni siquiera saludó.

—Jimin, ¿qué pasa?

—¿Recuerdas que tu hermano dijo que me había faltado tiempo para buscar a alguien y que era un mentiroso? —escuchó la mujer al otro lado de la línea, una voz muy alterada.

Seolhyun se pasó la mano por la cara y resopló.

—Sí, claro que lo recuerdo. ¿De verdad me estás llamando a medianoche para esto?

—Resulta que tengo un perfil en una aplicación de citas gay.

—Entonces Hoseok tiene razón y esto es una confesión. —dijo Seolhyun en tono resignado.

—¡No! ¡Yo no me había registrado en esa mierda hasta hoy! ¡Yo no subí ese perfil, encima con una foto absurdamente explícita que le mandé hace tiempo y a estas alturas habrá visto toda la ciudad en círculos de ambiente! ¿No lo entiendes? —dijo cada vez más alterado.

—¡Eh! Calma, me has despertado cuando había logrado conciliar el sueño, y no ha sido fácil por vuestra culpa. —Seolhyun se pellizcó el puente de la nariz, empezaba a estar harta de verse envuelta en los líos de Hoseok—. Hay un perfil falso con tu foto en esa aplicación. Haber empezado por ahí.

—¡Ha sido el niñato, para ponerle en mi contra! Tienes que decírselo, Seolhyun.

—¿Pero tú te estás escuchando? ¿Y piensas que Hoseok va a querer hablar conmigo después de lo de esta noche? No, Jimin. Además yo tampoco quiero hablar con él. Me ha echado de su casa y está en modo gilipollas, estoy harta de eso.

Obsesionado (2SEOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora