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Por lo general, cuando Alondra esperaba a que Rai la llamara, se ocupaba de su trabajo

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Por lo general, cuando Alondra esperaba a que Rai la llamara, se ocupaba de su trabajo. Sin embargo, había terminado temprano, así que no tenía nada que hacer y ninguna llamada que esperar, ya que Rai iba a ir a casa de su hermana por un tiempo y dejaría el teléfono en casa.

Se sentó en silencio en su habitación por un rato antes de decidir qué pasaría el tiempo afuera. No había salido a caminar por un tiempo, así que decidió que sería mejor, y también porque sabía que Rai se enojaría con ella por no usar su día libre sabiamente.

Se puso una sudadera con capucha, se guardó el teléfono en el bolsillo y bajo las escaleras con dificultad, saliendo a su porche. Comprobó las flores y, como esperaba, todavía no habían crecido nada.

Era la parte aterradora del cultivo de flores, al principio no sabías si algo estaba pasando todavía.

Decidió que iría al parque. Trajo un pequeño cuaderno y un lápiz para dibujar lo que le rodeaba, como solía hacer con su madre cuando era joven. Vio el columpio y encontró un banco cerca. Se sentó, suspiró y comenzó a marca líneas en su cuaderno.

– No, Rocío, te dije que no fueras mala y no me escuchaste.

Alondra escuchó decir a un hombro. Se dio la vuelta y vio a Juan, regañando a Rocío que previa gruñona.

– ¡Pero yo quiero helado como Geo! No es justo. — Lloro, pero su papá no cesaba. Juan la señaló con el dedo.

– Te lo dije un millón de veces. ¡No seas mala con los chicos! ¿Qué haces? Llamas a Rodrigo 'Carretera' hasta que él lloró.

La boca de Rocío se abrió de par en par. — ¡A él le gusta que lo llamen así, es su apodo papá!

– Bien, entonces. — Dijo Juan. — Si eso no lo hizo llorar. ¿Qué lo hizo?

Rocío bajo la cabeza en señal de derrota. — Lo perseguí con un palo y le dije que si me acercaba lo suficiente lo empujaría.

Juan se quejó. — Rocío, no puedes andar haciendo eso.

– Él se lo me-...

– ¿Se lo merece? — Juan terminó.

– Si. Esa palabra.

– ¿Por qué se lo merece? — Juan trató de comprender a su hija. Rocío agitó las manos.

– ¡Es un niño!

Juan suspiró y se alejó. Vio a Alondra en el banco y saludó. — ¡Oh, hola! ¿Hablaste con mi esposa el otro día, creo? — Alondra asintió.

– Abril. Si. — Ella me sonrió y luego hizo un gesto hacia Rocío, quien tenía los brazos cruzados y ensanchaba la nariz cuando lo miraba.

– Así que esa niña sigue teniendo problemas, ya veo.

Abril caminaba con Aldo hacia ellos ahora. Aldo miró a Rocío.

Flowers from 1970 || RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora