Prólogo

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EL AULA DE MATEMÁTICAS ESTABA IMPREGNADA EN UN SILENCIO TENSO, SOLO INTERRUMPIDO POR EL SUAVE RASGUEO DE LÁPICES SOBRE PAPEL Y EL OCASIONAL CRUJIDO DE LAS SILLAS. El profesor, un hombre de mediana edad con una mirada que parecía atravesar a sus alumnos, se encontraba de pie frente a la pizarra, explicando con fervor la teoría de los números complejos. Sin embargo, en la esquina trasera del aula, Bridget no prestaba atención. En su lugar, sus dedos danzaban con destreza sobre un mazo de cartas, haciéndolas girar y deslizar como si fueran extensiones de su propia voluntad.

A medida que las cartas se mezclaban y se alineaban en un brillante despliegue, Bridget se sumergía en un mundo que solo ella podía ver, con una actitud despreocupada, ajena a lo que fuera a decir el profesor.

Quizás seis meses atrás no hubiese sido capaz de irrumpir en la clase o ignorarla de esa manera, pero esa era la ventaja, ahora no le importaba nada y se sentía tan bien, podía hacer lo que le placía.

Las figuras y los símbolos de sus cartas parecían cobrar vida, contándole historias que la matemática jamás podría ofrecer, historias con un final trágico para todo aquél que la había humillado. Pero aquel momento de ensueño no duró mucho. La voz del profesor se alzó, cortante como el filo de una espada.

—Bridget. —Su tono era un claro aviso—. ¿Te gustaría compartir con la clase lo que es tan fascinante en esas cartas?

Bridget levantó la vista, sus ojos destilando una mezcla de desafío y desdén, mientras en sus labios se formaba una sonrisa burlona. Se encogió de hombros, mostrando desinterés mientras continuaba barajando. El murmullo de sus compañeros se intensificó, algunos se veían preocupados, otros intercambiaban miradas cómplices. El hombre canoso, visiblemente irritado, se acercó a su mesa.

—Esto es una clase de matemáticas, no un espectáculo de magia. Sal de mi clase y dirígete a la oficina del director.

La pelirroja lo observó con la cabeza en alto, se levantó lentamente, con su expresión cambiando apenas un instante antes de volver a su habitual fachada de desprecio. Con un gesto arrogante, guardó las cartas en su mochila y salió del aula con paso firme, como si cada paso fuera una declaración de independencia. No obstante, en su interior, una tormenta se agolpaba, una mezcla de emociones que aún luchaba por enterrar.

Desde su asiento en la fila del medio, James Garfio observaba todo con una mezcla de preocupación y tristeza. La imagen de Bridget, antes llena de vida y risas, ahora era solo un eco distante y vacío. Se preguntaba si aún quedaba algo de la chica que había sido, aquella chica brillante y optimista. La pregunta lo atormentaba mientras seguía el rastro de su figura hasta que desapareció por la puerta.

El aula volvió a sumirse en el silencio incómodo que había dejado atrás. James se sintió atrapado en una red de recuerdos y anhelos perdidos. ¿Podría encontrarla nuevamente? ¿Podría romper las cadenas que la mantenían prisionera en su propio dolor? La respuesta era incierta, pero una cosa era clara, la historia entre ellos aún no había terminado. La magia que alguna vez compartieron estaba esperando a ser redescubierta en los rincones más oscuros de sus corazones.

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𝐇𝐞𝐚𝐫𝐭𝐬 𝐢𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐝𝐚𝐫𝐤 ━━━━━━ James HookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora