DOS

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doied se quedó un segundo contemplado la cara del otro

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doied se quedó un segundo contemplado la cara del otro. Tenía unas pestañas largas y unos ojos obscuros, casi tanto como los de un oso, además de que tenía pecas, eso lo podía ver desde lejos, también noto algunas perforaciones, una en la ceja y otras dos en la nariz.

- que mirás wacho- dijo el otro avanzando hacia el con su carrito de libros.

- n-nada- sonrio bajo el cubrebocas.

- para que estabas lanzando libros?- alzó una ceja, y vaya que ceja, estaba más poblada que la cabeza de su papá.

- quedía adcanzad un libdo- se golpeó la frente al pensar que el otro no lo había entendido por su extraña forma de hablar.

- oh, pues solo tenías que acercarte a mi, pelotudo, no era necesario que atentas contra la vida de otros- bromeo un poco, luego detuvo su carrito y de la parte trasera saco un banquito.

- me vad a godpead con un banco?- miro con preocupación al otro, pero este solo soltó una carcajada.

- quién me creés?, solo te iba a decir que me dijeras que libro- ahora mismo doied agradecía que llevara sus lentes y el cubrebocas, si no el otro vería que se puso tan rojo como un tomate.

- ah...- asintió.

- pues entonces, qué libro es?- el castaño le hizo una seña con la cabeza para que lo siguiera, llevándolo a el otro lado del estante.

señalo el libro, haciendo que incluso el más alto subiera la cabeza, eso ni de broma lo alcanzaría con su miserable banquito.

- fantástico... aguántame un toque- se alejo de ahí, dejando a un castaño confundido <<seguro lo desespere y ya no regresará, soy el peor cliente del mundo, primero lo desnuco y ahora esto>> no dejaba de pensar y pensar.

no miento si les digo que spreen llevaba en quién sabe dónde desde hace más de 15 minutos, posiblemente muchos se ubieran ido a los 5 minutos, pero a doied le daba pena que el se fuera y el otro regresará. Así que lo espero.

que estupidez.

miro su reloj, eran al rededor de las 8, como se le fue una hora entera ahí?, ni el lo sabe. Lo que si sabe es que cierto chico no aparecía desde hace mucho, así que por fin decidió irse de esa biblioteca.

de todas formas faltaba una hora para que ese lugar cerrará, ya que al ser viernes cerraban temprano.

tomo su mochila y camino hacia el mostrador, donde se encontró al pelinegro besándose con una chica, ahora entendía el porque no le pudo ayudar.

simplemente intento pasar lo más desapercibido posible, incluso pensó en irse de rodillas para evitar interrumpir ese momento, pero no le funcionó.

- che, pibe!- se escuchó que gritaron atrás de el, justo cuando ya estaba a nada de salir.

𝐬𝐮𝐧𝐟𝐥𝐨𝐰𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora