¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El yate se deslizaba suavemente por las cristalinas aguas de Praia do forte, una bahía perfecta en Brasil, rodeado de un paisaje exuberante y vibrante, con el sonido del agua acompañando cada movimiento.
Catalina estaba sentada cómodamente en uno de los asientos de proa, con James entre sus piernas, su espalda apoyada en el pecho de ella. Sin embargo, su atención estaba completamente absorbida por el celular de él, donde había descubierto un juego que no podía soltar.
-Que solazo, ¿Si metiste el bloqueador? -Dijo buscando en el bolso.
-Por ahí debe estar. -Hablo sin verlo.
-Ah, ya. -Saco el envase y sacó el producto, para después pasarlo por sus brazos y pecho, para después volver a recostarse. -¿Te pongo?
-No, yo ahorita me pon-, ¡Hijieputa! -Dijo al ver que estaban matando su personaje.
-James se dio cuenta de que no tenía su atención y esbozó una sonrisa traviesa. Sin girarse, lanzó una indirecta.
-¿Si sabés que esos juegos los tengo en el celular para que los juegue Salomé, ¿cierto? -Bromeó, intentando picarla.
Catalina soltó una carcajada.-Ay, sí, claro. Solo estoy revisando que sean adecuados para Salo, no vaya a ser que le salga algo que no es. -Respondió ella, sin dejar de jugar.
James sacudió la cabeza, divertido, pero quería que ella se fijara en otra cosa que no fuera su celular. Decidió tomar medidas más drásticas, y con una sonrisa pícara, deslizó su mano por las piernas de ella, apretándolas suavemente.
-¿Y entonces, no me vas a prestar atención? -Preguntó en tono juguetón.
James, con una sonrisa traviesa en el rostro, decidió darle un mordisco en el muslo a Catalina para llamar su atención. Apenas sintió la mordida, Catalina soltó un quejido y le dio una pequeña patada en la pierna.
-Ay, no joda,malparido. -Exclamó, lanzándole una mirada de reproche, aunque una sonrisa divertida asomaba en sus labios.
James soltó una carcajada, claramente disfrutando de la reacción de Catalina.
-Ay, calmada, mujer, si no fue tan duro. -Respondió él, con una risa pícara, inclinándose para darle otro mordisco, más suave pero lleno de intención.
Pero Catalina, lejos de distraerse, subió sus piernas hasta el abdomen de James y lo apretó con firmeza.
-Qué cansón es usted, ome. -Le dijo, presionando más fuerte, lo que provocó que James riera aún más.
-Cansón, pero le gusta, ¿cierto? -Replicó James, disfrutando de la situación. -¿Sabe qué? Está jugando con fuego, porque yo no me quedo quieto. Debería dejar ese jueguito y prestar atención a algo más interesante, como yo, por ejemplo.
