Media mañana se asoma a través del cristal de la única ventana en su despacho, desde aquel segundo piso, en una habitación de paredes inmaculadas, sin embargo, el doctor Lee Minho no la estaba pasando para nada bien. La migraña lo estaba matando y el medicamento no parecía estar haciendo efecto lo suficientemente rápido, pero claro, cómo podría, con el calor abrazador que acompañaba ese dia haciéndole sentir al punto del bochorno y para colmo con el fiasco que había resultado el sistema de acondicionamiento del nuevo edificio. Aún así, Minho intentaba recabar esfuerzos en olvidarse de la migraña, el calor y la luz cegadora del monitor que percibía como puñaladas a sus ojos, para concentrarse lo mejor posible en lo que tenía por delante, los últimos preparativos para finalmente culminar con la obtención de su especialidad. No obstante, por más esfuerzo que quisiese ponerle a la labor de ocuparse de su agenda extra laboral precisamente en su ambiente de trabajo, comprendía que aquello resultaría peor para su migraña, su salud en general y por ende también su desempeño en la clínica.
Con las manos entrelazadas al frente, adoptando una posición similar a la de un creyente en oración y apoyado sobre su escritorio, Minho cerró suavemente los párpados. Mientras la oscuridad se apoderaba de su visión, su atención se centraba en su respiración. Inhalar, exhalar, inhalar, exhalar, profundamente, reteniendo el aire en sus pulmones y luego soltándolo lentamente, sin prisa, como le había enseñado Minju. Ciertamente a él todavía le faltaba mucho por aprender en esas cuestiones que tanto le gustaban a su novia, sobre meditación, conectar con el universo, los chakras, pero tampoco era reacio a intentarlo aunque de buenas a primeras se le dificultara liberar sus pensamientos mas intrusivos.
—¡Doctor Lee!
El intento de trance de Minho se ve interrumpido abruptamente por el rostro familiar de su asistente asomándose sin aviso en el despacho. Minho eleva la mirada al segundo de oír su llamado, sin embargo, su expresión atormentada alerta al asistente, quien se presenta tímido por irrumpir de esa forma avanzando al interior aunque sin llegar a acercarse del todo.
Minho asiente, sabe que es hora de comenzar la jornada del día, por lo que se recompone lo mejor que puede y ofrece un gesto amable al chico antes de levantarse y enfundarse en su bata.
***
—Es el niño que está en tratamiento con el doctor Bang, tenía tres días hasta su próxima cita... —informa el asistente.
—Ya veo, hazlo pasar —confirma Minho, pero no acompaña al asistente en el camino.
Antes de ir con ellos necesita evacuar, su vejiga está en su límite desde el último paciente. De todas formas ya que está ahí se toma otro par de segundos extras para practicar frente al espejo, definitivamente debería lucir menos intimidante a sabiendas que tratará con un niño pequeño y que sobretodo es paciente predilecto de su desaparecido colega Bang. En momentos así un problema de caries suena a una tarea demasiado sencilla comparado a ese otro dilema que le sigue aquejando acerca del dolor martilleante producto de la migraña que vuelve cada cierto rato.
Al entrar en la sala, no obstante, no espera tener lidiar con un niño de mejillas regordetas y piernas cortas que apenas cubrían una parte del sillón de tapicería azul, hipando mientras era consolado por su asistente.
—Doctor Lee... —ruega el auxiliar dedicándole una mirada lastimera.
Involuntariamente la expresión amable que el doctor intentaba mantener se torció al no ver a nadie más con el niño y el asistente.
—¿Y los padres? —cuestiona sin obtener respuesta —Veamos, pequeño, ¿te duele mucho, verdad? —agrega Minho empleando su tono más gentil para tratar con el niño —Si me dejas revisarte vamos a poder ayudarte, ¿si?
El niño deja de moverse tan pronto reconoce en ese nuevo doctor uno diferente a su doctor favorito que siempre le daba figuritas de goma de dinosaurios en miniatura, de esos que usualmente venían empacados con dulces para los niños, pero que por la obviedad de su situación bucal el doctor no le podía obsequiar.
Cuando inesperadamente los ojos del pequeño se vuelven a aguar, Minho se aguanta las ganas de suspirar, porque entiende que no será tan fácil de persuadir y maldice a su ausente colega por tener tan mimados a sus pacientes. Aunque bueno, maldecir a Bang ya era más costumbre que nada.
Minho finaliza el procedimiento con éxito cuando finalmente el responsable del niño se digna en aparecer. Al doctor le molesta el hecho de que no lo hubiera hecho antes, ni cuando lo mandó a llamar con su asistente, pero más le fastidia el ver como tan pronto cruza la puerta el niño corre hacía él a pegársele como lapa y que el sujeto no demora tampoco en tomarlo en brazos tan afectuosamente. Con esa vista que le ofrecen a Minho que es tan observador le es inevitable no notar ciertos detalles.
Por lo general en su familia las coincidencias físicas eran bastante notables; él mismo creció entre comentarios que le repetían lo mucho que se parecía a su madre, pero tan solo se trataba de parecidos arraigados de la genética fuerte de la mujer, sin embargo, podría jurar que en todos sus años de vida nunca había visto una similitud tan exacta tal cual era evidente entre su pequeño paciente y el hombre, el cual evidentemente no podía ser nadie más que su padre.
—¿Doctor Lee, cierto? —pronuncia el hombre apaciblemente sacando a Minho de su ensoñación repentina. —Bien, ya me pusieron al pendiente sobre lo del doctor Bang. Quiero decir, soy Han Jisung, un placer.
Minho piensa que es joven, muy joven. De hecho, el doctor no cree que pase de los 20 años. Aunque generalmente no suele prestar mucha atención a la información personal de sus pacientes a menos que sea relevante para su trabajo, esta vez no puede evitar fijarse en Jisung. Curiosamente, no es la paternidad temprana lo que más le llama la atención, sino su atuendo peculiar, que le parece bastante estrafalario, como si se hubiera venido directo de una pasarela de moteros por el exceso de encuerado en sus prendas y no a una visita clínica debido a la caries de su hijo.
Minho se aclara la garganta antes de hablar, consciente de la importancia de manejar la situación con profesionalismo. Sin saber que este encuentro marcaría el inicio de una serie de eventos que cambiarían la vida de todos los presentes de formas inesperadas.
—Sí, Lee Minho, señor Han, ¿me permite unos minutos para hablar?
ESTÁS LEYENDO
Heart Smile | Minsung
FanfictionMinho parecía tenerlo todo: amor, amistades, riqueza y una carrera que amaba. Pero aún le faltaba ganarse de nuevo el favor de su familia, un objetivo que dependía de consolidar su compromiso con la heredera de una poderosa compañía farmacéutica con...