Frente al espejo, la luz de las velas acariciaba su piel desnuda, iluminando cada curva con un resplandor cálido y sereno. Había dejado atrás la armadura y los pantalones, despojándose de todo peso y mostrándose tal como era, sin barreras. Un estornudo suave hizo que sus orejitas de semielfa se movieran con un temblor tierno, arrancándole una sonrisa sutil. Llevó una mano hacia ellas, acariciándolas con delicadeza, mientras cerraba los ojos por un instante, disfrutando del tacto.
Luego paso una mano por su rostro, casi con indiferencia. Sus dedos recorrieron sus pómulos, deteniéndose en su mentón, observando la línea de su mandíbula, tan marcada por la dureza de su vida. Luego, su mano bajó, acariciando lentamente el cuello, Sus ojos seguían las cicatrices hasta descansar sobre sus pechos, sintiendo la firmeza de su piel bajo sus dedos. Un ceño fruncido apareció en su frente, y sus labios se apretaron en una línea tensa, pero la sensación de su propia caricia la hizo suspirar, sintiendo la suavidad y el calor de su cuerpo.
Desde la cama, Eirik la observaba en silencio. Estaba tendido, con una sábana apenas cubriendo su cintura. Sus ojos seguían cada movimiento de ella, como si intentara memorizar cada detalle. Había algo en su mirada, un fuego contenido que no podía disimular.
—Sigues peleando con tu reflejo, ¿eh? —comentó, su voz baja, pero cargada de una calidez que atravesó el aire frío de la habitación.
Sigrid no respondió de inmediato. Sus dedos juguetearon con un mechón de su cabello oscuro mientras sus orejitas de semielfa se movían ligeramente, captando el sonido de su voz. Finalmente, dejó escapar un suspiro y lo miró a través del espejo, arqueando una ceja.
—Tal vez —admitió, su tono sarcástico—. O tal vez estoy disfrutando de mi propia compañía. Algo que tú claramente no entiendes.
Eirik dejó escapar una risa suave, esa que tanto la exasperaba y fascinaba al mismo tiempo.
—Si quisieras disfrutar de tu soledad, no estarías aquí conmigo —replicó con una sonrisa que apenas mostró sus dientes.
Ella rodó los ojos y se giró hacia él, cruzando los brazos sobre su pecho con una mezcla de desafío y diversión.
—¿Siempre tienes una respuesta para todo?
—Solo cuando estoy contigo —respondió él, encogiéndose de hombros.
Sigrid avanzó un paso hacia la cama, dejando que la luz tenue de las velas acariciara su piel palida.
—Entonces dime, sacerdote, ¿qué ves? —preguntó, su tono cargado de un reto velado—. ¿Ves a una mujer que necesita ser arreglada? ¿Alguien que espera tu redención?
Eirik se sentó lentamente, dejando que la sábana cayera un poco. Sus ojos oscuros se encontraron con los de ella, y por un instante, el silencio entre ellos fue más elocuente que cualquier palabra.
—Veo a alguien que no necesita ser arreglada porque nunca estuvo rota —respondió con seriedad—. Solo llevas cicatrices, igual que yo.
Sigrid parpadeó, sorprendida por la sinceridad en su voz. Pero no dejó que él lo notara.
—Bonitas palabras —dijo, con una sonrisa que no alcanzó sus ojos—. Pero sigues sin conocerme.
—Conozco lo suficiente —dijo él, levantándose para acercarse a ella.
Cuando estuvo frente a ella, Eirik levantó una mano, despacio, como si temiera que cualquier movimiento brusco la hiciera retroceder. Con delicadeza, tocó su mejilla, sintiendo la calidez de su piel.
—Conozco a una mujer que lleva un peso que no debería ser suyo. Una mujer que se ha convencido de que necesita ser dura para sobrevivir. Pero también conozco a alguien que, por mucho que lo intente, no puede esconder lo que siente.

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EL HONOR DEL DESEO
FantasyEn su búsqueda de venganza y justicia, Singrid debe confrontar su pasado y el dolor de la pérdida, mientras se ve atrapada entre el amor que crece en su corazón y el deseo de venganza que consume su alma. "El Honor del Deseo" es una historia apasion...