Primera misión parte I
Las chispas de las brasas de la fogata ascendían perezosas hacia el cielo, retorcidas por el viento helado que soplaba con fuerza desde el oeste al este del Reino Farbusk. La noche, fría y despiadada, se colaba por cada rendija de espacio. Ni una sola estrella se atrevía a romper la opaca cortina de nubes; la niebla plateada se deslizaba entre los troncos, añadiendo un toque de misterio al lugar. Los árboles, como eran las araucarias y eucaliptos, altos y oscuros como gigantes dormidos, se alzaban a su alrededor, sus ramas susurrando secretos a la pauta del viento. Cada crujido de la madera y cada aullido lejano se sentían como advertencias en la oscura melodía de la noche.
El olor acre de la resina quemada se mezclaba con el aroma terroso de la humedad, creando una fragancia amarga y persistente. El suelo, tapizado de hojas muertas y ramas secas, crujía bajo el peso de las pequeñas criaturas nocturnas que se movían con cautela. Un río murmuraba en la distancia, su murmullo apenas audible entre el canto insistente de los grillos. La oscuridad se sentía densa, casi palpable, como un manto pesado que caía sobre todo lo que tocaba.
Los conejos bebes, según ellos ajenos al peligro, se escabullían entre las hierbas, sus diminutas húmedas narices buscaban algo para roer: frutos, semillas, lo que fuera. Su madre, vigilante, mantenía los ojos abiertos, lista para cualquier amenaza. Los búhos, sombras silenciosas en la noche, lanzaban sus llamados , rompiendo el silencio con un eco que se desvanecía rápidamente.
Allí, afuera de la tienda, junto a la fogata, una figura se mantenía alerta, sus ojos celestes examinando la oscuridad con una intensidad que traicionaba el nerviosismo interno. El cabello castaño de la joven se agitaba con el viento, y aunque su rostro mostraba una serenidad decidida, las manos temblorosas delataban su preocupación. No era una guerrera, sino una alquimista llamada Rocío lambert de nomas de 21 años en busca de raros hongos de miel en una remota parte del bosque, un objetivo que no ofrecía muchas garantías de seguridad. Sabía que su única protección en este inhóspito lugar era el joven mercenario que había contratado en Reyios, el hogar de la prestigiosa Legión de Mercenarios. La presencia de los traucos en la región necesitaba un mercenario; estas criaturas de apenas de un metro de altura y piel verde oscura, inspiran terror con sus rostros grotescos y dientes afilados. Vestidos con ropas de corteza y pieles, se camuflaban fácilmente en el entorno. A pesar de su tamaño, eran conocidos por su crueldad,especialmente hacia mujeres jóvenes, a quienes abusaban, atraídos por el olor de su menstruación, que los señalaba como presas vulnerables en su mirada de depredador. Este rastro, que indicaba su ciclo natural, se convertía en una marca de debilidad para ellos, un fetiche grotesco que intensificaba su brutal deseo . Estos pequeños seres, cargados de malicia, añadía un gran peligro adicional que justificaba su decisión.
Mientras tanto, en la penumbra cercana, otro joven trataba de calentar sus manos frotándolas, la fría noche y el acero de su espada, aun sin calentar, le recordaban la crudeza de su entorno. El filo de la espada descansaba contra su pecho, no solo como un arma, sino como un símbolo de su compromiso. Sus ojos, reflejando el resplandor de la fogata, revelaban un contraste entre la introspección y la determinación. Aunque su espada no destacaba por su calidad, su fe en sus propias habilidades para sobrevivir era inquebrantable. A sus 17 años, el mercenario Helgar Eriksson se enfrentaba a una noche que parecía querer devorar toda esperanza, con una chispa de determinación que desafiaba el frío y la oscuridad.
El joven mercenario decidió que la mejor forma de enfrentar el frío y prepararse para cualquier amenaza era usar su habilidad de Emisión para calentar su espada. Concentró su energía de Etherium, y el filo de la hoja de su espada comenzó a brillar con un tenue resplandor rojo. Las llamas emergieron únicamente en el filo de la espada, proporcionando calor y creando una ligera barrera de fuego que mantendría el acero libre de la mordida del frío nocturno y le daba una ventaja en combate.
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La legión de los reyes
FantasyEn un mundo donde el Etherium y la brutalidad de los reyes dictan el destino, un joven mercenario busca abrirse camino a través del caos. Ya pronto cumplirá los 18 años, ha probado el hierro de su propia sangre y la amarga derrota. No es un héroe no...