Nueva prespectiva [parte 3]

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Kim Dokja estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo de su oficina, rodeado de un mar de coloridos libros de cuentos. El cálido y tentador aroma del café recién hecho llenaba la acogedora habitación, mezclándose con el tenue olor a talco para bebés. Había pasado horas eligiendo meticulosamente cada libro, ansioso por presentarle a su hija adoptiva Biyoo los mundos mágicos que contenían. Biyoo, ahora una curiosa niña de tres años, se acercó con una risita, sus ojos se iluminaron al ver el festín literario. Sus dedos regordetes se extendieron, ansiosos por explorar las nuevas incorporaciones a su colección en constante crecimiento.

—¡Papá, léeme un cuento! —exclamó tirando de su manga.

Kim Dokja no pudo resistirse a sus ojos ansiosos y tomó un libro. Se aclaró la garganta y comenzó a leer, su voz llena de emoción mientras daba vida a los personajes. Biyoo se apoyó en él, sus ojos se volvían más pesados ​​con cada página que pasaba. Le encantaba cuando él le leía, especialmente cuando hacía las diferentes voces para los personajes. Joonghyuk, al oír la conmoción, se asomó desde el pasillo.

Acababa de terminar su entrenamiento matutino, con el cuerpo reluciente de sudor. Se apoyó contra el marco de la puerta, con una sonrisa tirando de las comisuras de sus labios mientras observaba cómo se desarrollaba la tierna escena. A pesar de su habitual caparazón de dureza exterior, era evidente que tenía debilidad por estos dos. Ahora se encontraba desempeñando el papel de la mamá torpe, que no encajaba del todo en el molde tradicional con su imponente altura y su comportamiento brusco. Sin embargo, Biyoo parecía adorarlo de todos modos, envolviéndole el cuello con sus pequeños brazos y llamándolo con ese título suyo sin pensarlo dos veces.

*********

Una noche, mientras Kim Dokja estaba sumido en el papeleo en la mesa del comedor, Biyoo se acercó a él con un crayón y un trozo de papel. "¡Papá, mira!", dijo orgullosa, levantando un garabato que se parecía vagamente a una figura de palitos.

Dokja levantó la vista de sus documentos y sus ojos se arrugaron con afecto. "¡Guau, Biyoo, eso es increíble! ¿Quién es?"

Biyoo sonrió radiante: "¡Papá!"

—¡Oh, soy yo! —exclamó Dokja, tomando el papel y sosteniéndolo en alto—. ¡Qué bien me dibujaste!

Biyoo juntó las manos y sus ojos brillaron de orgullo. "¡Mamá también!", dijo, señalando a Joonghyuk, que intentaba torpemente mantener en equilibrio una torre de platos en la cocina.

Yoo Joonghyuk puso los ojos en blanco y flexionó los músculos mientras llevaba la precaria pila de papeles al fregadero. "No estoy seguro de cómo sentirme al ser dibujado como un monigote", dijo, aunque la comisura de su boca se torció hacia arriba.

Dokja soltó una risita, y el sonido llenó la habitación, lo que provocó que Biyoo también se riera. Siempre había sido muy sincera en su arte y su capacidad para encontrar alegría en las cosas más simples era contagiosa. Dejó su trabajo a un lado y tomó el crayón de su pequeña mano. "Está bien, dibujemos a mamá juntos", dijo, guiándola para que se sentara en su regazo.

Mientras trabajaban en su obra maestra en colaboración, Joonghyuk no pudo evitar sentir una punzada de calor en el pecho. Dejó los platos y se sentó a su lado, observando cómo Biyoo lo observaba atentamente antes de señalarle la cara con el crayón.

—Ojos aquí —dijo, con su vocecita llena de autoridad.

Dokja se rió entre dientes y colocó el crayón sobre el papel donde ella le indicó. Dibujó un par de líneas oblicuas, imitando la mirada penetrante de Joonghyuk. "¿Es así?"

Biyoo asintió vigorosamente. "¡Sí! Ahora, la boca de mamá", ordenó, frunciendo sus propios labios.

Joonghyuk puso los ojos en blanco al ver a Kim Dokja intentar convertir su ceño fruncido en una sonrisa. "Me haces parecer un villano de dibujos animados", dijo, aunque su voz era suave.

Y si me pegara, encontrarías tu camino para entrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora