¿AMOR? - [YM/SP]

8

(PRESENTE)

N. OMSC

El aire en la habitación estaba cargado de anticipación. Las lámparas de aceite parpadean suavemente, arrojando sombras danzantes sobre las paredes decoradas con delicados motivos florales. Yoongi, vestido con una túnica de seda azul oscuro, se encontraba de pie junto a la ventana, mirando hacia el jardín iluminado por la luna. Su mente estaba llena de pensamientos sobre lo que estaba a punto de ocurrir.

Jimin, con una túnica de seda blanca que contrastaba con su piel bronceada, entró en la habitación. Sus ojos oscuros se encontraron con los de Yoongi, y por un momento, ambos se quedaron en silencio, dejando que la tensión y la expectación llenaran el espacio entre ellos.

—Yoongi... —susurró Jimin, dando un paso hacia adelante. Su voz temblaba ligeramente, reflejando tanto el deseo como la incertidumbre.

Yoongi se volvió hacia él, con una expresión suave pero distante en su rostro.

—Jimin, no tienes que hacerlo si no estás listo. —dijo Yoongi, acercándose y tomando las manos de Jimin entre las suyas.

Jimin negó con la cabeza, sus ojos llenos de determinación.

—Quiero hacerlo. Quiero estar contigo, Yoongi. —respondió, su voz firme pero llena de emoción.

Yoongi ascendió, sintiendo una calidez en su pecho. Aunque sus sentimientos hacia Jimin no eran tan profundos, había una atracción y una pequeña conexión que no podía negar. Lentamente, se inclinó hacia adelante y besó a Jimin, sus labios encontrándose en un beso suave y lleno de promesas.

El beso se profundizó, volviéndose más urgente y apasionado. Yoongi tomó una mano a la nuca de Jimin, acariciando suavemente su cabello mientras el beso continuaba. Jimin dejó escapar un suspiro, entregándose por completo a la sensación.

—Ven conmigo. —murmuró Yoongi contra sus labios, guiando a Jimin hacia el futón que había sido preparado con cuidado.

Se arrodillaron juntos sobre el futón, y Yoongi comenzó a desatar lentamente los lazos de la túnica de Jimin. Sus dedos se movían con calma, deslizándose sobre la suave tela mientras sus ojos no se apartaban de los de Jimin. Con cada capa de ropa que caía, la intimidada entre ellos crecía.

—Eres hermoso, Jimin. —Susurró Yoongi, admirando la figura de su futuro consorte.

Jimin suena tímidamente, sus mejillas enrojecidas. Se acercó más a Yoongi, ayudándole a deshacerse de su propia túnica, revelando la piel pálida y musculosa del futuro emperador.

—Tú también lo eres, Yoongi. —respondió, sus dedos trazando líneas suaves sobre el pecho de Yoongi.

La habitación se llenó de susurros y suspiros mientras se exploraban mutuamente, sus caricias se regresaban más atrevidas y su conexión se fortalecía con cada momento compartido. Yoongi se inclinó hacia adelante, dejando un rastro de besos sobre el cuello y los hombros de Jimin, provocando pequeños gemidos de placer.

Jimin arqueó la espalda, entregándose por completo a las sensaciones. Sus manos se deslizaron por la espalda de Yoongi, aferrándose a él mientras la pasión entre ellos aumentaba. Yoongi, sintiendo la urgencia en los movimientos de Jimin, se tomó un momento para mirarlo a los ojos.

En ese instante, un destello de una sonrisa pasada cruzó por la mente de Yoongi. Por un breve segundo, recordó la calidez de la sonrisa de Hoseok, los momentos de libertad que habían compartido. Pero rápidamente, Yoongi dejó de pensar en eso. Se obligó a volver al presente, a Jimin, que estaba allí, con él.

— ¿Estás listo? —preguntó, su voz suave pero cargada de deseo.

Jimin ascendió, sus ojos brillando con determinación.

—Sí, estoy listo. —respondió, su voz firme y clara.

Con un último beso, Yoongi se preparó para unir sus cuerpos, moviéndose con cuidado y respeto. Cada movimiento era lento y considerado, asegurándose de que Jimin se sintiera cómodo y amado. Jimin cerró los ojos, permitiéndose sentir cada momento, cada caricia, cada susurro de Yoongi.

La unión fue un acto de intensidad física y emocional, una manifestación de la atracción que ambos sentían. La pasión y la conexión entre ellos llenaron la habitación, creando un vínculo profundo, aunque no necesariamente amoroso.

Cuando finalmente llegaron al clímax, se abrazaron con fuerza, sus cuerpos temblando con la intensidad de la experiencia. Sus respiraciones se mezclaron, y el sudor en sus pieles brillaba a la luz de las lámparas de aceite.

—Te aprecio, Jimin. —murmuró Yoongi, apoyando la cabeza en el hombro de Jimin.

—Y yo a ti, Yoongi. —respondió Jimin, con una sonrisa de satisfacción.

En ese momento, ambos supieron que, sin importar lo que el futuro les deparara, tendrían una conexión especial. La noche se desvaneció en un sueño tranquilo , y los primeros rayos del amanecer encontraron a Yoongi y Jimin entrelazados, listos para enfrentar su futuro juntos como emperador y consorte. 

Mientras tanto, en un rincón oscuro y apartado del reino, esos ojos morados miraban a un joven de aspecto deporable como se revolvía en su jaula, luchando contra las lágrimas y la desesperación.

—¡No te voy a creer! ¡Esto no es real! —gritó con furia desde el suelo, sus lágrimas resbalando por sus mejillas.

El hombre que lo observaba, con ojos fríos y una sonrisa cruel, se acercó a la jaula y se inclinó hacia él.

—Nunca debiste dudar de la verdad Hoseok. —dijo con desdén—Está a punto de casarse. Así que, ya no me sirves. Te dejaré libre.

Con un gesto despreciativo, abrió la puerta de la jaula y le entregó una llave al chico.

—Puedes irte. Pero antes, toma esto. —le dio un pequeño talismán morado—. Si realmente deseas ver la verdad, rómpelo y te llevará al lugar que más anhela tu corazón.

El chico tomó la llave y el talismán con manos temblorosas. Sin tiempo perder, salió de la jaula y se alejó rápidamente, tratando de escapar lo más lejos posible del lugar que había sido testigo de su sufrimiento y desesperación.

Con el talismán apretado en su mano, el chico corrió hacia la libertad, con la esperanza de encontrar respuestas y, tal vez, un nuevo comienzo.