7. Carta al universo.

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No recuerdo la fecha:


Fernando era un hombre de gran corazón y una profunda serenidad que reflejaba en su sonrisa. Su vida había sido un viaje de descubrimiento personal y crecimiento, buscando siempre el equilibrio y la verdad en su camino. María José, por otro lado, era una mujer llena de vida y pasión, con una convicción firme en la belleza del universo y el poder del amor verdadero. Durante años, ella había soñado con el momento perfecto en el que Fernando entraría en su vida, y había visualizado su presencia con la certeza de que era el amor que había estado esperando.

Desde el primer instante en que se vieron, algo mágico ocurrió. Sus miradas se encontraron en medio de un bullicioso mercado, entre risas y colores vibrantes. Fernando quedó cautivado por la calidez de la sonrisa de María José, mientras ella sentía una conexión instantánea, como si un viejo amigo estuviera finalmente de regreso a casa. Era como si los hilos invisibles del destino se hubieran tensado y ajustado para unir sus caminos.

Cada encuentro fortalecía su conexión, y ambos empezaron a darse cuenta de que sus almas estaban perfectamente alineadas. María José a menudo se detenía para agradecer al universo por la oportunidad de conocer a Fernando, sintiendo que su llegada era la respuesta a una oración secreta.

Él, por su parte, se dio cuenta de que había encontrado a alguien con quien compartir no solo sus días, sino también sus sueños y esperanzas más íntimas. El tiempo pasó, y la relación entre Fernando y María José floreció de manera hermosa y natural. Juntos, construyeron un amor que no solo era apasionado, sino también puro y sincero. María José aprendió a dejar atrás sus miedos a ser amada, encontrando en Fernando un amor que le ofrecía seguridad y plenitud.

En cada suspiro, soy tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora