Las mejores amigas de mami deberían
jugar contigo, sentarte en sus piernas y
enseñarte a hablar, sin embargo, ella no
fue amiga de mami cuando tenía 3 años. 20 años después, Taeyeon quiere que la
amiga de mami se siente en su regazo y
empiece a mont...
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—¿Qué tal te va en la escuela de derecho?
Taeyeon sonrió, rodeando con la punta de su dedo su vaso de whiskey. Sonrió.
—Excelente, de las mejores calificaciones, me estoy ganando varios contactos con mis profesores, ya tengo 3 ofertas de trabajar en otros despachos—esa sonrisa llena de confianza, esa postura erguida.
Tiffany sintió cómo su respiración se entrecortaba y mordió sus labios, tragando saliva de una forma casi seca. Su vista casi se ladeaba sólo para verla, sólo para verla sentada, tomando, sentada de esa forma característica y que sus labios volvieran a esa sonrisa segura, altanera.
Su madre había criado a una mujer, y qué mujer. Mordió su labio de nuevo, de forma discreta, pero un chasquido la hizo volver.
—Oye.... Tiffany — ella la vio fija, sonriendo, fingiendo que no se había comido con la mirada a la de 23 años. La vio.
—¿Qué pasó?
—Te estaba preguntando por tu trabajo..
—Ah sí, excelente 3 diseños y ya me han contratado, creo que hasta Barbara de Regil me quiso contratar pero la paga era proteína.
Cosa que hizo reír a más de 4 personas que escucharon, y Tiffany, sólo se fijó en cómo la castaña la veía desde el sillón, tomando de su whiskey. El sonido de los hielos golpear contra el vidrio, el líquido resonar. Tiffany se excusó que tenía que ir al baño, acomodando su camisa, y ahí se topó a la castaña.
Sonrió.
—Qué coincidencia, vine a tu baño, no quise molestar, Taeyeon, estabas muy ocupada platicando con Key—sonrió, asintiendo.
—Nunca molestas, Tiffany.
La mirada de la otra la hacía temblar como nadie.
De sólo imaginar que esas manos venosas sujetaban su cintura, cómo esos labios la besaban y dejaban el sabor agrio del alcohol, pero que llegaría a pasar dulce, que llegaría a arder luego y después, quemar. Tiffany se vio en el espejo, viendo el sonrojo que su propio pensamiento le dejó, suspiró, y arregló su labial.
Tendría que hacer algo en contra de sus deseos de señora de la mediana edad.
Era la hija de su mejor amiga, era básicamente una depredadora.
Su propia moral se encontraba retorcida ante ella, tal como un gusano ante unos gramos de sal, gimiendo, retorciéndose, quejándose. Su moral se estaba deshaciendo frente sus ojos, pero las avellanas que la vieron fija mientras salía del baño y que bajó por todo su cuerpo, la hacían pasar a segundo plano.
Tiffany fingía hablar con las últimas mujeres que quedaban en la reunión para irse unos minutos después, donde sólo quedaban a solas ellas dos, sólo ellas.
La pelinegra se acercó, sentándose, con el martini en una mano mientras la otra bebía whiskey. La vio reír.
—¿Ya acostumbraste a hacer martinis sólo para mí?—la otra asintió, acercándose a ella, relamiendo sus labios.