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Iván.

Los días pasaban y mi paja aumentaba. Entre la u, el trabajo y tener que lidiar con las hueas de esta población me cansaba.

Venía del trabajo después de un largo día, estaba chato y además debía llegar a estudiar, pero eso no me impedía para pasar a saludar a mi abuela.

Una vez que llegue a su casa golpee la puerta y me encontré con mi abuelita con una sonrisa.

—Ivancito hijo —dijo con alegría—. ¿Viene de la u?

Hizo una seña para que entrara y la seguí, el olor a algo rico invadió inmediatamente mi nariz. Y me rugió la guata.

—No weli —esa era la manera en la que yo le decía desde chico, ya que me costaba pronunciar "abuela" —. Vengo del trabajo.

Ella me dio una mirada preocupada.

—¿Aún estás trabajando Ivancito? ¿No crees que es mucho junto con la universidad? —entró a la cocina mientras me hablaba—. Tu mamá te dijo la otra vez, conversamos contigo.

Volvió al living con un plato con queque y me lo ofreció, no lo pensé ni dos veces y lo agarré.

—Si se weli —me metí un pedazo de queque—. Pero tú ya sabes, no quiero estar molestando demás a mi mami y además, para ella igual ha estado difícil el tema de encontrar pega —hice una pausa—. Así que con la Bárbara tratamos de ayudarla.

Se me acercó y me acarició el hombro.

—Ay mijito, tan considerados que son con tu mamá. Estoy orgullosa de ti y de tu hermana —me dio una sonrisa sincera—. Pero no te sobre explotes Iván, cuídate hijito.

—Si weli, usted no se preocupe —le sonreí—. Oiga... ¿Y el Pancho?

Vi como hizo una mueca.

—Salió hace un rato con las hueas de amigos que tiene —en eso el sonido de la música fuerte sonó afuera de la casa—. Mira, lo invocamos.

Le di una mirada a la puerta y volví a mirar a mi abuela quien se había sentado en uno de los sillones.

—Weli me tengo que ir —le di un beso en la mejilla—. Tengo que una prueba mañana y necesito estudiar, pero sin falta trataré de venir mañana.

Ella me acarició la mejilla unos segundos y me sonrió.

—Está bien hijito, vaya no más. Cuídese y que le vaya bien mañana.

Después de despedirme de mi abuela salí de la casa y la música aún sonaba, supuse que venía del auto del Pancho. Una vez atravesé la reja me encontré con este y sus amigos.

—Wena hermano —salió de su auto y se acercó para abrasarme—. No sabía que estabas acá.

—Fue de último momento —hice una mueca.

Lo mire de nuevo y después a sus amigos, estos se encontraban dentro del auto mientras fumaban.

El Francisco es mi uno de mis primos, es un poco mayor que yo y vive con mi abuela, después de que mi tía, la cual era su mamá, falleciera y su papá decidiera irse. La vida del Pancho era algo triste, pero habían cosas que el pudo cambiar, aunque no lo hizo.

Mi primo decidió irse por el "camino fácil" que le dicen. Y aunque mi abuela trato de darle todo, y oportunidades para que saliera adelante, este decidió que vender drogas y manejarse con hueones peligrosos de acá era mas viable.

—¿Entonces porque no nos vamos a dar una vuelta con los cabros y fumamos algo? —mencionó mientras sacaba una bolsa de marihuana y me la mostraba. Yo solo hice una mueca.

—No Pancho, ahi no más, tengo que llegar a estudiar.

Sentí como pasó uno de sus brazos por mis hombros.

—Ya po hermano, sera un rato no más y así me acompañas a dejar un encargo.

Me solté lenta de su agarre y negué con la cabeza.

—Hermano ya te dije que no, vengo cansado y prefiero llegar a mi casa.

Lo escuché soltar un bufido, mientras volvía al auto.

—Como quieras, nos vemos —dijo mientras entraba al auto. Yo me quede mirándolo unos segundos y me giré, caminando hacia mi casa.

Mientras más me alejaba de la casa mi abuela, más me ponía a pensar.

Me daba lata que el Pancho estuviera metido en estas hueas y sobre todo, que tuviera a mi abuela al medio de esto. Llevando y trayendo hueones a veces a la casa de ella, con bulla y ataos.

Quería a este culiao, pero era inevitable sentir rabia a veces contra el. Por elegir ese camino, por irse por la plata rápida y fácil, cuando el sabe que puede surgir de otras maneras. Muchas veces con la Bárbara hablamos con el, brindándole ayuda, pero nos dimos cuenta que ayuda era menos lo que quería, porque pareciera que le gustara esa mierda.

Iba tan perdido en mis pensamientos en que ni siquiera me fije en la persona que acaba de empujar. Solo sentí el impacto.

—Chucha, no te vi, disculpa —mencioné mientras levante la mirada y me encontré con la persona. Sorprendiéndome cuando noté que era la princesa.

—¡Oh! Iván, hola —la escuché decir con una sonrisa.

La sonrisa más linda que he visto.

Hola princesa —le sonreí. Ni siquiera sabía porque le dije ese apodo culiao ese día, pero tenía la necesidad de repetírselo—. ¿Como ha estado?

—Bien —me seguía sonriendo—. ¿Y tú?

—Bien acá, chato de la u.

Hizo una mueca.

—Entiendo, a veces colapsa.

—Si —murmure—. ¿Y no que usted no volvería por estos lados? —pregunté con una sonrisa algo burlona.

Vi como se colocó roja.

—Ay si, pero me llamaron... —apunto a la casa que estaba detrás de ella.

—¿Es la casa de su tía?

—Si, me llamo para cuidar a mi primo y no me pude negar.

No alcanzo a decir mucho, porque una bocina detrás de ella sonó. Ambos miramos el auto donde estaba su tía.

—Me tengo que ir —apunto el auto.

—Si está bien, vaya, no la molesto más —estire mi brazo, haciendo algo como una reverencia, ganándome una risa por parte de ella.

—Chao Iván —la escuché decir mientras caminaba hacia al auto.

—Chao princesa —vi como abría la puerta del auto—. Espero volver a verla.

Ella se detuvo y se giró para mirarme.

—Esperó lo mismo —me sonrió y después se subió al auto.

Lo vi desaparecer mientras yo me quede ahí, mirando como ahueonao por donde ella se acababa de ir.

Ese día cuando la conocí, no dude ni un segundo en acercarme cuando vi que estaban asaltando a alguien y no me arrepentí, cuando me topé con esos ojitos color café que solo demostraban miedo.

Tengo que admitirlo, la encontré linda apenas mis ojos se posaron sobre ella. No sabía que era pero algo atrajo de ella y eso que ni la conocía. Y no piensen que soy un pelao culiao, porque sinceramente nunca soy así.

Y como ese mismo día deseé volver a verla cuando se fue, ahora deseaba lo mismo.

Siempre te amaré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora