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Kim Taehyung, el faraón, era el verdadero significado de caprichoso. Aunque no necesitara las ofrendas al tener a aquel Dios a su lado, seguía pidiéndolas sin importar el precio que tuviera que pagar con Jeon Jungkook.
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Pero no todo podía ser perfecto.
El faraón Taehyung se encontraba sentado en su trono con su rostro inexpresivo, había sido un día duro para él, pues últimamente ha habido una gran escasez de agua, ya ni recuerda cuando fue la última vez que llovío en el reino.
Tal vez se debía a que era por su culpa, los Dioses lo estaban castigando por no haber ido a rezarles y entregarles alguna ofrenda en los últimos dos meses que habían pasado desde su coronación.
Pero vamos, ¿como pueden culparlo? Fue criado para no arrodillarse ante nadie, ni siquiera a su padre que fue el antiguo faraón se le arrodillo.
Era demasiado caprichoso y egocéntrico para hacer tal cosa.
Es por eso que su paciencia estaba llegando a su limite al tener miles de solicitudes de sus súbditos por la falta de agua.
Por obvias razones él no sufría de ello pero tampoco podía dejar que su pueblo se muriera por deshidratacion.
Sabía perfectamente que tenía que dejar su sentir de lado y hacer lo que le correspondía:
Rezarle a los Dioses.
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Taehyung iba sentado en un palaquín el cual era cargado por cuatro de sus esclavos. Se dirigía al templo que el antiguo faraón había construido para las ofrendas a los Dioses y detrás de él venían varias carretas llenas de oro, frutas y demás cosas para ser entregadas a estos en forma de disculpa por no haberles ido a rezar.
La expresión del faraón seguía siendo seria, pues Kim se encontraba pensando en que le diría a los Dioses y así lo perdonarán.
Soltó un suspiró al pensar en todo lo que tendría que decir. Pero todo sea por su pueblo, solo por eso.
Solo bastaron un par de minutos más para que llegara a la entrada del templo, así que cuando los esclavos dejaron el palanquín en el suelo se levanto de donde se encontraba sentado para proceder a entrar a dicho lugar.
