Rhaenyra y Daemon Targaryen

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Esa misma noche, Rúben se adentró en el mundo de los sueños, llevado por susurros misteriosos que empezaron a revelar los hilos del destino. La voz que lo guiaba era suave pero llena de autoridad.

Para Lucerys Velaryon… su madre era la mujer más perfecta que existe en el mundo.—Dijo la voz.

Rúben pudo ver a un joven idéntico a Gavi y a una mujer de cabellos tan blancos como la nieve.

—La reina Rhaenyra…—Susurró Rúben, reconociendo a la mujer.

Y él se lo quitó.—Continuó la voz, y Rúben pudo ver a otro hombre, con cabellos blancos y un solo ojo.

A pesar de que Lucerys presentía que algo malo pasaría si entraba, fue valiente y decidió cumplir con su deber para no fallarle a su madre.—Dijo la voz, y en segundos, Rúben pudo ver la escena desarrollarse ante sus ojos.

Lucerys, montado en su dragón Arrax, llegó a Bastión de Tormentas bajo una tormenta furiosa. Fue recibido por Lord Borros Baratheon y, poco después, por Aemond Targaryen. La tensión entre los dos jóvenes era palpable, y Rúben sintió el miedo y la determinación de Lucerys.

—¿Por qué me muestran esto?—Preguntó Rúben, su voz temblando.

Escuchó el llanto de un bebé y se dio la vuelta. Estaba en una habitación que se parecía a la suya, pero más antigua. Una mujer sostenía a un bebé en sus brazos. Era la reina Rhaenyra.

—Porque yo no pude proteger a mi amado niño… Él me lo quitó, y ahora ha vuelto para quitarnos lo de nuevo.—Dijo la voz de Rhaenyra, llena de dolor y desesperación.

Aemond Targaryen es quien trae la guerra… Protege a mi Luck… Protege a tu Gavi.

Nosotros no pudimos.—Dijo un hombre de cabellos blancos, pasando al lado suyo y yendo a abrazar a Rhaenyra y al bebé.

Rúben iba a decir algo, pero los ruidos a sus espaldas lo hizo darse la vuelta.

Pudo ver al mismo hombre de hace unos momentos. Entonces la voz volvió a hablar.

Daemon Targaryen... Se dice que fue un duelo digno de ver.—Susurró la voz y Rúben fue testigo de la escena.

El sol se estaba poniendo cuando los dos dragones se elevaron al cielo, cuyos gritos y rugidos se podían escuchar a una docena de kilómetros de distancia y sus llamas eran tan brillantes que el pueblo llano creía que el cielo estaba en llamas. Caraxes se estrelló contra Vhagar, mordiéndole el cuello, y ambos dragones comenzaron a descender del cielo, sin dejar de luchar. La mandíbula de Caraxes se estrechó poco a poco alrededor del cuello de Vhagar incluso cuando los dientes de este arrancaron las alas de Caraxes y sus garras le abrieron el vientre.

Se dice que Daemon Targaryen saltó de su silla de montar en Caraxes hacia Vhagar.

Daemon hendió su espada, la ancestral Hermana Oscura, a través de la cuenca vacía de su sobrino cuando los dos dragones chocaron con el lago. El chorro de agua producido por el impacto de las dos colosales bestias fue tan alto como la Torre de la Pira Real en Harrenhal. Ninguno de los dos combatientes podría haber sobrevivido a tal colisión.

La pérdida de Aemond y Daemon y de sus poderosos dragones fue un duro golpe tanto para los Verdes como para los Negros. Cada bando perdió un gran guerrero y comandante, así como un poderoso dragón.

El cadáver de Vhagar fue encontrado años más tarde, con el cadáver del príncipe Aemond todavía encadenado a la silla y con Hermana Oscura incrustada en su cuenca vacía. El cráneo de Vhagar fue llevado a Desembarco del Rey para ser exhibido en el salón del trono. Hermana Oscura fue recuperada por la Casa Targaryen. Caraxes vivió lo suficiente para arrastrase fuera del Ojo de Dioses hasta la orilla, donde murió cerca de Harrenhal. El cuerpo de Daemon nunca se encontró.

Rúben despertó, las lágrimas corrían por sus mejillas, podía sentir el dolor de Rhaenyra y Daemon... Y temía sentir ese dolor con Gavi.

—¿Rúben?—La voz de Gavi desde la puerta lo asustó.

—¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar descansando?—Preguntó Rúben limpiándose las lágrimas.

—Yo... Yo sentí... Estamos conectados, te sentí y me asuste.—Dijo Gavi, mirando alrededor de la habitación, buscando algo que pudiera ser una amenaza para Rúben.

—Lo siento, tuve una... Un sueño, solo fue eso, ¿Quieres pasar?—Preguntó y el más joven asintió dando pequeños pasos.

—Ven..—Dijo Rúben haciéndole espacio aun lado en su cama.

Gavi se sentó y pasaron varios minutos antes de que el joven dijera algo.

—¿Tú... Tú sabes quién soy yo?—Preguntó Gavi, la mirada de Rúben se suavizo, se sentó apoyando su espalda en la cabecera de la cama.

—¿Qué es lo que recuerdas?

—Agua... Mucha agua y yo saliendo de ella, es lo que recuerdo.—Dijo Gavi, Rúben suspiró asintiendo.

—¿Qué sabes del reino?

—Rúben... ¿Por qué hay voces en mi cabeza?

—Cuando te encontré en las ruinas... Yo había ido en busca de información sobre la familia Targaryen, especialmente sobre Lucerys Velaryon.

—Encontré un pergamino, en el habla sobre una devastadora guerra y como humano y dragón se unieron dando paso a un ser jamás antes visto.

—Yo.

—Eres hijo de aquel que fue dado por muerto... Eres un hijo Targaryen, eres el resultado de la unión de Lucerys Velaryon y su dragón Arrax.

—¿Q-Qué?

—Cuando el príncipe Lucerys Velaryon cayó destrozado junto a su dragón Arrax... Surgió un milagro, ambos corazones y mentes se unieron dando paso a un pequeño huevo.... Tú naciste de ese huevo cien años después.

—La guerra es por mi culpa.—Dijo Gavi empezando a alterarse.

—No, no, nada es tu culpa.—Dijo Rúben tomándolo de sus mejillas.

—Un ser tan bello como tú... No es culpable de nada.—Dijo Rúben.

—Rúben...—Susurró Gavi, su mirada yendo de los ojos a los labios del rey.

—Dime.

—¿Puedes besarme?—La pregunta fue hecha con una voz tan tímida.

No pudo resistir más, planto sus labios contra los de Gavi, fue exquisito fue aún mejor de lo que ha estado imaginando, entonces la conexión se completo.

Los labios inexpertos de Gavi trataban de seguirle el paso a los labios experimentados del rey, Gavi paso sus brazos por sus hombros hasta llegar a su cuello, empezó a mecerse sobre él.

Tomo con fuerza la pequeña cintura del joven. Los gemidos no se hicieron esperar, entre besos y mordidas, Rúben uso su fuerza para recostar a Gavi en la cama, el joven lo observó con esos ojos que sin darse cuenta... Le encantaban.

—Estoy destinado a servirte hasta la muerte o hasta el final de nuestra historia.—Dijo Rúben, Gavi sonrió para besarlo de nuevo.

—Entonces yo estoy destinado a protegerte para que la historia no llegue a su fin y que la muerte no nos aseche.

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