Lucerys Velaryon

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Lucerys Velaryon, conocido cariñosamente como Luke, era el segundo hijo de Rhaenyra Targaryen y Laenor Velaryon. Desde joven, Luke mostró una valentía y determinación que lo hicieron destacar entre sus hermanos. Montaba a su dragón, Arrax, con una destreza que pocos podían igualar, y siempre estaba dispuesto a defender el honor de su familia.

La Danza de los Dragones, la guerra civil que dividió a la Casa Targaryen, había sumido a los Siete Reinos en el caos. Rhaenyra, la madre de Luke, luchaba por reclamar el Trono de Hierro, enfrentándose a su medio hermano Aegon II. En medio de esta guerra, Rhaenyra envió a Luke a Bastión de Tormentas para asegurar la lealtad de la Casa Baratheon.

Luke llegó a Bastión de Tormentas en un día tormentoso, con el viento y la lluvia azotando las murallas del castillo. Al entrar en el gran salón, fue recibido por Lord Borros Baratheon, un hombre imponente con una presencia intimidante.

-Príncipe Lucerys, bienvenido a Bastión de Tormentas.-Dijo Lord Borros, su voz resonando en el salón.

-¿Qué asuntos te traen aquí?

-Mi madre, la reina Rhaenyra, solicita la lealtad de la Casa Baratheon en su lucha por el Trono de Hierro.-Respondió Luke con firmeza.

-Ofrecemos una alianza que beneficiará a ambas casas.

Antes de que Lord Borros pudiera responder, se escuchó un estruendo en el salón. Aemond Targaryen, el tío de Lucerys y un feroz rival, entró con una sonrisa maliciosa en su rostro.

-¿Qué tenemos aquí?-Dijo Aemond, acercándose a Luke.

-El pequeño príncipe ha venido a jugar a la política.

Luke sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aemond siempre había sido una amenaza, y su presencia en Bastión de Tormentas solo complicaba las cosas.

-No estoy aquí para jugar, Aemond.-Respondió Luke, tratando de mantener la calma.

-Estoy aquí para asegurar la paz y la estabilidad de los Siete Reinos.

Aemond soltó una carcajada.

-¿Paz y estabilidad?-Dijo con desdén.

-No habrá paz mientras tu madre reclame el trono que no le pertenece.

Lord Borros, observando la tensión entre los dos jóvenes, intervino.

-Basta.-Dijo con autoridad.

-No permitiré que mis salones se conviertan en un campo de batalla. Príncipe Lucerys, agradezco tu visita, pero mi lealtad ya ha sido asegurada por Aemond y su oferta.

Luke sintió una oleada de desesperación. Sabía que debía regresar a Rocadragón con las manos vacías, pero también sabía que debía salir de Bastión de Tormentas lo antes posible.

-Gracias por su tiempo, Lord Borros.-Dijo Luke, inclinándose ligeramente.

-Me retiraré ahora.

Mientras Luke se dirigía a la salida, Aemond lo siguió, su sonrisa maliciosa nunca desapareciendo.

-¿Te vas tan pronto, sobrino?-Dijo Aemond.

-¿No quieres quedarte y disfrutar de la hospitalidad de los Baratheon?

Luke ignoró a Aemond y salió al patio, donde Arrax lo esperaba. Montó a su dragón y se preparó para partir, pero Aemond no había terminado.

-¡No puedes escapar de mí, Lucerys!-Gritó Aemond, montando a su propio dragón, Vhagar, el más grande y temible de todos los dragones vivos.

Luke y Arrax se elevaron en el cielo tormentoso, con Vhagar y Aemond siguiéndolos de cerca. La tormenta rugía a su alrededor, dificultando la visibilidad y el control de los dragones. Luke sabía que no podía enfrentarse a Vhagar en combate, así que intentó perder a Aemond en las nubes.

Pero Aemond no se dejaba engañar. Con una habilidad aterradora, dirigió a Vhagar hacia Arrax, lanzando llamaradas de fuego que iluminaron el cielo oscuro. Luke hizo todo lo posible por esquivar los ataques, pero la diferencia de tamaño y poder entre los dragones era abrumadora.

Finalmente, en un momento de desesperación, Arrax intentó una maniobra arriesgada para escapar, pero Vhagar fue más rápido. Con un rugido ensordecedor, Vhagar atrapó a Arrax con sus poderosas mandíbulas y lo desgarró en el aire. Luke, aún montado en su dragón, cayó al mar embravecido, desapareciendo bajo las olas.

La muerte de Lucerys Velaryon fue un golpe devastador para Rhaenyra y sus seguidores. Su pérdida no solo significaba la muerte de un hijo amado, sino también un símbolo de la brutalidad y el costo de la guerra. La Danza de los Dragones continuó, pero la sombra de la muerte de Luke siempre estuvo presente en el corazón de Rhaenyra, alimentando su determinación de reclamar el Trono de Hierro y vengar a sus hijos.

Pero... Las historias siempre tienen sus propios secretos.

Lucerys Velaryon cayó al mar embravecido, pero no encontró la muerte. En el momento en que Arrax, su dragón, murió, algo inimaginable sucedió. El corazón del jinete y el dragón se unieron, creando un milagro. En lugar de perecer, Lucerys y Arrax se fusionaron en una ardiente esfera de fuego, transformándose en un pequeño huevo de dragón.

Este huevo, oculto y protegido por las profundidades del mar, permaneció intacto durante cien años. La razón por la cual el cuerpo de Lucerys jamás fue encontrado fue porque nunca murió. La unión de su mente con la de Arrax y su corazón permitió que su esencia sobreviviera en el huevo.

Cien años después, el huevo eclosionó, y de él emergió un niño con el alma de Lucerys y Arrax, con apenas unos segundos de nacido, el niño se veía en la necesidad de luchar por su vida, ya que al caer Lucerys de una altura tan elevada, el huevo fue a parar en lo más profundo del mar.

El niño se movió, haciendo lo que las voces en su mente le decían, nado hasta salir casi moribundo del mar.

Un susurro en su mente le decía que debía ir a los bosques, encontrar un lugar seguro, sin muchas fuerzas por su reciente nacimiento, el niño cedió a su naturaleza, trasformase en un dragón, con la capacidad de ser tanto humano como dragón, emprendió su viaje hacia los bosques y permaneció allí y en su forma no humana por varios años.

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