Prologo

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Sur de Inglaterra, 1780

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Sur de Inglaterra, 1780.

La vela se reflejaba en la oscura pared de madera vieja, Golden no quitaba los ojos de la insípida gota de fuego balanceándose, necesitaba llenarse de todas esas chispas que gritaban su nombre, a pesar de los gritos de ayuda que su mente gritaba sabía que era tarde, era muy tarde, el ruido de las personas violentas con antorchas acercándose, le dio el sabor amargo en la punta de la lengua que ese era su final.

Su hermana siempre le repetía lo optimista y relajada que era ante las situaciones difíciles, pero esto no era una simple vibra alborotando su cabello, había caído en el pecado, sus manos y cuerpo ardían ante el recuerdo glorioso y si se permitía ser sincera con ella misma, no se arrepentida de nada.

Amo lo prohibido tanto que lo arrastró con ella.

Escuchó el fuerte golpe que la puerta proclamó contra el viejo estante de frascos, volteo asustada y lo vio, tan hermoso como un ángel caído, tan puro como el agua bendita y tan asustado como su corazón.

Joseph, su amado pecado, su castigo en carne y hueso.

Golden abrió la boca dispuesta a gritarle, que huyera, que no tenia que protegerla, ya no había forma de protegerse.

Los fuertes golpes provocados por las piedras y puños los dejaron perplejos a ambos.

– SAL MALDITA BRUJA – se escucharon los gritos de fuera.

– PAGARAS POR TODO LO QUE HAZ HECHO

Joseph se apresuró a correr a las ventanas cerrando las cortinas en un intento nulo de que nadie viera el interior.

– Tenemos que irnos ahora Golden– pronunció con desesperación colocando una vieja silla sobre la puerta – No hay tiempo.

– Joseph – intentó llamarlo sin éxito colocando en medio del lugar.

– Tengo suficiente dinero, podemos irnos por la colina y cruzar el río High. Ahí hay una gran colonia de granjeros que nos podrían ayudar a salir de aquí.

– Joseph.

– O podemos robar un caballo de el Señor Howards – siguió hablando mientras clavaba las ventanas impidiendo ser abiertas – No llegaremos tan lejos pero para el amanecer estaremos lejos y...–

– JOSEPH.

Gritó con fuerza parando en seco al desesperado Joseph, el cual solo dejó lentamente las ventanas y volteo a verla con una mirada de terror y arrepentimiento mezclado en esos ojos chocolate.

— Es tarde – murmuró Golden – Es muy tarde para huir.

— No. No. No. No lo es Golden– se acercó a paso apresurado y tomo su rostro con ambas manos – Aun podemos ser felices.

– Es tarde– volvió a murmurar en un hilo de voz doloroso – Ya lo saben.

– No. Ellos creen saberlo pero no es así. Si solo intentamos explicarles la situación, se con certeza que lo entenderán.

– Ya pase por esto antes Joseph – negó con la cabeza – Nadie lo entiende.

– Yo lo entendí.

Golden sonrió lentamente entre lágrimas y acarició la mejilla temblorosa de Joseph, húmeda y pálida.

– Porque eres Joseph.

– Y tu eres Gold, la hermosa damisela que llegó hace tiempo a mis aposentos lastimada y asustada. Eres la que me enseñó a amar y si ellos te conocen. No te harán daño – unió sus frentes – Déjame hacerlo por favor.

– No puedo Joseph, no pienso exponerte a tal peligro.

– Me estás poniendo en peligro al ponerte en riesgo Golden, es inhumano lo que quieren hacerte.

Los ojos de Joseph se empañaron y su voz salió ahogada en agonía.

– Me lo merezco por ser una bruja ¿No? – sollozo en una sonrisa – Tu me lo dijiste hace unos días.

La culpa cayó en los ojos de Joseph al escuchar las dolorosas palabras, él estaba asustado, asustado de amarla pero sobre todo asustado de no sentir remordimiento.

– Es tu esencia, es lo que te hace único – habló con rapidez limpiando con el pulgar las venenosas lágrimas que corrían por las mejillas de Golden – Es lo que te hace ser libre y feliz.

– Pero también es lo que me hace sufrir y no pienso dejar que tu también lo sufras.

Golden cerró los ojos y con las escasas energías que consumió de las llamas, lo tomó del cuello dejado un último beso en sus labios, saboreando el recuerdo, el último recuerdo que les quedarían.

– Golden no lo hagas, por favor – suplicó contra sus labios – No me dejes morir sin ti.

– Lo siento – susurro y sus ojos se tornaron negros mientras recitaba frías palabra apenas audibles para cualquier oído.

Siento como Joseph tembló de dolor separándose abruptamente de su agarre y con un último susurro de Golden, cazo de rodillas frente a ella retorciéndose en un dolor seco.

Golden le lanzó una última mirada a Joseph memorizando todo de él, cada gota de su ser.

– Te encontraré en otra vida– aseguró con una sonrisa llena de lágrimas.

Sin esperar respuesta camino a la puerta alzando la mano lanzando lejos la silla para convertirla en pedazos destrozados.

– Golden. No– suplico en dolor Joseph a sus espaldas.

Pero simplemente se tragó las lágrimas y abrió la puerta.

– Aquí está su bruja. Malditos aldeanos – sonrió con descaro

Y el mundo ardió lentamente.













Holiiii, no se si aun se acuerden de mi jijiji pero regrese con una historia que me costo escribir por un año :) asi que espero que se adentren conmigo a esta hermosa historia.

La historia se contara con dos diferentes líneas de  tiempos, son dos historias diferentes pero que en un punto se entrelazan, para que no se confundan al principio de cada capitulo pondré el tiempo en el que transcurre.

Sin decir mas, muchas gracias por leerme y espero lo disfruten. 



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