BAHORRINA

Capitulo 1: Segundo Acto.

 La vida es corta, es un instante, un parpadeo, una risa, una lágrima, un destello: efímera. Aunque corta y pasajera, es justamente una de las tantas cosas que la hace tan valiosa.

No siempre estamos donde queremos estar y la vida sigue su curso con una indiferencia cruel. Mientras unos se hunden en la desesperación, otros continúan con sus rutinas, inconscientes del peso de la tragedia que se cierne sobre ellos. Es en este tejido de vidas entrelazadas donde los destinos se cruzan, a menudo sin que nos demos cuenta de las fuerzas invisibles que nos moldean.
Días van, días vienen, semanas, meses, años, vidas... Otra más, otra menos.

Bahorrina: Segundo acto.

El sol de la mañana entraba a raudales por las grandes ventanas del aula, bañando todo en un resplandor dorado. Las paredes, cubiertas de dibujos infantiles y carteles de colores vivos, intentaban mantener una sensación de alegría, pero no lograban disimular del todo la frialdad del concreto y el eco constante de los pasillos. El aire, cargado con el olor a lápices recién afilados y libros de texto, se mezclaba con el murmullo incesante de los estudiantes, creando una sinfonía caótica y familiar que llenaba cada rincón de la escuela.

Los bullicios en los pasillos eran como el latido de un corazón colectivo, pulsando con gran energía. El sonido de las risas se entremezclaba con los gritos de los niños que corrían en los recreos, mientras el crujir de las hojas caídas bajo sus pies marcaba el ritmo de sus pasos apresurados. En los rincones, los susurros se convertían en pequeñas conspiraciones, compartidas en voz baja como secretos que debían ser protegidos.

Afuera, el cielo era de un azul intenso, pero el viento comenzaba a traer consigo un presagio de los días más fríos por venir. Las hojas de los árboles, algunas ya teñidas de un leve tono otoñal, se mecían suavemente, creando sombras danzantes en el suelo. La naturaleza, a pesar de su belleza, parecía estar en transición, reflejando un cambio inminente que resonaba también en el ambiente de la escuela.

En medio de este escenario, la ausencia de Luca, se sentía como un vacío tangible. Aunque no se mencionaba directamente, su nombre flotaba en el aire, como un espectro invisible que todos podían percibir pero que nadie se atrevía a invocar. Era un cambio en la atmósfera, un peso indefinido que hacía que los niños hablaran en susurros y que las miradas se cruzaran con un entendimiento tácito de que algo, aunque desconocido, había cambiado.

Era un entorno cargado de expectativas y silencios no pronunciados. Sus pensamientos estaban lejos de todo. Había algo en el aire, una inquietud que no podía sacudirse. Los murmullos a su alrededor, las risas y los susurros de los otros niños, parecían resonar más fuerte que de costumbre, como si todos compartieran un secreto al que ella no tenía acceso. Sin embargo, no era ajena a las conversaciones en voz baja que giraban en torno a la ausencia de Luca. Desde que él dejó de asistir a la escuela, había notado un cambio en la manera en que los otros niños hablaban, como si tuvieran miedo de que decir su nombre en voz alta pudiera traer algo indeseado. Las especulaciones sobre lo que le había sucedido eran muchas y variadas, pero ninguna le parecía del todo cierta. Isabella sabía que algo estaba mal, que la normalidad que antes conocía se había roto en algún lugar.

En los recreos, se apartaba del grupo y se refugiaba en un rincón del patio, donde podía observar sin ser vista. Desde allí, veía a los otros niños jugar, pero lo que realmente captaba su atención eran los fragmentos de conversación que flotaban en el aire. 'Dicen que su papá...' 'No, es porque su mamá...' Las palabras llegaban a ella en pedazos, incompletas, pero cargadas de una intensidad que no podía ignorar.

El sol, que había brillado con fuerza esa mañana, comenzaba a bajar en el cielo, lanzando largas sombras a través del patio. Isabella sintió un escalofrío recorrerle la espalda, un indicio de que el cambio que había percibido en el ambiente estaba a punto de revelarse. Aunque no sabía exactamente qué significaba, una parte de ella comprendía que su vida, al igual que la de Luca, no volvería a ser la misma.