3.Aliados en público.

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Al día siguiente, Juanjo recibió una llamada a la puerta. Violeta, su asistente, estaba allí con una expresión profesional y eficiente.

—Juanjo, tenemos que empezar a preparar el borrador de tu nota y el posible discurso para las entrevistas —dijo Violeta.

—Claro, vamos a ello —respondió Juanjo, levantándose de su escritorio.

El día transcurrió con Juanjo atendiendo todos sus llamados y deberes. Se dedicó a trabajar en el borrador de su nota, revisando los puntos clave que debía cubrir y ensayando posibles respuestas para las entrevistas. A medida que avanzaba el día, se sentía agotado, pero sabía que era necesario cumplir con estas tareas para resolver la situación con Martin.

Por la tarde, decidió tomar un descanso y salir al jardín trasero de la residencia presidencial. El jardín era un lugar tranquilo, con árboles altos y flores coloridas que creaban un ambiente relajante. Mientras caminaba entre los senderos de piedra, su mente vagó hacia su infancia, recordando cuando él y Martin solían llevarse bien.

Juanjo cerró los ojos, permitiendo que los recuerdos fluyeran. Recordó aquellos veranos en Magallón, cuando Martin y su familia venían a visitar. Los días estaban llenos de juegos y aventuras. Martin y él solían explorar los campos, jugar al fútbol con los otros niños del pueblo y pasar tardes enteras en el río, nadando y compitiendo en carreras. La risa y los juegos eran constantes, y parecía que nada podía interponerse entre ellos.

Sin embargo, todo cambió cuando la adolescencia llegó. Las responsabilidades y expectativas aumentaron, y con ellas, las discusiones. Juanjo recordaba claramente una pelea en particular. Estaban en el último verano antes de que sus vidas tomaran caminos diferentes. Una discusión trivial se convirtió en un enfrentamiento verbal lleno de resentimientos reprimidos. Martin acusó a Juanjo de ser un mandón, y Juanjo respondió que Martin siempre se comportaba como si fuera superior por su título.

Esa pelea marcó el comienzo de una distancia que solo se amplió con los años. Ambos se lanzaron a sus propias vidas, cumpliendo con las expectativas de sus respectivas familias y sus roles en la sociedad. La madre de Juanjo se convirtió en presidenta, lo que implicó una mayor exposición pública y la necesidad de mantener relaciones diplomáticas con figuras como Martin y su familia.

Juanjo abrió los ojos y suspiró. Pensar en el pasado solo le recordaba lo complicado que se había vuelto todo. Se preguntaba cómo habrían sido las cosas si hubieran encontrado una manera de resolver sus diferencias en lugar de dejar que se convirtieran en una barrera insalvable.

Más tarde, al volver a la residencia, se dio cuenta de que su padre, había llegado. Se encontraron en la sala de estar y, tras un breve saludo, comenzaron a hablar sobre lo sucedido.

—Juanjo, he oído sobre el incidente con Martin —dijo Juan José, su tono era comprensivo pero preocupado—. Sé que es difícil, pero debes ser un poco flexible con tu madre. Ella siempre ha querido lo mejor para este país y está haciendo todo lo posible para mantener las relaciones diplomáticas.

Juanjo asintió, entendiendo la perspectiva de su padre pero aún sintiéndose frustrado. —Lo sé, papá. Pero la rivalidad con Martin no es solo por la política. Pasaron cosas que nunca se arreglaron. Ambos somos orgullosos y él tiene gran parte de la culpa también.

Juan José suspiró y sacó un cigarro, ofreciéndole uno a Juanjo. Ambos se dirigieron a una esquina del jardín donde podían hablar con más privacidad.

—En Magallón, ustedes se llevaban muy bien de pequeños —recordó Juan José—. No entiendo cómo todo cambió.

—Pasaron cosas —respondió Juanjo, encendiendo su cigarro—. Cosas que nunca se solucionaron. Y ahora estamos aquí, obligados a fingir una amistad.

Éntre la corona y él corazón || JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora