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Izel

Uno, dos tres.

Uno dos tres.

Uno, dos y…

–¿Qué crees que haces Izel?– abro los ojos encontrándome con el pelirrojo que me mira molesto.

–¿Julian?– amor los ojos sorprendida y me levanto del césped para abrazarlo.

–¿Qué crees que haces Izel?– cortó el abrazo y me alejo.

–¿Cómo es posible? ¡Estás aquí!

El sol aún ni siquiera sale, el canto de los animalitos es lo único que me acompaña a mitad del bosque. No puedo dormir, desde que llegué no he podido pegar el ojo y eso me tiene atormentada.

Apenas habían pasado dos días desde que estoy en la manada y me sentía una gota extraña, como si no perteneciera a este lugar y todo estuviera lejos de mi alcance.

Toda mi cabeza daba vueltas, había cambio ¿En qué? Realmente no lo sé, pero lo he hecho y eso me hace sentir rara, que algo pasa en mi cuerpo. Ni siquiera había podido invocar mis poderes nuevamente, ni mis alas.

Había intentado, una y otra vez pero no podía lograrlo, no podía crear fuego o extender mis alas. Es como si estuviera bloqueada y la única manera de aliviar el dolor que tengo en mi pecho es consumiendo dolor.

–Lo que haces está mal, debes parar– intenta darse la vuelta pero lo detengo tomándolo del brazo.

–No– sus ojos se cruzan con los míos,su mirada es severa y su tacto quema haciendo que lo suelte de inmediato.

–Te estás haciendo daño, debes dejarme ir.

–Quiero que me expliques.

–Tu cabeza.

–¡Quiero que me expliques cómo es posible que yo sea tu hermana si tenemos casi la misma edad! !que me digas porque mi madre no me quiere y me quiere muerta, necesito explicaciones Julian!– comienzo a caminar de un lado a otro sintiendo como la desesperación se adueña de mi.

–Izel déjame ir.

–¡No, quiero que me expliques!

Siento mi cuerpo calentarse, mis venas se brotan y mi corazón latir con fuerza.

–¡Izel!– abro los ojos mirando a mi alrededor, me encuentro con un par de ojos verdes y otros azules– respira, debes calmarte– miro a mis manos prendidas en fuego.

Las muevo rápido, Hunter me toma del hombros y parece quemarse aún así no me suelta y trata de ayudarme a respirar. Suelto un jadeo cuando el fuego comienza a calmarse al mismo tiempo que yo.

–No, no, no…

–Hey hey pequeña, cálmate– mi primo me abraza, mi corazón late a mil por segundo.

–El se ha ido, me ha costado tanto traerlo– susurro.

Había estado intentando traer a Julián a mi mente, quería verlo, hablar con el y pedirle una explicación sobre mi vida y su vida. Pero todo se fue al fracaso.

Había estudiado tanto ese libro, había consumido tanto dolor y ahora todo se fue al carajo.

Solamente estoy en medio del bosque con el sol saliendo, mientras mi primo me abraza tratando de calmarme y Laila me ve sin creer lo que ve.

–Sea lo que sea que está pasando en tu cabecita lo vamos a solucionar ¿Bueno?– asiento– ahora vamos a casa, mis padres están preocupados.

•••

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