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—¿Malfoy tuviste algo que ver en esto? —lo cuestioné exaltada mientras lo encaraba. —Crees que yo quería esto, Nott —habló mientras me observaba detenidamente.
—Malfoy, sé que no nos llevamos muy bien, pero, ¿qué vamos a hacer? Tenemos que intentarnos llevar bien. Traté de resonar con él, algo que creía imposible en estos momentos, ya que mi mente solo era un torbellino de pensamientos que no solo me incluían a mí, sino a Draco, mi padre. Este último era el que más me preocupaba; no quería defraudarlo; él era todo para mí, aunque él no sintiera lo mismo hacia mí ni hacia Theo. Desde que murió mamá, él no era capaz de enfrentarnos, ya que el recuerdo de su querida esposa circulaba entre nosotros por los parecidos que eramos.
-Adeline Esto solamente lo hago para proteger a mi madre y a mi padre que se encuentra en Azkaban. No es algo que yo haya elegido y decidido por mi propia voluntad —habló el platinado sin mirarme a la cara, mientras jugaba con su anillo con el escudo familiar de los Malfoy. —Lo sé, Draco, no es algo que también haya decidido; tenemos que intentar por lo menos aparentar en Hogwarts, porque todos creen que esto es algo que nosotros quisimos; tenemos que aparentar como siempre lo hemos hecho desde que nacimos —dijé mientras me paseaba por todo el salón de la mansión nerviosa.
Algo que se les daba muy bien a las familias de sangre pura era el aparentar. Toda nuestra vida ha sido así. Todos piensan que es fácil ser de una familia de sangre pura, ya que la mayoría piensa que es solo gozo y felicidad, ya que para ellos prácticamente "nadamos en dinero", pero es todo lo contrario. Lo mejor que se nos da a mi familia y a muchas es el aparentar que no podemos equivocarnos; tenemos que ser perfectos mientras sufrimos por dentro.
Ser una desilusión para la familia, no tener las mejores notas en los exámenes, no mostrarnos felices, siempre tener que estar con una sonrisa para que todos crean que somos una "familia feliz" porque todos piensan que somos familias perfectas, pero nadie sabe qué pasa dentro de nuestras casas o en nuestras mentes.
—Cuando lleguemos a Hogwarts tenemos que hacer lo que mejor sabemos hacer, Draco, tenemos que aparentar como siempre lo hemos hecho y tenemos que ser fuertes por nosotros y por nuestras familias —hablé mientras me le acercaba, mientras contenía las lagrimas que querían salir de mis ojos. —Malfoy, sé que esto te está matando, pero tenemos que intentarlo; frente al señor tenebroso tenemos que complacerlo a él y a todo Hogwarts; tiene que ser creíble —solté deseperada y con las emociones a flor de piel.
—¡Dios, Adeline!, crees que esto es muy fácil —habló exaltado el platinado mientras se me acercaba—. Puede que tu discurso haya sonado muy real, pero es algo que es imposible, ¿tú crees que todos nos van a creer? —Me cuestionó—. No lo sé, Malfoy, pero hay que intentarlo, no perdemos nada al tratar —dijé, mientras que veía como Draco negaba con la cabeza—. Yo no puedo, Adeline, ¡ponte en mi lugar! —habló mientras me tomaba por la muñeca. —Suéltame, Malfoy— dije bruscamente, mientras sentí que Draco me soltaba y salía escalera arriba.
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Me apoye en la orilla del lavabo mientras quitaba el saco para tirarlo a algún lado del pizo de la habitación mientras procesaba lo que me había dicho Adeline hace algunos minutos atrás. Como quería que aparentara de esa manera con ella, sé que podía hacerlo, pero con ella a mi lado no lo lograría.
Muchas veces Nott me saca de mis casillas. Por Merlin no logro comprenderla. Nunca lo he podido hacer y por eso la odio. No es más que una mujer irritante, malcriada que cree que puede mandar a todo el mundo, pero yo no me dejaría llevar por ella.
