Cigarettes and feelings

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Pequeña nota: Escribí esto escuchando "Do I wanna know?" "Why'd you only call me when you're high?", espero disfruten.

Daba vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, si bien hace poco comenzó esa aventura clandestina con su jefe, no era mentira que tenían una muy buena relación.

El y Sergio siempre solían comer juntos y contarse sobre sus vidas y metas a futuro, mantenían un gran lazo.

Pero a pesar de esto, Max no dejaba de tener un compromiso con Daniel, cansado de todo y con su insomnio, decidió salir al pequeño balcón a fumar un cigarrillo.

Pensando en si, era el único que sentía esa desesperación o si el otro involucrado también estaba como el.

Y no se equivocaba, en otro lado de la ciudad se encontraba un Sergio pensativo, sabía que lo que hacía estaba mal, no solo meterse con alguien que estaba en una relación si no, el involucrar sus sentimientos.

Sin saber que hacer, decidió tomar una pequeña ducha pero en su mente no podía dejar de pensar en cuanto desearía que Max estuviera junto a él.

Llenándolo de besos y caricias, apretando ese culo que tanto lo volvía loco, que estuviera a su lado para besar esas piernas blancas regordetas.

Y no al lado del insípido, aburrido y molesto de Daniel.

No dejaba de pensarlo e imaginarlo, comenzó a tomar su miembro y dar pequeños toques con su mano, cerrando sus ojos para imaginar que estaba con el, y que sus manos eran las de él.

Guiándose por las sensaciones, empezó a aumentar su ritmo en sus manos, y repitiendo el nombre de Max, como si entre más lo dijera tal vez aparecería mágicamente a su lado.

Llegando finamente a su liberación para después asearse correctamente y acostarse, pensando en que lo mejor sería que todo esto de una vez parara.

No podía seguir haciéndose eso y mucho menos a Max, no lo merecía, deseaba poder darle más y ofrecerle algo más pero sabía que no era digno de él, y seguramente era el único que se sentía de esa manera.

El día en la oficina había transcurrido un poco agitado, Max había notado un poco la frialdad de Sergio en el, pero quiso pasarlo desapercibido.

Pero no pudo ser así, ya que cuando vio que jamás llegó a la hora de comida eso le dio a entender que si había algo pasando.

Sin dudarlo, entró a su oficina y se aseguró de poner el candado en la puerta dejando a un Sergio muy confundido.

Max sin escuchar las palabras que salían de Sergio caminaba hasta su escritorio, mientras daba pasos también iba desabotonando su camisa blanca.

—Max, no espera que haces, esto.—Decía Sergio inmóvil desde su lugar.—Tú, yo, esto tenemos que.

Pero para Max era como si estuviera en otro mundo las palabras, no causaban algo en el, no importaba si el mismo presidente estaba fuera de la oficina, nadie lo detendría.

Se sentó en el escritorio y con sus manos jalo a Sergio hacia el, ahogándolo entre sus labios y lengua.

Los besos de los dos se sentían llenos de lujuria y a la vez de desespero, como si estuvieran deseando que esto jamás tuviera que terminar.

—Max..—Decía Sergio casi en un suspiro en los labios de este, con una mano en su hermosa cabellera y viéndolo fijamente en esos hermosos ojos azules.

—Si quieres que pare dilo, pararé aquí, pero yo no quiero Sergio, no ahora, y tal vez nunca.—Soltó Max con una voz agitada haciendo ver su desesperación en ese momento.

Mi lindo secretarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora