03. Lost boys, lost girls, you all know you're the best.

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El rugido de las motocicletas resonaba en mis oídos mientras nos acercábamos a la Isla de los Perdidos

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El rugido de las motocicletas resonaba en mis oídos mientras nos acercábamos a la Isla de los Perdidos. El lugar donde todo comenzó, debería de decir que me debería de haber acostumbrado pero en realidad no. Hoy era diferente, y la sensación es extraña. Nunca pensé que volveríamos a la Isla en una situación como esta, más allá de venir a buscar a los niños para llevarlos con nosotros a Auradon.

Estacionamos las motos un poco más al fondo de la entrada de la Isla. Apagué el motor y, por un momento, sólo escucho el silencio, interrumpido solo por el crujido de la grava bajo mis botas al bajar de la motocicleta., los demás se van estacionando uno al lado del otro.

Camino hacia Mal, quien ya estaba de pie, observando la isla que una vez fue su hogar. Me sorprendo cuando veo que ya no era una anciana, al parecer haber cruzado la barrera hizo que se revirtiera. Me quedo parada a su lado, sintiendo el calor residual del motor a través del cuero de mi chaqueta.

Verla así, con su cabello violeta brillante y su postura decidida, me hizo sonreír. 

—¡Hey! Soy yo otra vez.— Dice cuando se da cuenta que sus manos ya no están arrugadas.

—Duh, la magia no funciona aquí, lo cual es el punto.— La pequeña Celia se acerca a mi novia explicando la razón.

—Bienvenida devuelta.— Evie aparece y la abraza por los hombros para comenzar a caminar juntas.

—Gracias.— Contesta Mal en lo que se van.

Mis ojos siguen a Mal y Evie mientras se alejan, caminando juntas con esa familiaridad que siempre han tenido. Debería sentirme tranquila al ver a mi novia con su mejor amiga, pero algo en mí se revuelve. Intento decirme a mí misma que todo está bien, que siempre han sido así. Pero no puedo evitar notar cómo pasan más tiempo juntas de lo normal.

Celia se adelanta, guiándonos hasta la guarida de su papá, el Doctor Facilier. Mientras caminamos detrás de ella, trato de concentrarme en algo más, en cualquier otra cosa que no sea la imagen de Mal y Evie riéndose entre ellas, compartiendo secretos que me parecen ajenos, sobre todo para no sentirme fuera de la situación porque en realidad, soy la novia, no la amiga.

Llegamos a una puerta vieja y desgastada, y Celia da varios golpes en un ritmo que parece salido de una canción, recibiendo la misma tonada del otro lado. La puerta se abre con un chirrido, y ella nos hace un gesto para que entremos.

Cuando doy un paso adentro, el lugar me sorprende. La guarida tiene un aire de arcade, pero no como los de Auradon. Este lugar es oscuro, con luces de neón parpadeantes que iluminan apenas lo suficiente. Las máquinas alineadas en las paredes emiten sonidos que parecen de otro mundo. Hay un aire de misterio que me resulta inquietante, pero al mismo tiempo, fascinante, hay un montón de personas allí dentro jugando y divirtiéndose. 

Celia se separa de nosotros ya que va en busca de su papá, y eso me hace sacar una pequeña sonrisa, pero mi mente sigue volviendo a lo mismo: la imagen de Mal y Evie, juntas. Es una sensación extraña, algo que no puedo admitir ni siquiera a mí misma, pero que se niega a desaparecer. Así que sigo caminando, tratando de ignorarla, fingiendo que todo está bien.

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