C3: 2029, Nepal

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Nepal, 2029. El sol apenas había salido sobre las majestuosas montañas del Himalaya cuando la tierra comenzó a temblar con una fuerza abrumadora. En cuestión de segundos y sin dar oportunidad a nadie de reaccionar, la región se sumió en el caos. El terremoto, de magnitud 9.5, golpeó con una furia desconocida, desencadenando avalanchas y deslizamientos de tierra que arrasaron con todo y con todos a su paso.

En un pequeño pueblo cerca de Katmandú, la familia Gupta se despertó abruptamente. Raju, el padre, saltó de la cama y corrió hacia la habitación de sus hijos, Neel y Priya.

—¡Neel! ¡Priya! ¡Despierten! ¡Tenemos que salir!— gritó Raju, tratando de mantener la poca calma en medio del pandemonio sucediendo.

La casa temblaba violentamente, y las paredes comenzaron a agrietarse. Radha, la madre, tomó rápidamente una mochila con suministros de emergencia que habían preparado para tal eventualidad, —Raju, debemos ir al punto de encuentro. ¡Ahora!

Con el sonido de muebles cayendo y vidrios rompiéndose, la familia corrió hacia la calle. El paisaje era devastador: edificios colapsados, cables eléctricos chisporroteando y personas gritando. Los Gupta se unieron a otros vecinos en una plaza abierta, uno de los pocos lugares que parecía seguro.

—¿Están todos bien?— preguntó Raju, respirando con dificultad.

—Sí, papá— respondió Neel, abrazando a su hermana pequeña, Priya, que lloraba de miedo.

Radha miró a su alrededor, buscando a sus amigos y familiares, —Tenemos que ayudar a los demás. Hay personas atrapadas en los escombros.

Mientras la familia Gupta se organizaba para ayudar a los vecinos, los equipos de rescate llegaban a la escena. La doctora Meera, una voluntaria que trabajaba con Médicos Sin Fronteras, coordinaba los esfuerzos de primeros auxilios.

—¡Necesitamos más manos aquí!— gritó Meera, mientras trataba a un hombre con una pierna rota, —Raju, ¿puedes ayudarme a moverlo?

Raju asintió y junto con otros voluntarios, trasladó al hombre a un área segura. —Esto es peor de lo que imaginé— dijo Raju, observando el caos que los rodeaba.

Meera asintió con tristeza, —El terremoto ha sido devastador. Y lo peor es que podría haber más réplicas. Tenemos que estar preparados—

Mientras tanto, en una base de investigación cercana, el geólogo Dr. Anil Sharma y su equipo analizaban la situación, —La desestabilización de los glaciares debido al calentamiento global está ejerciendo una presión adicional sobre las placas tectónicas— explicó Sharma a sus colegas, —Esto es el comienzo. Si no actuamos pronto, veremos más eventos como este.

En el campamento improvisado, los Gupta trabajaban incansablemente para apoyar a los heridos y consolar a los que habían perdido todo. Radha encontró a su vecina, Sita, llorando entre los escombros de su casa.

—Sita, ven con nosotros. Estamos aquí para ayudarte— dijo Radha, abrazándola con fuerza.

—Lo he perdido todo— sollozó Sita, —Mi hogar, mi familia...

—No estás sola— respondió Radha, con lágrimas en los ojos, —Nos tenemos unos a otros, y juntos superaremos esto—

Días después, las réplicas continuaban sacudiendo la región, y las condiciones eran cada vez más precarias. Los suministros de comida y agua comenzaban a escasear, y las enfermedades se propagaban rápidamente en los campamentos de refugiados.

Neel, viendo a los niños más pequeños asustados y hambrientos, se acercó a su padre, —Papá, ¿qué podemos hacer para ayudar más?

Raju lo miró con orgullo, —Haremos todo lo que podamos, Neel. Este es nuestro hogar, y debemos cuidarnos unos a otros.

La familia Gupta, junto con otros voluntarios, redobló sus esfuerzos para distribuir alimentos y proporcionar apoyo emocional a los afectados. A pesar de la destrucción y el dolor, encontraron fuerzas en su comunidad.

El terremoto en el Himalaya fue un recordatorio brutal del poder de la naturaleza y de la urgencia de enfrentar el cambio climático. Mientras la región comenzaba lentamente a recuperarse, la familia Gupta y sus vecinos sabían que el camino hacia la reconstrucción sería largo y difícil. Pero también sabían que, unidos, podrían superar cualquier adversidad.

En el horizonte, las montañas del Himalaya se alzaban como un símbolo de resistencia y esperanza, recordando a todos que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que guía el camino hacia un futuro mejor.

Crónicas de un Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora