La sangre los unía, pero un odio los separaba. Sin embargo, una noche los unió hasta la muerte.
-Estoy dispuesto a arder en mil infiernos por un solo beso tuyo, Mio Ángelo.
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(***)
Daena Müller J.
Cuando vi este lugar por fuera pensé que sería un chiquero, un lugar donde van los drogadictos, una cueva para esos delincuentes, pero me equivoqué rotundamente, ahora sé que no debes juzgar un libro por su portada.
Debí haberme dado cuenta desde que entramos al ascensor, con su tecnología de punta y su diseño elegante... No, fue mucho más antes, desde que vi por primera vez a Alan, su vestimenta era ostentosamente cara, a pesar de que vestía con un estilo que parecía más propio de un delincuente, con su chaqueta de cuero negro y pantalones de marca de lujo rasgados. Y su auto... era un verdadero lujo sobre ruedas.
Vaya que ganaban mucho dinero en peleas y carreras clandestinas.
—¿Te gusta el pan con mermelada? —me preguntó Lucas, con una mirada expectante.
Asentí con la cabeza, observando el lugar con curiosidad.
—Genial —comentó Lucas mientras se giraba hacia la encimera. Luego se acercó a la mesa con un plato en la mano, lleno de panes frescos y aromáticos. —Siéntate y come —me invitó con una sonrisa.
Me acerqué a la mesa, me senté y elegí un pan que parecía especialmente apetitoso. Le di un mordisco y cerré los ojos, disfrutando del dulce sabor de la mermelada y la suavidad del pan. El aroma fresco del pan y la mermelada me envolvió, y por un momento, me olvidé de todo excepto del placer de comer algo delicioso.
—Te gusta, ¿eh?
Asentí con la cabeza, dándole otro mordisco, y otro, sin poder parar.
—Mmm, esto es increíble —susurré, con la boca llena, sin poder contener mi entusiasmo.
Lucas se echó a reír y se sentó frente a mí, sonriendo de oreja a oreja.
—Me alegra que te guste —comentó, mientras me pasaba un vaso de jugo fresco y helado—. Ten.
—Gracias —respondí, dejando el vaso en la mesa para seguir disfrutando de mi comida.
Me miró con una sonrisa pícara en los labios y luego se apoyó en la mesa, cruzando los brazos con una actitud relajada y divertida.
—Come despacio, nadie te lo va a quitar —comentó, con una sonrisa divertida. Me sentí un poco avergonzada por devorar el pan tan rápidamente, pero no pude evitarlo.