Capítulo 2 //El fin

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NOTA: Este capítulo también será narrado por Selene, hasta que se presente el siguiente personaje, y así sucesivamente.

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(...)

Mi mente no dejaba de pensar en mi futura cuñada, la mamá de Lexie, y preguntarme por qué aún no llegaban. Me sentía nerviosa e inquieta, como si algo no estuviera bien. Un escalofrío recorrió mi espalda al pensar en todas las posibles razones por las que no habían llegado.

—Cálmate, seguro que llegan —susurró Celeste al notar mi nerviosismo, intentando tranquilizarme con una sonrisa reconfortante y un gesto de apoyo.

Pero yo no podía calmarme, mi mente seguía rondando alrededor de la ausencia de mi futura cuñada, su esposo y sus tres hijos: Lexie la mayor con sus 16 años, Daena de 14 años y por último el más pequeño, Tayler de 6 años.

—Debió pasar algo —musité triste, preocupada por la ausencia de Lexie y su familia. Mi voz temblaba ligeramente al hablar.

—No te pongas triste, además no está la insoportable de banana —comentó Celeste con una sonrisa, intentando distraerme.

—Es Daena —corregí con una sonrisa.

—Como sea que se llame —respondió Celeste, encogiéndose de hombros y sonriendo con una mezcla de indiferencia y diversión. Su sonrisa me hizo reír, aunque solo fuera por un momento.

Daena, una chica de 14 años con una belleza que despertaba envidias, con curvas perfectas a pesar de su corta edad. Sus atributos físicos la convertían en el centro de atención, incluso a sus 14 años tenía una figura que despertaba la admiración de muchos cuando la conocían en persona. A pesar de tener 21 años, me sentía incompleta en comparación con la exuberante belleza de Daena.

De repente, entre los murmullos de la cena, se escucharon unos gritos desgarradores que reconocí al instante como la voz de Elena.

—Ella no se puede casar —repetía Elena con angustia una y otra vez.

La declaración de Elena provocó un silencio abrumador en la mesa, paralizando a todos con la sorpresa y la confusión.

—¿Qué está pasando? —preguntó la mamá de Zabdiel, su voz llena de curiosidad y preocupación.

—Creo que es mi hija, discúlpenme, voy a ver qué sucede —respondió la mamá de Elena, levantándose de la mesa con una mezcla de vergüenza y preocupación.

Elena entró en ese momento, con la cara seria.

—No es necesario, madre —dijo Elena con firmeza.

El precio de una noche © [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora