"Está bien, supongo que la culpa es mía. Confiar en las personas es el inicio de una terrible pesadilla.
Pero ahora, tendrás que enfrentarte a las consecuencias cariño."
"¿Por qué a pesar de todo... Aún te sigo queriendo?"
¿Podrá más la sed de venga...
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Llegó aquella elegante casa, el guardia le dejó pasar por órdenes de su jefe, recorriendo el gran pasillo de la entrada, al llegar a la entrada estacionó su moto, y dejó su casco en el volante de esta, subió aquellas escaleras admirando toda la estructura, al llegar a la puerta uno de los guardias se la abrió, para enseguida ser guiado por otra persona hacía su destino.
Le siguió hasta un balcón que daba hacia la parte trasera de la casa -mansión- en donde había una enorme piscina. Le extendió su mano haciéndole saber que había llegado a su destino.
Salió hacia aquel balcón encontrándose con aquella persona, tomando un sorbo de su té. Claro, tenía que ser té porque el café no le gustaba.
—¿Para qué querías verme con tanta urgencia Kim?— dijo acercandose a la mesa pero sin sentarse.
El contrario dejó la taza nuevamente en la mesa, mientras que con su otra mano le hizo una señal para que se sentara, el contrario solo bufó rodando los ojos, sin embargo, obedeció.
—Puedes dejar las formalidades conmigo Jimin, después de todo, no somos desconocidos como para que me hables por mi apellido.— dijo acomodándose en su lugar.
—Para mí sí lo eres.— dijo serio, para después cruzarse de brazos —... Pero ya que insistes, ¿cómo prefieres que te llame? ¿Taehyung?, ¿Tae?, ¿Tae Tae?— el contrario sonrió involuntariamente al escuchar aquel apodo, pues era su favorito, por el que solía llamarlo el pelirosa —¿O tal vez prefieras Vante?— el pelirosa sonrió al ver cómo la sonrisa del contrario se borraba en cuanto mencionó lo último.
—Escúchame bien Jimin,— dijo serio —Yo no creo en las coincidencias, así que no creo que haya sido casualidad que se la hayas chupado a mi hermano.— se levantó furioso de su asiento —ASÍ QUE DIME DE UNA MALDITA VEZ ¿A QUÉ VINISTE?— aporreó fuertemente sus manos contra la mesa, inclinándose hacia el más bajito.
El más bajito le miró nada intimidado —¡Auch!— fingió dolencia —me duele que no lo sepas después de nuestros años de amistad.
Aunque en realidad el pelinegro lo sospechaba, sin embargo, no dijo nada.
Claro que lo sabes
Pensó el pelirosa en cuanto vió cómo el pelinegro se quedó pensativo.
—Como sea, ¿Solo por eso me llamaste?— preguntó el pelirosa y el pelinegro se volvió a acomodar en su lugar.
—¿Cuánto quieres Jimin?— el pelirosa le miró incrédulo —¿Cuánto quieres para alejarte de mí y de mis hermanos?
¿De verdad le estaba ofreciendo dinero para alejarse después de lo que hizo?
Bufó al aire —Creí que odiabas que los ricos compraran a las personas, Vante, y ahora mírate— se burló.
El pelinegro apretó su puño —No me llames así— le miró serio —mejor dime la cantidad.
