*Narrador*

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Ven, viajero, siéntate, y te contaré una historia.

Comienza en un reino que alguna vez fuera llamado Ravak, la tierra de la prosperidad. A principios del año 140 A. O. (Antes de la oscuridad), el rey Admon fue bendecido con dos hijos: Kylas y Sajom. Gemelos por fuera, dos sombras idénticas bajo el estandarte del Gran Sol, pero con corazones totalmente diferentes. El rey, por supuesto, estaba dichoso. Sus dos primeros hijos, sangre de su sangre. Un milagro a ojos de todo un reino, pues se rumoraba que la reina Lya no podía concebir. Estaba marchita. También se cuenta que el rey imploró cada día y cada noche a Ashém para que le permitiera ser padre. «—Solo uno —pedía con una fe impetuosa—, dame siquiera un hijo que me pueda suceder tras mi muerte». Y su Dios, generoso y complaciente como ningún otro, no le mandó uno, sino dos. La felicidad del monarca fue absoluta. Ravak tendría un heredero que los gobernara en el futuro... bueno, en realidad había dos.

No, no podía haber dos, claro que solo uno ascendería al trono. Entonces he aquí el mayor de los problemas para el rey Admon. Ahora, curioso viajero, silencio y escucha.

Cuando Kylas y Sajom llegaron a una edad en la que sus vidas deberían tomar un giro importante, los intereses de los hermanos los dividió. Los apartó el uno del otro, y los convirtió en dos seres tan distintos que después ni ellos mismos consiguieron reconocerse como iguales. Como familia. Ya no eran una sombra idéntica, pues en su lugar quedaron los restos difusos de la sangre en sus venas. Lo único que los unía. Kylas maduró en un joven tranquilo e inteligente, mientras que Sajom demostró astucia y ambición. El rey y la reina, por supuesto, tenían que tomar una decisión, una muy difícil y decidora: solo uno podía ser el príncipe heredero a la corona.

¿Quién? ¿Cuál de los dos era el indicado?

Admon tenía su elegido. Por otro lado, Lya también tenía su preferido. La cosa es que ninguno de los dos supo llegar a un acuerdo. El rey quería que Sajom fuera su sucesor, en cambio la reina proponía a Kylas. Pero los consejeros perdieron la paciencia poco después y llamaron a votar. Obviamente, el rey y la reina no participaron. Por lo que los cerca de veinte miembros del consejo fueron los encargados de tomar la decisión a partir de sus votos. Y el resultado fue unánime. Sajom sería el nuevo rey de Ravak.

Lya comprendió de inmediato que las razones de su elección venían de una vieja ansia de conquista, heredada de sus antepasados. En ese sentido, las cualidades y la personalidad de Sajom jugaron a su favor.

¡No había vuelta atrás!

Pero a Kylas el nombramiento de su hermano no le molestó en lo más mínimo. De hecho, estaba feliz, porque sería libre y podría viajar y conocer el mundo. Eso era lo que más anhelaba. Él no quería el poder. Él quería descubrir y aprender.

Tres años más tarde, ocurrió lo inevitable... El rey Admon falleció. Una enfermedad se había apoderado de su cuerpo un año antes, y a pesar de todos los intentos de los médicos para erradicarla, el soberano murió en su lecho una apacible mañana primaveral. Un par de meses después, la reina sucumbió a causa de la misma enfermedad. Sajom, carente de la inteligencia y armonía de su hermano, fue poseído por la paranoia y en su locura, mandó a matar a Kylas. El muchacho, sin embargo, se las ingenió para huir de las garras de Sajom y se dirigió al bosque.

El nuevo rey no se quedó quieto y ordenó una cacería. Durante la noche, la guardia real y Sajom marcharon hacia el bosque. Con la luz oscura de la luna, se abrieron paso entre los árboles y arbustos, y arrasaron con los animales que intentaron detenerlos. No pararon hasta que el desequilibrado rey pusiera fin a la vida de su hermano gemelo.

Hasta acabar con el último de sus males.

Al llegar al corazón del bosque, hallaron a Kylas en la orilla de un riachuelo, y del otro lado se alzaba una oscura cueva que estaba rodeaba de zarzas rojas y brotes de enredaderas. Amapolas y crisantemos, y un enjambre de luciérnagas revoloteando en la entrada de la caverna. La guardia real rodeó al muchacho para evitar que volviera a escapar. Él, en cambio, se giró hacia su hermano, y lo miró a los ojos. Una lágrima se deslizó por su mejilla enrojecida. Pero Sajom no mostró piedad. Nada en absoluto. En su rostro solo había locura y odio. Algo que Kylas no comprendía. Eran hermanos.

Al rey no le importó. Blandió el arco de hueso que había pertenecido a su padre y, de su carcaj, sacó una flecha de punta plateada. Kylas, que no le quitó la mirada a su hermano, trató de hablar, mediar... pero Sajom preparó la flecha, apuntó y la dejó volar.

Impactó de lleno en el corazón de Kylas, que cayó como plomo en el riachuelo. El agua salpicó en el aire y brilló bajo la luz de la hinchada luna entintada de negro.

El rey sonrió, conforme, y ordenó a sus hombres regresar al castillo.

Se marcharon y dejaron el cuerpo de Kylas flotando en el agua mientras su sangre formaba una mancha oscura en la superficie. Debería haber estado muerto cuando la luna fue cubierta por nubes insidiosas. Sin embargo, eso no sucedió. Una sombra, negra como el corazón de Sajom, emergió de la caverna y sacó a Kylas del agua. Lo llevó a lo profundo de la oscuridad y se ocultaron. Ahí donde solo moraba aquello que no pertenecía a este mundo. Le quitó la flecha de cuajo y lo sanó. Lo revivió con un poder que estaba prohibido.

Cuatro días después de su supuesta muerte, Kylas abrió los ojos y lo primero que vio fue un semblante que jamás olvidaría. Piel pálida y curtida, ojos iridiscentes y rasgos demasiados afilados para parecer un humano. Sus orejas eran puntiagudas y su cabello destilaba un color azul ardiente.

El muchacho no se asustó.

«—Te puedo ayudar, mortal. He visto la traición de la que has sido víctima —dijo la criatura—. Dime qué es lo que deseas en lo profundo de tu alma».

Kylas se enderezó y tocó su pecho, allí donde debería de haber una flecha, ahora yacía una cicatriz rugosa y fría. Entonces miró al hombre a su lado y con la voz agrietada, dijo:

«—Quiero venganza».

El Alma del Vampiro, libro I (PRONTO EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora