Entre Deudas y Destinos

7. El pasado puede ser un recuerdo constante

"El pasado puede ser un peso en el corazón, pero el verdadero valor está en encontrar la fuerza para seguir adelante y transformar el dolor en crecimiento."

En la guarida de los lobos grises, el ambiente es cálido y acogedor, iluminado por la luz tenue que se filtra a través de las rendijas de la pared de piedra. Frente al mural, un hombre alto y robusto, con cabello negro como la noche y ojos marrones profundos, sostiene a su hijo Elián en brazos. El niño, de apenas siete años, es un reflejo perfecto de su padre, con el mismo cabello oscuro y esos ojos cafés que brillan con curiosidad. El mural detrás de ellos, una obra maestra que cuenta la historia de su linaje, está lleno de imágenes vibrantes de lobos en acción, batallas ganadas y momentos de unidad. Cada figura parece cobrar vida, narrando las hazañas de sus antepasados que lucharon por la paz y la hermandad. Elián, emocionado, observa cada detalle, sus ojos grandes y redondos se iluminan con la fascinación de un niño que empieza a comprender la grandeza de su legado. El padre, sintiendo la emoción de su hijo, le habla con voz suave y llena de orgullo. -Mira, Elián, cada uno de estos lobos fue valiente. Ellos se unieron para proteger lo que amaban, y un día, tú también serás parte de esta historia- Su mirada se encuentra con la de Elián, y en ese instante, se puede sentir el amor incondicional que emana de él, un amor que trasciende palabras. 

 El niño, con su dulce voz, pregunta tímidamente-¿De verdad crees que estaré preparado para eso algún día?-

 La risa del padre es cálida y reconfortante, como un abrigo en una noche fría. -Por supuesto, mi pequeño. Tú serás el lobo más fuerte de todos. Romperás el ciclo y llevarás nuestro nombre con honor- Elián sonríe, sintiendo la fe de su padre como un abrazo invisible. En ese momento, rodeados por la historia de los lobos grises, el amor entre ellos se siente palpable, un lazo indestructible que los unirá siempre, sin importar los desafíos que puedan enfrentar en el futuro. La promesa de grandes cosas por venir brilla en los ojos de Elián, mientras su padre lo mira con admiración, convencido de que su hijo está destinado a dejar una huella imborrable en su legado.

Alejandro, con su hijo Elian en brazos, escucha que lo llaman. -¡Alejandro!- es la voz familiar de Klaus, su mejor amigo. Al verlo, Klaus esboza una sonrisa cálida y se acerca, revolviendo el cabello del pequeño con cariño.

-¿Le estás enseñando la historia de los grandes?- pregunta Klaus, su voz rebosante de afecto. Alejandro asiente con orgullo, su mirada brillando  -Sí, y algún día, su nombre estará escrito en grande junto al mío en ese mural- Klaus sonríe, sabiendo lo importante que es ese momento para ambos. -Cuando llegue ese día, estaremos aquí, disfrutando de cada segundo- dice, con un brillo en los ojos que refleja su propia historia compartida con Alejandro

Alejandro, sintiendo el apoyo de su amigo, sonríe de regreso. -¿Qué necesitabas, Klaus?- pregunta, notando la seriedad en la expresión de su amigo. Klaus le informa que tienen una reunión con Izrael, el jefe de las Águilas Blancas. Alejandro, con un suspiro cansado -Es la tercera vez esta semana que viene. Cuida a mi cachorro mientras me encargo de ese pollo con patas molesto- La risa de Klaus resuena en el aire, y Elian suelta una risita traviesa al escuchar la referencia.

-¿Tendré que estar en esas aburridas reuniones siempre cuando sea alfa?- pregunta Elian, haciendo un puchero que hace que Klaus se ría aún más. -Eso sí o sí viene con el puesto, pequeño-le responde, divertido. Elian frunce el ceño, pero la risa de Klaus le quita el mal humor.

-Vamos a ver las motos- sugiere Klaus, tomando la mano de Elian. -Te prometo que lo entenderás cuando sea tu turno de ser alfa- La emoción ilumina el rostro de Elian, quien se siente aliviado al cambiar de tema. -¡Quiero manejar una!- exclama, sus ojos brillando con entusiasmo.