cap 7

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Dudas y confesiones

Celine

La oscuridad de la noche anterior seguía envolviendo la mente de Celine como una densa niebla. No podía sacarse de la cabeza la escena que había presenciado en el bar, una que todavía la hacía estremecerse. El sonido de los puños de Ethan impactando en el rostro de Gin resonaba en sus oídos, mientras la furia en los ojos del boxeador seguía atormentándola. Por más que intentaba entender, las razones de Ethan seguían siendo un misterio que le quemaba por dentro.

Celine se alistó para la final del campeonato de Ethan, acomodando su vestido con manos temblorosas. No era el nerviosismo típico de un evento importante lo que la perturbaba, sino la incertidumbre que colgaba sobre su relación con Ethan. Desde el incidente, apenas habían intercambiado palabras, y cada vez que lo miraba, sentía que una barrera invisible los separaba, una que ninguno de los dos sabía cómo derribar.

Llegó al evento y se mezcló con la multitud, su mirada vagando entre las personas, buscando cualquier distracción que la alejara de sus pensamientos. La atmósfera era electrizante, y las luces brillantes del estadio apenas lograban iluminar las sombras que oscurecían su ánimo. Celine tomó asiento, sus ojos enfocándose en el ring, donde Ethan ya estaba en posición, su cuerpo listo para la batalla.

El combate comenzó, y Ethan se movía con la gracia y fuerza de un depredador. Cada golpe, cada movimiento estaba calculado al milímetro, derribando a su oponente con una precisión casi letal. Celine no podía evitar sentirse impresionada, pero esa admiración venía acompañada de una creciente sensación de incomodidad. No podía sacudirse la idea de que, a pesar de la destreza de Ethan en el ring, había algo en su comportamiento reciente que no cuadraba.

El combate llegó a su fin con la victoria de Ethan, como era de esperarse. El estadio estalló en aplausos y vítores, y Celine se encontró sonriendo débilmente, aunque por dentro seguía debatiéndose con sus propios demonios. Ethan levantó los brazos en señal de triunfo, su respiración agitada mientras absorbía la adoración de la multitud.

Después de la pelea, un grupo de mujeres rápidamente rodeó a Ethan, ansiosas por felicitarlo y tomarse fotos con él. Celine observó la escena desde la distancia, sintiendo una punzada de celos que la tomó por sorpresa. No era solo el hecho de que Ethan estuviera rodeado de mujeres lo que la molestaba, sino la forma en que Ethan parecía disfrutar de la atención, como si lo sucedido entre ellos no hubiera tenido ningún impacto en él.

Mientras las mujeres seguían felicitando a Ethan, Celine sintió que la distancia entre ellos se hacía cada vez más grande, y no sabía cómo cruzarla. Decidió mantenerse al margen, observando en silencio cómo Ethan lidiaba con sus admiradoras. Sin embargo, el dolor en su pecho crecía, mezclado con una confusión que no sabía cómo resolver.

Finalmente, cuando la multitud comenzó a dispersarse, Ethan y Celine se dirigieron hacia la salida. La limusina que los esperaba era un símbolo de lujo y confort, pero para Celine, era una prisión que la encerraba con sus propios pensamientos. Entraron en silencio, y el sonido de la puerta cerrándose detrás de ellos resonó con una pesadez que parecía anticipar lo que estaba por venir.

El silencio dentro del vehículo era casi insoportable. Celine mantenía la vista fija en la ventana, observando las luces de la ciudad pasar como un borrón de colores. Ethan, por su parte, parecía estar luchando con algo en su interior, sus manos apretadas en puños sobre sus rodillas.

"Celine..." La voz de Ethan rompió el silencio, profunda y grave, cargada de una tensión que no podía ocultar. "Sobre lo que pasó en el bar..."

Celine no respondió de inmediato, dejando que el silencio volviera a asentarse entre ellos. No quería hablar de ello, no quería escuchar las palabras que Ethan parecía estar buscando. Pero sabía que no podía evitarlo para siempre.

"¿Por qué lo hiciste, Ethan?" La pregunta salió de sus labios antes de que pudiera detenerse, su voz temblando con una mezcla de enojo y desesperación. Finalmente, giró la cabeza para mirarlo, sus ojos reflejando el tumulto que sentía por dentro. —Lucas solo estaba coqueteando conmigo. Estoy soltera, ¿sabes? Tal vez... tal vez quería intentar algo con él, pero tú lo arruinaste todo. ¿Por qué?"

Ethan no respondió de inmediato, su mirada cayendo al suelo como si estuviera buscando las palabras adecuadas. El silencio se alargó, y Celine sintió que la tensión se hacía casi palpable, envolviéndolos en un manto de incomodidad que parecía imposible de romper.

Finalmente, Ethan levantó la cabeza, sus ojos encontrando los de Celine. En ellos, había algo que Celine no había visto antes, una mezcla de vulnerabilidad y determinación que la tomó por sorpresa. —"Porque me gustas, idiota. No podía soportar ver a otro hombre tocarte."

Las palabras cayeron como una bomba, haciendo que el mundo de Celine se detuviera. No podía creer lo que acababa de escuchar, no quería creerlo. La confesión de Ethan la golpeó con una fuerza que la dejó sin aliento, y de repente, todo lo que creía saber sobre su amistad se desmoronó.

"¿Qué... qué dijiste?" murmuró Celine, su voz apenas un susurro mientras intentaba procesar lo que acababa de ocurrir.

"Lo que oíste," respondió Ethan, su tono firme, aunque sus ojos reflejaban una inseguridad que Celine nunca había visto en él. "Me gustas, Celine. Más de lo que debería. Por eso nunca le dije a nadie quien me gustaba o... esas cosas."

Celine no supo qué decir, qué hacer. Sentía que el aire en la limusina se volvía irrespirable, que el espacio a su alrededor se encogía hasta aplastarla. Todo lo que quería era escapar, alejarse de esa situación que no sabía cómo manejar.

"Necesito salir de aquí," murmuró, su voz entrecortada mientras alcanzaba la manija de la puerta. "Voy a caminar al hotel."

Sin esperar una respuesta, cuando la limusina se paró, Celine abrió la puerta  y salió, el aire fresco de la noche golpeándola con una intensidad que casi la hizo tambalearse. Empezó a caminar, sin un rumbo fijo, dejando atrás a Ethan y todas las preguntas que todavía quedaban sin respuesta.

Entre puños y saboresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora