No lo pude evitar
Habían pasado varios días desde que decidí poner punto final a lo que sea que Celine y yo habíamos compartido. Aunque "compartir" no era la palabra correcta. Más bien, había sido un incendio, una combustión que me había consumido de adentro hacia afuera, dejándome solo con cenizas y una herida que aún no sanaba. Desde entonces, había estado evitando a Celine a toda costa, distanciándome cada vez más de ella. Cualquier intento de Celine por acercarse, por hablar, por pedir tiempo a solas, era rápidamente rechazado. No iba a mostrarle más sentimientos, no a alguien que me había rechazado después de haberle entregado tanto.
Sin embargo, por más que lo intentara, mi estúpido corazón seguía traicionándome. Mis ojos, a veces, se desviaban sin que pudiera evitarlo, buscando a Celine entre la multitud. Quería asegurarme de que estuviera bien, aunque odiaba que me importara. Cada vez que ella reía por algún comentario de Elisabeth o por las bromas de Hugo, una punzada de dolor y celos atravesaba mi pecho. Pero, de alguna manera, me las arreglaba para mantener la fachada, para fingir que estaba bien, que ya no me importaba. Aunque por dentro, sabía que estaba profundamente enamorado, incapaz de apagar ese sentimiento destructivo.
Esa noche, todos estábamos reunidos en la habitación de Alberto y María, que era sorprendentemente grande. Habían decidido organizar una pequeña fiesta-pijamada, ya que solo nos quedaban dos noches más en el resort. Cuando llegué, la habitación ya estaba llena de risas y charla. Celine estaba sentada en el sofá junto a Alberto. Al parecer fui el último en llegar.
—¿Por qué tardaste tanto, Ethan? —preguntó Hugo, medio riendo.
Me rasqué la cabeza, tratando de sonar casual, aunque evitaba mirar en dirección a Celine.
—Me perdí un poco buscando la habitación —dije, fingiendo desinterés.
Pude sentir las miradas burlonas de todos sobre mí, aunque no me atrevía a levantar la vista y encontrarme con la de Celine. Las horas pasaron rápidamente. Vimos una película, bebimos, comimos, y luego volvimos a beber. La mayoría de nosotros ya estábamos bastante borrachos, a excepción de Antonio. De repente, Elisabeth, con una sonrisa traviesa, sugirió poner música más animada.
—¡Vamos, algo de música para animarnos! —exclamó, dirigiéndose hacia el reproductor de sonido. La melodía cambió, y el ambiente se volvió más relajado y divertido. Entre risas y comentarios, todos parecían dejarse llevar por la música. Algunos comenzaron a bailar de manera desenfadada, mientras otros se sentaron en grupos pequeños, hablando y compartiendo anécdotas.
Intentaba concentrarme en la conversación con Hugo y Alberto, pero mi mente siempre volvía a ella. Celine, con su risa suave y su forma de moverse, parecía atraer todas mis miradas. No podía evitarlo, aunque sabía que debía alejarme. Me levanté con la excusa de ir al baño, necesitando un momento para estar solo, lejos de la tormenta de emociones que me consumía cada vez que la veía.
Mientras caminaba por el pasillo, escuché unos pasos rápidos detrás de mí. Antes de que pudiera abrir la puerta del baño, Celine apareció a mi lado.
—Ethan —dijo, con una mezcla de determinación y urgencia en su voz—, necesitamos hablar.
Intenté no mirarla directamente, sintiendo que cualquier contacto visual rompería la frágil barrera que había construido.
—No ahora, Celine —respondí con tono cansado, sin detenerme—. No tiene caso.
Ella no se movió, plantándose en mi camino. La insistencia en sus ojos me desarmó por un segundo, pero me negué a ceder.
—¿Por qué sigues evitando esto? No puedes huir de mí para siempre —dijo, dando un paso hacia mí.
El latido de mi corazón se aceleró, y, antes de que pudiera procesar lo que estaba haciendo, Celine se inclinó hacia mí y me besó. Fue un beso rápido, lleno de la misma urgencia que había en su mirada. El mundo pareció detenerse por un momento, y mis defensas se derrumbaron brevemente al sentir sus labios contra los míos.
Pero, en un acto reflejo, la aparté suavemente, dando un paso atrás. El conflicto en mi interior era demasiado, y el dolor de lo que había pasado entre nosotros aún estaba fresco.
—Basta, Celine —dije con voz quebrada—. Deja de jugar conmigo... esto ya es suficiente.
Celine me miró, sorprendida por la brusquedad de mis palabras. El dolor en sus ojos era evidente, pero no podía seguir adelante. Sin esperar una respuesta, abrí la puerta del baño y me encerré dentro, apoyándome contra la puerta mientras respiraba hondo.
Dentro, en la quietud del baño, intenté calmar la tormenta de pensamientos que giraban en mi cabeza. Todo era demasiado confuso, y no estaba seguro de si celine solo queria volver a jugar con el o ese beso significaba algo mas. No sabia cómo manejar lo que había entre ellos. No después de todo lo que habían pasado y ahora pasa esto.

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Entre puños y sabores
Romance"Entre Puños y Sabores" es una explosiva mezcla de pasión, rivalidad y deseo. Celine, una brillante chef cuyo amor por la cocina es tan intenso como sus emociones, se encuentra atrapada entre los fogones y el recuerdo de Ethan, un boxeador indomable...