Despedidas
Ethan abrió los ojos, la luz suave del amanecer se colaba por las cortinas medio cerradas, iluminando la habitación con un resplandor dorado. Sintió el calor a su lado y sonrió. Allí estaba, como un ángel caído del cielo, Celine dormía plácidamente, su cabello desordenado cubriendo parte de su rostro. Ethan no pudo evitar sentirse inmensamente feliz. La noche anterior había sido como un sueño hecho realidad; finalmente la tenía allí, no solo en su cama, sino en su vida, en sus brazos, en su corazón.
Ethan se giró con cuidado, temeroso de despertarla, y acercó su rostro al de Celine, inhalando su aroma, una mezcla de vainilla y colonia, un olor que ahora se le hacía tan familiar como el suyo propio. Sus labios rozaron suavemente la frente de Celine, dejando un beso que contenía toda la devoción y ternura que, a pesar de su apariencia ruda, sentía por ella.
No pudo evitar pensar en todas las veces que había despertado solo, con la cama vacía a su lado, los recuerdos de esas noches en que los sentimientos no correspondidos lo atormentaban y le robaban el sueño. Pero esta vez era diferente. Esta vez, Celine estaba allí.
—No sabes lo feliz que me hace verte aquí esta mañana, chef malcriada —susurró Ethan, su voz ronca por el sueño y cargada de emoción.
Celine, aún media dormida, dejó escapar un sonido bajo, casi un ronroneo, y se acurrucó más cerca de Ethan, sin abrir los ojos. Ethan rio suavemente y se permitió disfrutar de ese pequeño momento, sabiendo que no podía durar para siempre, pero que, por ahora, era todo lo que necesitaba.
Después de un rato, los párpados de Celine comenzaron a moverse y finalmente abrió los ojos, encontrándose con la mirada intensa de Ethan, que la observaba como si fuera el tesoro más preciado que jamás hubiera tenido o la botella de alcohol más fuerte y añeja que pueda beber.
—Buenos días —murmuró Celine, su voz llena de cariño. Una sonrisa perezosa se dibujó en su rostro mientras estiraba los brazos, dejando que sus dedos acariciaran suavemente la mejilla de Ethan—. ¿Cómo es que ya estás despierto?
—No podía dormir más sabiendo que tenía una belleza como tú en mi cama —respondió Ethan, con su habitual tono gracioso, aunque en su mirada había un destello de sinceridad que Celine no pudo ignorar.
—Belleza, ¿eh? —Celine se rio entre dientes, su sonrisa se volvió aún más inquieta mientras se estiraba hacia Ethan, plantando un beso rápido pero cargado de promesas en sus labios—. Pues esta belleza necesita un café, y tú necesitas una ducha.
Ethan fingió estar ofendido, levantándose un poco para apoyarse en un codo mientras observaba cómo Celine se desperezaba.
—¿Estás diciendo que huelo mal, chef? —replicó Ethan, frunciendo el ceño, aunque la sonrisa en sus labios traicionaba su intento de parecer molesto. le dio un golpe ligero en el pecho y se levantó de la cama, llevando las sábanas consigo y dejandolo descubierto.
—Hueles a pelea y a una noche emocinal. —dijo Celine, mientras se dirigía al baño—, lo cual no es del todo malo, pero no quiero que apestes el café que voy a hacer y aparte ya te tienes que ir con los chicos.
Ethan rio y sacudió la cabeza, observando cómo Celine desaparecía en el baño. Se sentía ligero, como si un peso enorme hubiera sido levantado de sus hombros. Quizás, finalmente, podía permitir que alguien más lo cuidara, que alguien más estuviera allí para él.
Unos minutos después, Ethan se levantó de la cama, estirándose mientras sus músculos protestaban por la intensa noche que habían tenido y se empezó a vestir lentamente.
El sonido del agua corriendo en la ducha era reconfortante, pero sabía que debían empezar a prepararse para partir. Mientras caminaba hacia la ventana, miró hacia fuera, observando el paisaje del resort que pronto dejarían atrás.

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Entre puños y sabores
Storie d'amore"Entre Puños y Sabores" es una explosiva mezcla de pasión, rivalidad y deseo. Celine, una brillante chef cuyo amor por la cocina es tan intenso como sus emociones, se encuentra atrapada entre los fogones y el recuerdo de Ethan, un boxeador indomable...