Capítulo V: La Promesa ante el Arciano

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Davos

Las horas posteriores al encuentro con aquel chico Bracken habían dejado una situación incierta en la mente del pobre Davos. Al volver a su castillo fingió que nada había pasado pero se sintió observado de todos lados, los sirvientes, los caballerizos, su tío Samwell y su primo Benjicot (aunque ninguno de ellos parecía haberse percatado de su presencia). Subió a su cuarto donde se encerró el resto de la tarde pensando y sobrepensando, sin saber qué hacer, y recordando con odio el rostro del Bracken, su olor y sus bellos labios.

Lo quieres, él es tuyo y tú eres de él.

Esas palabras sonaban en su mente, no las soportaba y mientras pasaba el tiempo sentía como se iba cansando, a la par de sentirse triste, como si una parte de su alma estuviera llorando pero no fuera él.

Mierda- pensó- el maldito Bracken ya entendió lo que sucede y ahora está llorando, maldita sea.

Finalmente aquella sensación se calmó, y finalmente pudo dormir.

A la mañana siguiente, tras levantarse y saludar a su tío en el desayuno, le pidió el día libre porque necesitaba ir al bosque de dioses a hablar con su padre. Samwell se lo permitió y con ello concluyo el desayuno, tras lo cual Davos camino preocupado rumbo al bosque de dioses, al llegar se arrodillo ante el árbol arciano mientras apretaba los puños. Tras un buen tiempo rezando, se levantó y tomo unas flores de no me olvides que crecían en el bosque (las que había plantado su madre) dejándolas frente a dos tumbas donde nuevamente se arrodillo.

-Padre, sé que te prometí algo hace muchos años... pero los dioses han sido crueles conmigo.

Observo la lápida de su padre mientras depositaba una flor sobre ella, las lágrimas que no dejaba que nadie más vea las soltaba frente a su padre, quien había muerto hacia unos cinco años cuando Davos tenía 12 años y habían enterrado junto a su esposa. El viento comenzó a soplar en aquel bosque mientras el joven Blackwood de rodillas oraba a sus dioses y a sus ancestros por sabiduría, y sobre todo valor.

Te prometí casarme frente a este árbol- se secó las lágrimas- y también amar a mi omega como tu amaste a mama pero... no soy capaz de hacerlo, papa...

*Inicio de Flashback*

Davos tenía 10 años, jugaba felizmente con su primo Benjicot en el patio de entrenamiento, con espadas de madera entrenaban desde muy temprana edad. El castellano los observaba pelear, de vez en cuando le daba instrucciones para mejorar su entrenamiento, pero al ser tan jóvenes dejaba que se diviertan como niños.

-¡soy un guerrero de los primeros hombres!- grito riendo Benjicot.

¡Yo soy un matagigantes!- respondió Davos a la par que golpeaba la espada de su primo.

Davos- dijo el castellano- ven aquí.

El niño se acercó al castellano, quien estaba con el maestre. Al llegar, el maestre lo miro con una mirada inexpresiva.

Lord Blackwood, quiere hablar contigo Davos-le dijo, tras lo cual Davos dejo la espada de madera en una mesa y siguió al maestre pero este no lo llevo a la sala del lord, sino al bosque de dioses, donde su tío estaba de rodillas ante el arciano.

El joven Davos, mi lord- aviso el maestre, antes de hacer una referencia y retirarse. Su tío se puso de pie, y luego coloco sus manos en los hombros de Davos.

Sobrino-su tono sonaba como si estuviera aguantando algo- sobrino mío... lo siento Davos...

Tío ¿Qué sucede?- pregunto Davos sospechando que se arrepentíria.

UNION PROHIBIDA // Davos Blackwood x Aeron BrackenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora