Parte 1. Mi primer día de campamento

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Después de varias horas de viaje, por fin llegamos a nuestro destino, un lugar muy hermoso en las sierras de Perijá. Como todos los años, mi familia había planificado pasar unas semanas de vacaciones fuera de casa, en un lugar de la naturaleza para descansar del estrés de la ciudad. Era un lugar ideal para acampar; cerca había un río que adornaba el paisaje con el sonido del agua corriendo por sus cuencas, el canto de las aves y, por supuesto, los colores de las flores que embellecían el lugar. Era perfecto, aunque hacía un poco de frío para mi gusto, la verdad.

Llegamos al valle, desde donde se veían los imponentes cerros de Perijá, surcados por nubes que casi se podían tocar. En ese valle, de unos cuantos metros cuadrados, muchas familias venían cada año a colocar sus campamentos allí. Era como una gigantesca reunión social, solo que al aire libre.

—Anda, Jonás, ayuda a levantar los campamentos —le gritó mi mamá a mi hermano menor.

Es un poco holgazán y solo piensa en juegos y su celular, muy diferente a mí, que amo los momentos en familia; montar el campamento es mi pasión. Levantamos tres campamentos: uno para mamá y papá, otro para Jonás y para mí, y el tercero para mis dos hermanitas, Milagros y Joa.

Poco a poco, muchas familias levantaron sus campamentos, y el valle se llenó de ellos hasta la distancia.

Lo primero que hice después de terminar todo fue colocarme un short y fui al río a bañarme. El agua estaba tan fría que me hacía temblar y se evaporaba en mi cuerpo. También Jonás estaba conmigo y aquel río se llenó de personas.

Ese día también llegaron Luis y Carlos, mis primos, dos muchachos extrovertidos que solo piensan en romper reglas, diversión y chicas. Su propósito en el campamento era encontrar una linda chica para pasarla bien.

No sé por qué eran tan amigos míos, si eran tan diferentes a mí. Mi hermano Jonás sí se ajustaba más a ellos, pero yo... ¿qué tengo en común con ellos? Me gustan las matemáticas, la lectura y las artes, y solo quiero hacer las cosas correctas. Todo lo contrario a ellos, pero claro, prácticamente nos criamos juntos y nos conocemos muy bien.

Ellos montaron sus campamentos y de inmediato vinieron al mío para involucrarme en sus travesuras.

—Vayamos a caminar, a explorar el mundo y su "aburrida naturaleza" —dijo Luis con sarcasmo.

—Jajajaja, yo solo podía sonreír —respondí.

—Eso es lo que amas, ¿no? —me replicó Luis.

—Sí, pero no entiendes eso.

—Eso es para gente aburrida. Lo mío es fiesta, diversión y chicas. Dime, ¿ya has estado con una?

—No, la verdad —le respondí.

—Ya ves, ya lo ves —me dijo Luis.

—Eso es lo que necesitas: diversión. La gente no vive de libros, de arte, de ser educado. A veces solo necesitas un poco de locura para ser feliz, y sobre todo si escuchas al aburrido de Canservero...

—Eso lo dices porque no sabes ni dónde estás parado —repliqué.

—Jajajaja.

—Esta es tu oportunidad. Consíguete a una linda chica y créeme, ella te hará olvidar tus libros.

—Lo pensaré —respondí.

—¡Vamos, amigos! Te estás perdiendo la vida —replicó Carlos, que era de la misma calaña.

Caminamos por la ribera del río y, a pocos metros de nuestro campamento, aparecieron seis chicas, lindas, hermosas, bellas, de nuestra edad más o menos.

Luis dijo: —Y ya sé con quién voy a hacer de estas vacaciones, las mejores de mi vida.

Decía mientras admiraba la belleza de aquellas mujeres.

—De eso te estoy hablando —añadió Luis.

Ya eran las dos de la tarde y a las cuatro las personas se reunían en el centro de aquel valle para jugar algunos deportes en equipo: vóley, kinball y fútbol, entre otros. Había muchas cosas que hacer; unos subían los cerros, otros fotografiaban aves y otros solo caminaban o dormían en sus campamentos.

Carlos y Luis insistieron:

—Si esas chicas van a las canchas, allí estaremos para ellas, y entonces atacaremos.

—¿Están seguros de eso? ¿Y si les hacen un desaire? No podré soportar eso, si quedan y ellas ni siquiera los determinan.

Carlos respondió:

—Amigo, ¿con quién crees que estás hablando? Yo soy el Doctor Amor, ninguna chica se resiste a mis encantos.

—¿Y qué diremos de este? —intervino Jonás—, Brad Pitt. Todos nos reímos.

Quizás eso era lo que más me gustaba de mis primos: sus ocurrencias eran de otro nivel.

Ellos siempre tuvieron sus novias. No sé si eran atractivos o no, ya que soy hombre y no sé dar esa descripción, pero muchas chicas me han dicho que sí. Ellos eran altos, blancos, de ojos marrones claros, y de cabello un poco ondulado que siempre dejaban crecer. Además, eran atléticos porque les gustaba mucho el deporte. Yo, en cambio, era más delgado y, bueno, ya varias veces me habían dicho que estaba más o menos. Vaya descripción, ¿no crees?




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⏰ Last updated: Aug 07 ⏰

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Ecos de un Amor fugazWhere stories live. Discover now